La experiencia anterior me dejó impresionado; nunca había visto a Clara con tales convulsiones al llegar al orgasmo. Así que le pregunté a Miguel qué es lo que había hecho exactamente; me confesó que al meter su mano en el espacio entre el culo de su madre y la cama, empezó a acariciarla desde abajo hacia arriba hasta que levantó uno de sus dedos que, sin intención por su parte, se metió en el ano de Clara; fue en ese momento cuando ella empezó a culear como una salvaje y poco después se nos corrió encima como nunca.
La verdad es que Clara y yo habíamos hablado alguna vez de nuestros culos como órganos sexuales pero siempre los habíamos descartado; no es algo bonito ni intuitivo de entrada y hasta puede ser malo para la salud; sinceramente, no lo necesitábamos para sentir toda una gama de placeres. Pero este incidente realmente me despertó curiosidad sobre el asunto así que en la intimidad, sin Miguel como testigo, la pregunté a Clara sobre ello. “¿Te gustó el dedo de Miguel?”, la pregunté; ella hizo como que no había entendido, así que la cogí de la cara y mirándola a los ojos se lo volví a preguntar: “¿Te gustó el dedo de Miguel en tu culo?”, insistí; bajó la mirada, comprendiendo que lo sabía todo, y dijo de una manera suave, casi inaudible: “si”. “Clara, te corriste como nunca, ¿quieres volver a repetirlo?”; y esta vez dijo:
- “si, pero…”
- “pero ¿qué?”
- “fue como nunca, es verdad, pero luego sentí dolor y algo de quemazón”
-“es natural, no estás preparada para ello; pero ¿tú quieres repetir la experiencia? ¿Quieres volver a sentirla?”.
-“si”; esta vez fue firme y decidida, sin complejos, sin tabús.
Reconozco mi ignorancia sobre este tema, así que no me quedó más remedio que ir a una buena tienda de artículos para el amor y pedir que me asesoraran al respecto; y ahí me veis comprando dildos de distintos tamaños, suaves, limpios y vibratorios, con topes para impedir que aquellos se metieran hasta el fondo. Cuando Clara los vio casi le da un ataque de ansiedad; no le atraían y no se veía con ninguno de ellos puesto. Supongo que era lógico puesto que pollas no le faltaban, así que tuve que hacer una gran labor didáctica para convencerla. Poco a poco, la fui familiarizando con el más pequeño de la “familia”; se trataba de un tubo recto de unos 6 cm. liso y vibratorio, un juguetito de lo más mono, aún así más grande que cualquier supositorio.
La primera vez fue muy divertida; estábamos los dos solos y se lo di a chupar; después, mientras lo tenía en la boca, lo puse en marcha suavemente; cuando se lo sacó, la pedí que lo untara con gel y, una vez que lo hizo, la pedí que se tumbara bocabajo. Nerviosa, se tumbó con sus manos debajo; habíamos llegado al acuerdo de retirarlo en cuanto ella me lo pidiera, así que la pedí que se tranquilizara con un tierno beso en su culo; a continuación se lo metí poco a poco; ella suspiró, quizá de dolor, pero pronto empezó a culear; ¡que imagen tan bonita! Empezó a culear, a gemir y yo, poco a poco, se lo metí hasta el tope. Aquel objeto vibrante hizo su magia, sus propias manos la ayudaron y al poco pegó un grito que ahogó contra la cama y se corrió una vez más como nunca antes. Paré y le saqué el aparato, me abracé a ella, la besé y ella volviendo a la vida, me dijo:
- “gracias mi amor”
- “está claro, cariño, a ti te encanta tu culo”
- “si, gracias por ayudarme a descubrirme a mí misma”
De repente se dio cuenta de que mi polla estaba tiesa como un palo. Me tumbó en la cama y me la chupó como nunca;
- “me corro, me corro”
la dio igual, todo mi semen terminó en su boca; después, con una sonrisa beatifica sacó su lengua y se relamió como si hubiera comido el mejor de los postres. Tenía la carita angelical de quien nunca había roto un plato, pero su mirada era la de una niña que había hecho una trastada. Clara estaba cambiando de actitud, se estaba haciendo más atrevida y rompía sus propios tabús.
La di un beso en la boca con sabor a mi semen y nos quedamos dormidos desnudos y abrazados; no soy consciente de ello, pero cuando Miguel regresó seguro que nos encontró así. No creo que haya mejor recuerdo que pueda tener de sus padres.
Continuará…