Usuario:
 Contraseña:
 CREAR CUENTA  Recordar Clave  Ayuda
 4.068 Lectores conectados [ Comunidad de Cams +18 ]  23.918 Autores | 139.672 Relatos eróticos 
NOVEDADES CATEGORÍAS TOP100 AUTORES BUSCADOR
TODORELATOS » AMOR FILIAL » MI NIETA SUSANA, ADICTA A LA BANANA 2
[ + 
Fecha: 19-Nov-23 « Anterior | Siguiente » en Amor filial

Mi nieta Susana, adicta a la banana 2

VictoriaSG
Accesos: 19.406
Valoración media:
Tiempo estimado de lectura: [ 8 min. ]
 -   + 
Susana vuelve a la montaña con su abuelo, pero en esta ocasión no lo hará sola. Version para imprimir

La siguiente semana con mi nieta en la montaña fue un festival de sexo y perversión. Tuvimos tiempo para probarlo todo, menos el sexo anal, aunque me dijo que para la siguiente vez ya estaría preparada. Se llegó a plantear seriamente el quedarse más tiempo conmigo, pero no era bueno para su futuro y su madre jamás lo hubiera permitido. Al terminar esa segunda semana, mi yerno vino a buscarla y nos despedimos con la promesa de volver a vernos pronto.

Pero las promesas se las suele llevar el viento. Pasaban las semanas y ni siquiera recibía llamadas por su parte. No esperaba mensajitos, como si fuéramos dos enamorados, pero sí el empezar a tener una relación de abuelo y nieta mucho más fluida. La llamé para su cumple y me dijo que intentaría volver a venir en el siguiente verano, pero que tenía otros muchos planes.

Seguramente era lo mejor. Lo que pasó entre nosotros fue delicioso, pero no se podía volver a repetir. Al menos eso me decía a mí mismo, pero no podía dejar de pensar en su cuerpo desnudo y en como me había ofrecido en unos días mucho más que mi mujer en cuarenta y cinco años. Habíamos superado al porno al que estaba enganchado y al que no me quedó más remedio que volver para aliviar mis penas y mi pene.

La pornografía era mi único entretenimiento. La vida en las montañas que tanto me había aportado ya me parecía insignificante sin Susana allí. Solo me quedaba esperar a que llegara el verano y ver si finalmente decidía venir. No me sentía orgulloso de desearlo, pero no lo podía evitar.

Fueron pasando los meses. Llegó junio, julio, agosto... y el teléfono no sonaba. Ya había perdido toda esperanza de volverla a ver, de obtener al menos una explicación por su parte. Quedaba solo una semana para terminar el octavo mes, cuando recibí una llamada de mi yerno que lo cambiaría todo.

- Don Serafín, ¿le pillo en buen momento?

- Sí, dime, Joaquín.

- Susana ha tenido un verano muy ajetreado, pero insiste en ir con usted una semana.

- Por mí no hay ningún problema, al contrario.

- Además, quería proponerle una cosa.

- Soy todo oídos.

- Cuando mi hija volvió a casa tras estar con usted, parecía otra, mucho más centrada.

- El milagro de la montaña.

- La cuestión es que mi hermana quiere saber si puede enviar a su hija con Susana.

- ¿Vendrían las dos una semana?

- Sé que lo pongo en un compromiso, pero es que la niña está descontrolada.

- Y quiere ver si madura como Susana, ¿no?

- Exacto. Pero si no quiere, no hay ningún problema.

- Está bien, que vengan las dos, aquí hay sitio de sobra.

- Muchas gracias, don Serafín. Pasado mañana estamos ahí.

Aquello era un marrón, pero no me quedó más remedio que aceptar. Con otra muchacha aquí, iba a ser imposible volver a intimar con mi nieta. No recordaba que mi yerno tuviera una sobrina, solo esperaba que fuera atractiva, quizás quisiera unirse a la fiesta. Todo lo que se me venía a la cabeza era una locura. Pero lo más importante era que Susana volvería a estar aquí, luego ya veríamos cuales eran sus intenciones.

Dos días después, apareció mi yerno de nuevo, en esta ocasión, con las dos jóvenes. Mi nieta Susana estaba espectacular, más guapa y morena que nunca. Su prima no podía parecerse menos a ella. Eran dos bellezas diferentes. Solo coincidían en el tamaño de los pechos, aunque los de mi nieta eran operados y los de la otra chica, a simple vista, naturales.

- ¡Abuelo!

- Susana, ¡cómo te he echado de menos!

- Y yo a ti, pero es que no he parado en todo el verano.

- Me parece estupendo, estás en la edad.

- Te presento a mi prima Eli.

- Encantado de conocerte. - Le dije a la joven con una sonrisa afable.

De entrada, la moza no parecía ser muy agradable. Casi ni me miró cuando la saludé. Realmente era un hueso duro de roer, y me la enviaban aquí como si yo fuera el domesticador de adolescentes. Si la madre de esa niñata supiera como conseguí que Susana se relajara...

Los primeros días transcurrieron con normalidad. Las primas estaban siempre juntas charlando, riendo o tomando el sol. A diferencia del año anterior, Susana no hacía topless. Era lo más razonable para no levantar sospechas, pero deseaba volver a ver sus pechos redondos y, a poder ser, también los de Eli. Quería poder decirles que eran libre para broncearse como quisieran, pero la chavala seguía mirándome con recelo, manteniendo las distancias.

Tampoco conseguía hablar con Susana porque su prima iba detrás de ella a todas partes. Incluso se duchaban juntas para ahorrar agua caliente, siempre escasa en este lugar. Cuando no estaban juntas e intentaba acercarme a mi nieta, parecía que la otra lo detectaba y aparecía al momento.

Una tarde nos sentamos los tres en el sofá a ver una película. Susana se colocó en medio y, disimuladamente, me rozaba la pierna con su mano. Yo hice lo mismo, acaricié distraído su suave muslo. Por suerte para los dos, Eli se quedó dormida y mi nieta y yo salimos fuera para poder hablar.

- Ya era hora de que te la quitaras de encima.

- Es rarita, la pobre, pero es buena chica.

- No lo dudo, pero quería hablar contigo a solas.

- Sé lo que me vas a decir. Yo también quería repetir lo del verano anterior.

- Pero con tu prima aquí no puede ser.

- Exacto. Si se enterara sería un escándalo.

- Ahora está dormida.

- Pero se podría despertar.

- Si no hacemos ruido...

- Mejor no tentar a la suerte.

Sabía que mi nieta tenía razón, pero no podía aceptar que fuese a desaprovechar esa oportunidad. Pensé que la única solución era ganarme también a su prima, conseguir que me acabara viendo igual que Susana. Aunque era altamente improbable volver a tener esa suerte, decidí seguir el mismo plan exitoso del verano anterior.

Por falta de camas, Eli dormía en el sofá. Una noche me levanté y me dirigí hacia el salón. La joven roncaba de forma bastante sonora. Me acerqué a ella, introduje la mano bajo la manta y le agarré una teta. La joven ni se inmutó, ni siquiera cuando la metí por debajo de su camiseta y la apreté con fuerza. Seguí bajando la mano, traspasé su pantalón y acaricié su coñito pelado. Siguió roncando incluso después de meterle un dedo en la vagina.

No me dio la sensación de que se estuviera haciendo la dormida como su prima el verano anterior, así que decidí dejarlo. La situación me había excitado bastante y pensé en entrar al cuarto de Susana. Ella me había dejado claro que no podía ser, que nos podía pillar Eli, pero su sueño era tan profundo que merecía la pena intentarlo.

- Susana, despierta.

- Abuelo, ¿qué haces?

- Tu prima está dormida.

- Pero nos puede escuchar.

- Imposible. He intentado despertarla y no hay manera.

- ¿Por qué has intentado que se despierte?

- Eso da igual, tenemos vía libre.

- Lo siento, pero no.

Había llegado el momento de sacar el as que me guardaba bajo la manga. Hacía un año, mi nieta se había dedicado a chupar pollas de viejos a cambio de dinero, para poder operarse las tetas. Si al final las trancas maduras le acabaron gustando, seguro que el dinero le gustaba todavía más. Llegó el momento de revelarle el secreto mejor guardado.

- ¿Sabes por qué tu madre no quiere saber nada de mí?

- No, nunca me lo ha querido contar.

- ¿Te gustaría saberlo?

- Pues sí, pero no sé a qué viene esto ahora.

- Escucha y lo entenderás.

Le expliqué que mi mujer heredó en su momento una gran fortuna de sus padres. No solo dinero, también casas, joyas y obras de arte. Nuestra hija siempre contó con ser millonaria cuando nosotros ya no estuviéramos, pero mi esposa y yo decidimos venderlo todo y donarlo a obras de caridad. Solo nos quedamos lo justo para construir la casa en la montaña y vivir tranquilos el resto de nuestras vidas. Cuando la madre de Susana se enteró de que no obtendría esa fortuna, dejó de hablarnos a los dos.

También le conté algo que nadie más sabía, lo que quería utilizar en mi favor. Después de venderlo todo, hicimos una pequeña inversión a nombre de Susana y, con los años, esa cantidad de dinero se había multiplicado. Al ser mayor de edad, ella ya podía disponer de lo que era suyo, siempre que yo firmara un par de documentos para autorizarlo.

Susana me escuchaba con atención, sin poder ocultar su cara de asombro. Acababa de descubrir que podría ser millonaria, pero que dependía de mí. No es que la estuviera chantajeando, ese dinero era suyo, pero si se portaba bien, quizás lo obtendría antes de lo previsto.

- ¿Por qué no me lo dijiste el año pasado?

- Porque quería que volvieras, pero no por el dinero.

- Pues ya has visto que he vuelto.

- Necesito más de ti, que volvamos a ser los del último verano.

- Quieres que me deje follar a cambio de ese dinero, ¿no?

- Tú también lo deseas.

- Sí, pero no puede ser.

- Solo un poquito...

Después de mucho dudar, Susana me llevó la mano al paquete. Yo me abalancé de inmediato a por sus tetas, para volver a sentir su duro tacto y el sabor de sus pequeños pezones. Procurando no hacer ruido, se abrió de piernas para facilitar mi penetración y terminar lo antes posible. Tenía miedo de ser descubierta, pero enseguida su coñito se humedeció, señal de que lo deseaba tanto como yo.

Me dediqué a bombear sobre sus caderas, disfrutando cada milímetro de su cálido cuerpo, ese que tanto había echado de menos. Le tuve que tapar la boca para sofocar sus gemidos, estábamos volviendo a ser nosotros, tan llenos de ganas, de disfrutar yo de mi nieta y ella de su abuelo.

Después de un buen rato embistiendo, Susana tuvo un orgasmo que la hizo temblar de pies a cabeza. No pude evitar que su chillido de placer se escuchara más de la cuenta. Después de aquello, la joven adicta a las bananas colocó su cabeza entre mis piernas, para hacerme una mamada de recompensa.

La casa volvía a estar en silencio, solo se escuchaba el ruido de la saliva de mi nieta al chuparme la polla. Tenía la sensación de que algo fallaba, estaba echando de menos algo, pero no sabía el qué. Estaba a punto de correrme cuando lo recordé: ¡los ronquidos de Eli!.

Miré hacia la puerta y ahí estaba la joven, mirando con la boca abierta como su prima le hacía una mamada a su propio abuelo.

Continuará...

Descubre la Comunidad de Webcams +18
Conecta, comparte y vibra en vivo con las cámaras.

comunidad.todorelatos.com
© VictoriaSG

Valore y Comente los relatos que lee, los autores lo agradecerán y supondrá una mejora en la calidad general de la web.
 Comentarios sobre este Relato (2)
\"Ver  Perfil y más Relatos de VictoriaSG
 Añadir a Lista de Favoritos
 Reportar Relato
« VOLVER A LA PÁGINA ANTERIOR IR ARRIBA  ▲
 

📹 WEBCAMS +18: 1.000 Monedas Gratis!