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TODORELATOS » AMOR FILIAL » EVANESCENCIA. CAPÍTULO 1.1
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Fecha: 20-Nov-23 « Anterior | Siguiente » en Amor filial

Evanescencia. Capítulo 1.1

fuego de Hefesto
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Solté el cinturón y comencé a desabrocharle el botón y a bajarle la bragueta, metí la mano en ella y después de apartar el calzoncillo bajándoselo junto a los pantalones, se la saqué y le agarré la polla. Version para imprimir

Conversión

Descubrí el auténtico sexo casi de golpe, pese a ser un tipo de sexo anormal… para nada llegué forzada a él, porque no solo tenía edad y madurez para decidir que podía hacer con mi vida, sino que descubrí con profundo júbilo, quien era y que soy una puta masoquista. En ese descubrimiento influyó una persona muy allegada en especial, que me llevó de la mano y me introdujo en un mundo nuevo, fascinante para mí desde el primer momento… ahora sé que fue la mejor forma de llegar al BDSM. Fue el comienzo de un proceso que me convirtió en lo que soy hoy… una mujer feliz completamente realizada, cuya modelo es mi madre. De la noche a la mañana pasé de jugar con muñecas y leer novelas rosa de Katharine McGee, a estar subyugada a los deseos aviesos de mi padre, y la fascinación por su dominio de mi cuerpo y mente a través de las prácticas sadomasoquismo que me realiza, mostrando bajo nivel de deferencia, acompañado de su potencial sexual…  el cual sin lugar a dudas rebasa al de un macho normal, dado por su fuerza mental y los potentes genitales que posee.

Tenía quince años cuando mi madre murió en un accidente de tráfico. Era una mujer preciosa, joven, y totalmente enamorada de mi padre…, sumisa y complaciente a los más extremos devenís de su particular forma de ver el sexo. En público siempre iba bien vestida, pero habitualmente en casa se mostraba ligera de ropa, liberada e impúdica. Yo la imitaba. Desde muy pequeña ella era y es mi referente… de mayor quería ser como ella, de ahí mis intentos de conseguirlo día a día.

Mi padre, más que un padre ha sido y es mi cómplice… desde siempre ha sido mi héroe, perpetuamente dispuesto a complacer mis caprichos y los de mi hermana. Es un ejecutivo de primer nivel en la gran compañía internacional para la cual ahora trabajo y a la que estoy asociada junto a Yoli, gracias a Mike… el cual ya nos ha dejado, en especial a mi hermana, con quien convivió los últimos años.

Por entonces, las obligaciones laborales de papá, le impedían ocuparse de nosotras… o al menos eso me dijo. Al poco tiempo de quedarnos sin mamá, me envío a un estricto colegio de monjas en Dublín dónde estuve recluida tres años, hasta que a punto de cumplir los 18 acabé el bachiller. En Madrid volví a hacer la vida que antes tenía… especialmente la convivencia con mi hermana, sin embargo esta, se fraguó diferente con la muerte de mamá, supuso un cambio radical en mi vida. Pude pasar de ser una niña mimada y caprichosa, a ser una amargada si no hubiera sido por el sexo BDSM.

Esos tres años fueron un infierno en el instituto… las compañeras eran unas asquerosas amargadas, y las mojas, gente sin sentimientos ni corazón. Hasta ese tiempo, solo vi a mi padre tres o cuatro veces al año, en ocasiones en que su trabajo le llevó a Londres. Incluso en verano me mandaba a una especie de residencia en la costa que también tenían mis tutores allí. Semanalmente recibía sus extensas cartas llenas de amor y cariño, y todos los jueves esperaba impaciente la llegada del cartero… la informática y los correos electrónicos estaban totalmente prohibidos. Ni siquiera tenía teléfono móvil… el primero me lo regalo papá cuando regresé a Madrid.

Supe que mi vida cambiaría en la misma graduación. Después de la ceremonia, recogimos mis cosas y salimos de allí… no me despedí de ninguna de las amargadas, ni mucho menos de las brujas de las mojas. Cuando entramos por la puerta de casa era la mujer más feliz del mundo y todo mi anhelo era vivir allí en compañía de papá y de Yoli, mi hermana… y no salir nunca más. Sin embargo mi camino era estudiar una carrera… papá me matriculó en lo que creyó que sería mejor para mi futuro, con el fin de enchufarme algún día en la empresa donde él trabajaba… en ADE “Administración y Dirección de Empresas”, no obstante antes de empezar la universidad para prepararme laboralmente, papá sabía que debía prepararme para la otra parte de la que se compone nuestra vida… la anímica, sensorial, sensual y la sexual… era aún virgen y eso había que remediarlo. Lo que no sabía era que poseía el germen del masoquismo heredado de mamá y que papá dominaba con maestría.

Para este aprendizaje, papá envió a Yoli a pasar las vacaciones a Cantabria con los abuelos, de ese modo nos quedamos solo para el amaestramiento o adiestramiento, como mejor consideres. Desde el primer momento papá inicio un trabajo psicológico encaminado a convertirme en lo que hoy soy. Desde muy pequeña mi madre me inculcó la obediencia a mi padre… obedecerle, para mí es lo normal y no se me había olvidado, solo que ahora toda esa cimentación había que edificarla en mi personalidad.

-       ¿Nunca has estado con un chico? —preguntó una noche.

-       No me gustan los chicos… son bastante tontos e inmaduros, —al oírme se echó a reír— Además, en el internado no había ninguno al alcance.

-       Bueno, supongo que algún día cambiaras de opinión, —como única respuesta me encogí de hombros— Bueno, no te preocupes que no pasa nada… de todas maneras yo siempre estaré a tu lado mientras me dejes.

-       Papá, yo solo quiero estar siempre a tu lado.

-       ¿Siempre, siempre? Piensa muy bien lo que vas a contestar, —dijo mirándome con sus penetrantes y seguros ojos.

-       Siempre papá, —dije con seguridad a pesar de que me sentía sorprendida, sorprendida porque aunque imaginaba cual era el sentido de su pregunta, respondí sin dudar.

-       Muy bien hija, —dijo papá poniéndome una mano en la rodilla— ¡Cómo te pareces a tu madre…! Tu madre era muy mujer especial… era mi clavada.

-       Yo siempre he querido ser como ella.

-       Entonces procuraré que lo seas… en todo. Por supuesto siempre que estés de acuerdo. —yo no dije nada. Supongo que se me puede aplicar lo de quien calla otorga.

Durante el resto del tiempo siguió trabajándome psicológicamente… supongo que en el fondo debía tener alguna duda del control sobre mí. Hay que tener en cuenta que casi no me había visto en tres años. Mi tiempo de semi reclusión sin tener un contacto real con chicos, sobrellevaron mi necesidad sexual a extremos que no sospechaba, de tal manera que esa primera semana, terminé masturbándole mientras seguía sus instrucciones…, con su impotente verga en mis manos era feliz como una lombriz.

Repetimos la operación varias noches más. Tenía que usar las dos manos para poder manejar la polla más descomunal que nunca había visto, aunque la verdad es que era la primera que poseía entre mis manos. Después de muchos años, y algunas pollas más, tengo que decir que jamás he vuelto a ver una como la de mi padre, el mejor dotado de todos los machos con los que he estado. Según iban pasando las noches, avanzábamos en los juegos, pero siempre sin penetración… se la acariciaba, me la pasaba por la cara, se la besaba, lamía la punta e incluso le masturbé con los pies. Mientras, exploraba mi cuerpo con mucho detenimiento, jamás se aproximó a mis genitales en esos primeros días. A la segunda semana ya consiguió, sin mucho esfuerzo, que me desnudara, y tumbada junto a su cálido cuerpo, recorrió mi piel con las yemas de los dedos. Notaba como el calor del deseo me invadía, el arrebato carnal se demoraba demasiado para mí…y él lo notaba también, pero no aceleró el paso, su intención era sembrar para el futuro… ahora lo sé muy bien.

Tuvieron que pasar dos semanas para que sus dedos comenzaran a acariciar fugazmente la pelada vulva de mi vagina, sus dedos exploraban mi clítoris con una maestría que ni yo había sido capaz de hacer… y cuando veía que me aproximaba al orgasmo, aflojaba, dejaba que me calmara y volvía a empezar. Con mucha habilidad dejaba que creyera que era yo quien decidía, pero la realidad es que yo obedecía todos sus deseos… vio con claridad la sumisa que hay en mí ¡Me empezaba a parecer a mamá! Esa sensación me encantaba anegándome de orgullo… nunca he querido parecerme más a otra persona, la satisfacción lo veía en los gestos y la mirada de papá.

Desde el primer momento incrustó en mi clarividencia, la idea de la confidencialidad y el morbo… tengo que reconocer que hizo un trabajo soberbio…, jamás hablé con nadie sobre lo que me estaba pasando, aunque la verdad es, que en ese momento no tenía a quien contarle nada. Al contrario, la imagen que daba a mis compañeros cuando empecé la universidad era la de una mojigata beatona, cuando la verdad es que era sexualmente muy activa, excelsa y entregada como tal vez ninguna de mis conocidas compañeras…eso sí, con mi soberano y amo… mi PADRE. La presencia en las clases me las tomaba como si fuera una actriz interpretando el papel estelar, y me encantaba. ¡Joder! Si hasta me vestía con calcetines altos y rebequitas pijas para ir a la universidad. Pero me estoy enrollando mucho y adelantándome a los acontecimientos.  

El gran día llegó con el fin de semana, aunque sería más propio decir… la gran noche. Era viernes, y al día siguiente, algo bastante raro, él no tenía que trabajar y yo no tenía nada especial que hacer. Cenamos pronto, algo que pedimos a un japonés. Cuando trajeron el pedido, mi padre abrió una botella de vino y me pidió que cenara desnuda… con él el tema de la vergüenza hacia días que había pasado a la historia, ambos ya gozábamos de nuestros cuerpos en cueros a “tutiplén”. Como en un juego, comencé a quitarme la ropa como había visto en videos de Internet. Después cenamos en un mar de risas y confidencia. Me sirvió un poco de vino y cuando terminamos, tomamos café y un chupito de anís… tres cosas que nunca había probado. Cuando probé el anís mis pezones reaccionaron poniéndose duros como canicas. Si lo que pretendía era animarme, tengo que decir que no hubiera hecho falta, mis hormonas sugestionaban cada poro erógeno de mi ser. Después de los prolegómenos de los días anteriores yo ya estaba totalmente entregada y deseosa de probar los delirios del placer carnal. De todas maneras me agradó la idea de la transgresión líquida, porque por alguna razón, supongo que psicológica, lo “otro”, no lo consideraba una transgresión. Además, me “ponía” la situación… sin ningún tipo de vestido y yo desnuda y depilada por completo.

Cuando recogimos la mesa mi padre se sentó en el sillón.

-       Ali, ¿puedes venir?... ¿Quieres sentarte aquí encima? —Le obedecí. Me senté de lado sobre sus piernas y me atrajo hacia su pecho. Después, mientras me acariciaba el pelo, preguntó— ¿Qué quieres hacer ahora?

Yo me límite a encogerme de hombros. Mi padre fue bajando la mano lentamente por la curva de mi costado, y mientras lo hacia el deseo, mi ritmo cardiaco y mi excitación aumentaban gradualmente. Su mano continuó bajando hasta alojarse en mi trasero.

-       ¿No tienes curiosidad?

-       No, —respondí al tiempo que volvía a encogerme de hombros.

-       ¿No quieres saber lo que va a ocurrir?

-       ¿Qué va a ocurrir, papá? —pregunté mientras levantaba el rostro para mirarle.

-       Nada que tú no quieras, —respondió mientras se inclinaba y me besaba en los labios— Por eso te pregunto, deseo que seas partícipe de lo que hacemos.

-       ¿Cómo estos días anteriores?

-       Sí, pero más y mejor. Pero solo si quieres y confías en mí. —mientras hablaba continuaba acariciándome el trasero— ¿Te gusta lo que hemos hecho hasta ahora?

-       Sí, mucho —contesté. Se inclinó y volvió a besarme en los labios mientras su mano se alojaba entre mis piernas. Saboreando su aliento noté una descarga que me impulsó a aproximar mi vagina a su mano. Sus dedos hicieron contacto con mi rajita y uno tocó el botón del placer— Estoy impaciente con lo que pueda pasar.

-       Y esto, ¿te gusta? —preguntó casi sin separar los labios y moviendo la mano hasta alcanzar mi vagina. Su lengua exploró mi boca y yo le abrí las puertas para saborearle al completo.

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Se me escapó un gemido que fue en primero de muchos que llegaron a continuación. Me tumbó bocarriba sobre sus piernas, separé las mías y me entregué totalmente al sacrificio del amor. Mientras me acariciaba el coñito con la derecha, la izquierda me sobaba mis hermosas tetas. Fue subiendo esa mano mientras acariciaba el cuello, hasta que finalmente me introdujo un par de dedos en la boca. Continúo hasta que casi estuve a punto de alcanzar un orgasmo, aunque eso era algo de lo que no tenía ni idea… nunca había tenido uno. Apreté los muslos aprisionándole la mano.

-       Sí, te gusta y mucho, ya lo creo… eres una pequeña gofa, —afirmó. Imaginé que sonreía satisfecho aunque no podía mover la cara ni contestarle porque mantenía sus dedos dentro de mi boca. Si hubiera podido le hubiera gritado que si con todas mis fuerzas— Ahora vas a empezar a hacer lo mismo que me hacía tu madre. Me harías muy feliz. ¿Te parece…?

-       Sí, sí, papá soy tuya… totalmente tuya, —dije con la voz entrecortada cuando sacó los dedos de mi boca. Me ayudó a incorporarme, me beso apasionadamente en los labios durante un rato largo y finalmente me puso de rodillas entre sus piernas.

-       ¿Estás de acuerdo en obedecerme en todo?

-       Sí papá.

-       ¿Sea lo que sea? Piénsalo bien antes de contestar.

-       En todo… sé que me cuidarás y me harás disfrutar como a mamá.

-       Muy bien hija… desabróchame el pantalón y sácame la polla.

Solté el cinturón y comencé a desabrocharle el botón y a bajarle la bragueta, metí la mano en ella y después de apartar el calzoncillo bajándoselo junto a los pantalones, se la saqué y le agarré la polla.

-       Abre la boca, —me ordenó mientras me sujetaba la cabeza con una mano.

Le obedecí mientras me obligaba a inclinarme… el olor a macho me inundaba las papilas gustativas por el olor que se incorporaba por mi nariz al aspirar su aroma, hasta que su descomunal cipote comenzó a entrar en mi boca. Tuve que abrirla mucho para que entrara por lo ancha que es, apretó tanto hacia dentro, que me dio una arcada cuando llego al fondo de la garganta y me toco la campanilla, y eso que la mitad se quedó fuera.

-       Papá, no me entra entera… ¿Todas las pollas son como esta?

-       Te aseguro que pocas vas a ver como esta. A tu madre le gustaba mucho, y era capaz de metérsela por completo en la boca, hasta que los huevos le chocaban en la barbilla.

-       ¿Sí? ¿Cómo es posible…?

-       No te preocupes hija, te ira entrando… te lo aseguro. A tu madre también la tuve que enseñar a alojar mi cipote en su esófago… bueno a esto y a otras muchas cosas más. Era como un diamante en bruto y lo tallé a mi gusto… como haré contigo, —volvió a sujetarme la cabeza y me guio hasta que me la volví a introducir— Quiero que chupes la verga de papá despacio, muy despacio y sin manos.

Le obedecí y lentamente descubrí que sacando la lengua, la polla entraba más profundamente. Reconozco que el comentario que hizo de mi madre me incitaba a querer emularla y eso me excitaba mucho, siempre había deseado llegar a ser como ella. Aun así, de vez en cuando tenía alguna arcada más. Mi padre permanecía quieto, disfrutando el momento, consciente de su triunfo total sobre mí voluntad, aunque yo no me daba cuenta. En ocasiones se incorporaba y me acariciaba la espalda y el culo, y me gustaba ser sobada en mis nalgas estando sometida… me sobreexcitaba demasiado.

-       Sigue, no pares. Dentro de poco me voy a correr, y cuando lo haga quiero que te lo tragues, y quiero que lo hagas sin titubeos. ¿Lo harás hija? —hoy reconozco que esa mezcla de imposición y pregunta me ponía a cien. Sin sacármela de la boca afirme con la cabeza. Mi padre se incorporó nuevamente para acariciarme el trasero Buena chica. Muy buena…

Continuó follándome la boca, el sexo oral me parecía delicioso al sentir la textura de esa verga erecta, dura y venosa, el calor que desprendía en mi boca y sabor tan distinto a cualquier otra cosa probada por mí hasta esos momentos. El coño destilaba jugo vaginal sin tener que estimularlo, sabía que solo la mamada era lo que lo provocaba. Cada vez el ritmo de mis chupadas era más apremiantes…. Me atreví a sobar sus orondos huevos, me llamaban la atención tanto… ahí se maceró la leche que un día me engendró, y ahora la sacaría con mi ordeño bucal. Me sentía ansiosa por catar el esperma y percibir la sensación en mi boca, de lo que debió sentir la vagina de mi madre al engendrarme. En unos instantes el falo paterno se endureció y estalló. Su corrida fue tan abundante que parte se me escapó por la comisura de los labios y me hizo toser un poco. Aun así, tragué todo lo que pude. Complacido, mi padre se incorporó y con el dedo fue rebañando con cuidado las gotas que tenía por la cara y me las metía en la boca… yo chupaba el dedo con deseo, feliz por haberle complacido. Cuando terminó, me besó en los labios y otra vez me sentó de lado sobre sus piernas y me atrajo hacia su pecho.

-       Buena hija... ¿Te ha gustado la leche de papá…?

-       Sabe raro.

-       ¿Pero te ha gustado?

-       Sí papá, me ha gustado mucho… seguro que me aficionaré enseguida.

-       A tu madre le encantaba chupármela… lo hacía a diario aunque no me sacara la leche… solo por saborearla. Tenía una boca maravillosa. ¿Sabes? Me gustaría mucho que tú también lo hicieras y te llegaras a aficionar a ella como mamá. ¿Qué opinas?

-       ¿Chapártela a diario…?

-       Sí o cuando tú desees.

-       Yo quiero que seas feliz papá. ¿Si lo hago lo serás?

-       Claro que si mi amor. Seré enormemente feliz.

-       Entonces lo haré… haré todo lo que me tú pidas y como tú desees que lo haga.

-       Tu madre me hacía muchas cosas…

-       Yo también las haré… todas.

-       Y yo le hacía muchas cosas también… cosas que la gustaban mucho.

-       Ya me lo has dicho antes papá, —dije incorporándome— Voy a sustituir a mamá en todo… no seas pesado… incluso podrás dejarme preñada si lo deseas.

-       ¡¿A ti te no te importaría estar preñada y parir a mis hijos…?!

-       No, en absoluto… ya te he dicho que voy a sustituir a mamá. Mi cuerpo es todo tuyo.

-       Y me vas a obedecer en todo, sea lo que sea.

-       Que sí pesado, que te voy a obedecer en todo, sea lo que sea.

-       Muy bien. Voy a preparar un contrato para que lo firmes. En él quedara reflejado que estás a mi disposición para lo que yo quiera, —al principio pensé que estaba de coña, pero luego me di cuenta de que no lo estaba… lo decía muy en serio— Redactarlo es fácil, solo tengo que copiar el de tu madre.

-       ¿Mamá también lo firmó? ¿Por qué?

-       Porque el contrato crea un vínculo muy especial entre las dos partes. Todavía eres muy joven y seguramente no lo entiendas, pero lo harás.

-       Vale, si quieres que lo firme…

-       Tú también tienes que quererlo y confiar en mí ciegamente.

-       Yo también quiero firmar… no puedo confiar más ciegamente en nadie que en ti.

-       Perfecto. El contrato tiene un anexo que es una lista de normas concretas, que serán de obligado cumplimiento a partir de mañana cuando te levantes. Por ahora solo te voy a decir tres. La primera: en casa siempre estarás desnuda. Siempre. Tu madre lo hacía cuando estamos solos en casa.

-       Recuerdo que siempre iba muy ligera de ropa.

-       La segunda: siempre estarás perfectamente depilada, totalmente depilada… ya me entiendes. Y la tercera: te cuidaras físicamente. —cuando oí las dos primeras una punzada de placer que atravesó el chocho y ya no fui capaz de decir nada de la tercera—. El resto lo leerás mañana. Ahora, mientras preparo el contrato, vete al baño y depílate… especialmente el coñito, como si tuvieras ocho añitos, y dúchate, que no quiero encontrarme pelos sueltos. Si te hago falta, te puedo ayudar en la parte complicada.

Cuando regresé, el contrato estaba sobre la mesa. Cogí el boli que me tendía mi padre y sin leerlo lo firme. Lo guardó en una carpeta y dejó la copia encima de una mesa auxiliar. Después, colocó una manta sobre la mesa del comedor, me cogió en brazos y suavemente me deposito encima. La incertidumbre de lo que se proponía a hacer hizo que el deseo se me disparara. Trajo una caja de madera que dejó sobre la mesita, la abrió y se puso a rebuscar en su interior. Sacó un par de cosas que no pude ver y cogiendo una silla se sentó a la mesa.

-       No quiero que cierres las piernas, —dijo mientras las separaba suavemente con las manos. Yo estaba muy excitada y se dio cuenta.

Mi caja torácica se expandía con la respiración marcándome las costillas. Colocó sus manos sobre mis tetas y comenzó a chuparme la vulva de mi vagina palpitante… suavemente, solo con la punta de la lengua separó los labios vaginales y lamió el interior hasta llegar a mi clítoris, al notar su lengua en mi botón, se me cortocircuitó todo el cuerpo… fue un trallazo de placer tan fuerte, que instintivamente cerré las piernas aprisionándole la cabeza. Con una sonrisa volvió a separarlas y comenzó de nuevo con el mismo resultado.

-       Te he dicho que no las cierres, cariño.

-       Papá no lo puedo remediar, —dije mientras unas lágrimas rodaban por mis mejillas. Mi padre se levantó y abrazándome me estuvo consolando— Lo siento, me matas con tanto placer.

-       Bueno venga, no te preocupes mujer, que no pasa nada.

-       Lo siento papá, lo siento.

-       Si no quieres que siga lo dejamos, pero ya estás incumpliendo el contrato, —dijo con su melodiosa voz mientras me acariciaba— Yo estoy deseando seguir y no te voy a engañar… va a ser durante mucho tiempo. Estoy deseando comer tu chochito como Dios manda.

-       Pero no lo voy a poder soportar, —dije haciendo unos pucheros— Mi cuerpo convulsiona.

-       Si quieres complacerme yo lo puedo solucionar, pero tienes que estar de acuerdo. Sé que te va a gustar, y mucho. Pero lo que más me molesta es que no cumplas con tu palabra.

-       ¡Si quiero cumplirla!

-       Pues entonces ¿Qué hacemos?

-       Quiero que lo hagas, —mi padre se levantó, y rebuscó en la caja de dónde sacó una madeja de cuerda. Con ella me ató a la mesa con las piernas bien separadas, y para evitar manotazos también me ató las manos por encima de la cabeza.

Cuando volvió a sentarse y empezó a chupar el coño otra vez… yo ya estaba cardiaca perdida. Mis esfuerzos por soltarme y evitar lo inevitable me excitaban aún más y a los pocos minutos ocurrió algo que nunca me había ocurrido. Fue como si se me fuera la vida en una vorágine de placer. Todos los músculos del cuerpo se me tensaron y durante unos segundos fui incapaz de articular el más mínimo sonido para finalmente desembocar en una oleada de gemidos y chillidos. Mi padre no paró, continuó incansable mientras yo forcejeaba inútilmente con las cuerdas e imploraba al mismo tiempo de parase y continuase. Al poco tiempo llegó otro, y luego otro orgasmo, mientras el continuaba incansable, recorriéndome la vagina de arriba abajo, hurgando en mi clítoris con afán de extraérmelo con sus succiones… mi patética resistencia desaparecía.

Cuando se cansó de chupar, se incorporó y vi en su rostro cara de satisfacción, pero cuando pensé que todo había concluido me di cuenta de que en realidad acababa de empezar. Con un vibrador siguió estimulando el clítoris, mientras con un dedo empezó a explorar mi ano. Un orgasmo después fueron dos dedos y luego tres. Finalmente, me metió un plug muy mono decorado con un cristal tallado. Para entonces yo ya estaba derrotada y mi resistencia era nula. Me desató y cuando creía que todo había terminado comprobé hasta qué punto estaba errada… faltaba el epílogo. Me llevó a la cama, me tumbó, se arrodilló junto a mi cara, me la metió en la boca y comenzó a follármela… notaba como entraba obturando mi garganta, a la vez que sus grandes testículos me golpeaban en la cara. Así estuvo un buen rato que me pareció una eternidad hasta que se corrió en mi boca mientras gritaba como un poseso… me tragué como pude su voluminosa corrida, compuesta por un semen espeso. Cuando se tranquilizó, me cogió en brazos y se sentó en el sillón.

-       ¿Estás cansada? —contesté que si con la cabeza. La verdad es que estaba agotada. Me incorporó y me cubrió de besos. Inerte, le dejé hacer hasta que se cansó de llenar todo mi cuerpo de sus amores. Después, se levantó llevándome en brazos y me depositó suavemente sobre la cama— Bueno, ya está bien por hoy… mañana más. ¡Ah! Y no quiero que te quites el dilatador del culo.

Y entonces dijo algo que me convirtió en la mujer más feliz del mundo.

-       ¿Sabes? Vas a superar a tu madre. Cuando termine de enseñarte vas a ser una máquina de follar, dar sexo será tu mejor especialidad en esta vida, pero nunca serás una PUTA. Lo de hoy solo ha sido el aperitivo… mañana continuaremos con el adiestramiento.

Continará...

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