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TODORELATOS » GAYS » MI HERMANITO: SPIN-OFF (COMPLETA)
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Fecha: 21-Sep-23 « Anterior | Siguiente » en Gays

Mi hermanito: Spin-off (Completa)

TeenBoy
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Mi hermanito y yo empezamos un juego sexual entre nosotros, lo que no sabemos es que cruzar esa línea cambiará nuestra vida para siempre, y no de buena manera. Version para imprimir

Mi hermanito: Spin-off (Completa)

Buenas! Esta historia de Mi hermanito es la original de hace bastantes años, pero en su día cuando la escribí era más pequeño, el caso es que con el tiempo no me terminó de gustar y la borré de la web, para al final publicar los capítulos que subí estas semanas.

He pensado que sería buena idea compartir esta versión, más antigua, eso sí, aviso, no tiene nada que ver con la publicada, al principio sí que es la misma historia, pero acontecimientos, personajes y final son radicalmente diferentes, esta historia nunca terminó de gustarme o convencerme, por eso la eliminé, la vuelvo a subir corregida, espero que os guste, ya me diréis cuál versión os gustó más, sin más, disfrutad la lectura, está completa.

Mi hermanito: Capítulo 1 - Un amor prohibido

Esto sucedió hace un año, era sábado, aun recuerdo lo feliz que estaba ese día porque eso significaba que no tenía Instituto, lo odiaba y no era porque no me gustase estudiar, simplemente no me agradaba estar cinco horas sentado escuchando a unos maestros dar explicaciones de no sé qué de Arquímedes.

Y es que, lo que más deseaba era ver llegar a mi hermano pequeño, él acababa de cumplir los catorce años años, yo tenía quince, nos llevábamos un año y medio.

El caso es que ese sábado era especial, porque mi hermano llegaba del internado, estaba en un internado por mal comportamiento y digo estaba porque ha cumplido el año de internamiento que ordenó el juez por lo que hizo, Rubén siempre fue muy rebelde, pero ese día se pasó y lo pillaron, el castigo pudo ser peor.

Por cierto, me presentare, me llamo Tomi, soy un chico de cabello oscuro corto, ojos avellana y complexión delgada, no soy para nada musculoso, mi cara tiene unas cuantas pecas en la nariz y mejillas, me considero normal, no me considero feo, sé que soy guapete, no estoy mal, pero en cambio mi hermano es todo lo contrario a mí.

Él es rubio con media melena, cabello tan liso como el mío, complexión normal aunque se cuida bastante y ojos azules, aunque él no lo supiese, mi hermano era el protagonista de mis largas noches de descanso en mi mente perturbada cuando me relajaba con una paja, bueno, no quiero enrollarme, vayamos al punto de partida en lo que jamás pensé que ocurriese.

La alarma de mi despertador sonó y yo como siempre me levanté y me duché, bajé al comedor y desayuné mientras veía la televisión, aunque a esas horas solo echaban Shin—chan y poco más, entonces escuché la puerta de la entrada, eran ellos, seguro.

—Ya estamos en casa. —anunció una voz femenina, era la de mi madre.

—Mamá, ¡por fin! —a la vez que decía esto veía a mi hermanito, al cual abracé sin duda y lo acompañé a su cuarto, pero lo notaba distante.

—Bueno hermanito ¿cuanto tiempo no? —pregunté.

—Si..., por lo que veo mi cuarto sigue igual.

—Bueno con más polvo pero sí, está igual, y qué, ¿te lo pasaste bien en las duchas del internado? —pregunté en broma.

Mi hermano me miró con unos ojos desafiantes, no me esperaba esa reacción, además, como dije, lo notaba ligeramente cambiado, no era el mismo que recordaba, y encima distante.

—Tomi quiero estar solo, para acomodar mis cosas, ¿te importa? —dijo con una voz apagada.

—No..., claro, te entiendo Rubén..., emm bueno, me alegra que estés en casa.

El día pasó muy rápido hasta llegar la noche, me la pase jugando a la consola y navegando por Internet con mis amigos, mi hermano se la pasó encerrado en su cuarto sin salir, entonces alguien tocó mi puerta.

—Adelante. —dije mientras me levantaba y apagaba mi laptop portátil.

—Tomi, ¿puedo pasar?

—Claro Rubén, adelante. —me senté en la cama y el se sentó a mi lado.

—Bueno..., perdona que antes haya sido tan antipático, es que esto de viajar en tren no me gusta nada.

—Tranquilo Rubén, no lo tomé a algo en tener en cuenta, además tu sabes que te quiero mucho.

—Si..., lo sé..., —Rubén bajó la mirada algo triste, me ocultaba algo.

—¿Te pasa algo hermanito?

—No me digas así...

—Bueno, ¿vas a decírmelo o no?

—Es que no se como empezar...

—Rubén tú sabes que puedes confiar en mí al cien por cien ¿verdad?

Rubén siempre confió en mí, me contaba todo lo que le pasaba y siempre le ayudaba cuando podía y cuidaba de él, en verdad quería mucho a mi hermanito.

—Tengo miedo de que si te lo cuento pienses mal de mi y ya no me quieras...

—No seas ridículo, yo siempre te querré ¿si?

Me acerqué un poco más a mi hermano pero este salió del cuarto y se metió en el suyo, fui a ver como estaba pero dijo que tenia sueño y que mañana hablaría, no quería forzarlo así que hice lo mismo y me acosté a dormir.

A media noche sentí la respiración de alguien en mi nuca, pensé que era el viento pero no, era una respiración entrecortada, cuando siento una mano en mi brazo que me sujetó, pegué un brinco e hice amago de gritar.

—No grites, que soy Rubén.

—¿Te volviste loco o es que me quieres matar de un infarto?

—Perdona..., es que no podía dormir, pero mejor me voy y no te molesto.

Rubén salió de mi cuarto y se fue al suyo, me sentí mal y le seguí hacia su habitación. En la penumbra pude verlo acostado en la cama boca abajo, entre y cerré la puerta.

—Rubén, perdona, no quise tratarse así, es que de verdad me asustaste.

Me acerqué a él y me senté a su lado, le aparté el flequillo de su pelo rubio y pude ver sus ojos desprendiendo lágrimas bajando por sus mejillas, sus ojos azules estaban tristes.

—Rubén..., ¿qué te pasa?

—Tomi..., yo me siento muy mal...

La voz de mi hermano salía muy floja y sin fuerza, me sentí mal por no saber qué le pasaba y verle llorar así, en verdad algo le hacía sufrir y a mi también, me acerqué a él y le susurre al oído.

—Hermanito..., cuéntame qué te pasa por favor, te prometo que te ayudare en lo que pueda.

Mi hermano se incorporó y limpiándose unas lágrimas bajó la mirada, aunque en la penumbra oscuridad de la noche podía ver sus ojos, ahora más oscuros, pero su cara tan bella podía verse muy bien.

—Es que..., estando en el internado..., me enamore de un chico...

Hizo una pausa y me miró a los ojos, pero mi corazón se quedó petrificado al escuchar esa declaración, mi hermano acababa de confesarme que era gay, o al menos bisexual y encima que estaba enamorado de un chico, no me gustó para nada eso.

—No..., no se que decir..., no me lo esperaba... —confesé.

—Me odias..., doy asco. —Rubén parecía abatido.

—No Rubén, tú no das asco..., es solo que me ha pillado desprevenido, eso es todo.

—Pero, soy raro... —dijo Rubén.

—No, no lo eres y te sigo queriendo igual, ¿llorabas por eso? —dije intentando darle ánimos con mi mano en su hombro.

—Sí..., bueno..., también porque ese chico me hizo mucho daño..., jugó conmigo.

—Déjalo, ya se arrepentirá, ¿te hizo daño?

—No..., pero sí me dañó mucho que jugara conmigo.

—Bueno..., ya ha pasado, ahora solo debes pensar en el futuro ¿vale? y no te preocupes, no le diré nada a mama y papa.

—Gracias Tomi, no se que haría sin ti.

Rubén me abrazó y yo a él, sentir que ayudé a mi hermano me alivió bastante, además que entendía sus sentimientos perfectamente, porque yo también tuve su edad y descubrí que era homosexual, también me rompieron el corazón, un chico de mi clase, estaba enamorado de él, pero me confesó que le gustaba una chica, me dolió esa confesión y me olvidé de él, pero eso es otra historia.

—Bueno, ahora duérmete y mañana hablamos mejor si quieres ¿vale? Ahora descansa. —le ordené.

—Espera, no te vayas, duerme conmigo esta noche Tomi.

—¿Estás seguro? —pregunté confuso.

—Sí, como cuando éramos pequeños y dormíamos en la misma cama, ¿recuerdas?

—Sí..., vale, dormiré contigo hermanito.

Me metí en la cama y abracé a mi hermanito, no se cuanto tardé en dormirme pero mientras lo hacía pensaba en lo que habría sufrido y sufrirá en el futuro, en cómo se sentiría y cómo se sentirá cuando lo rechacen y lo golpeen, no iba a permitir eso, mi hermano era muy frágil y podía salir muy lastimado, yo me encargaría de cuidarlo y protegerlo.

Estaba cogiendo el sueño abrazado a mi hermanito cuando éste me espabiló.

—Tomi... —mi hermanito Rubén se giró sobre la cama quedando ambos el uno frente al otro.

Los labios de mi hermano se posaron en los míos, uniéndose en un beso húmedo y largo. Al principio me resistí porque era mi hermano, pero la tentación era muy grande, me dejé llevar, se incorporó y se quitó la camiseta del pijama, le lamí los pezones, mi hermano estaba muy bueno, estaba riquísimo, le chupé y lamí todo lo que pude el pecho aun lampiño, todo su cuerpo, el cual saboreé entre sus gemidos.

—Tomi..., hazme tuyo, quiero ser tuyo.

—Pero Rubén..., somos hermanos, esto no está bien. —dije a regañadientes, realmente quería hacer mío a mi hermanito, se estaba cumpliendo mi sueño más anhelado, pero era algo prohibido, no podíamos hacer algo así, ¡éramos hermanos!

—Tomi, solo será esta vez, te lo prometo, enseñame a amar, por favor. —me suplicaba con los ojos lagrimosos, su voz, tierna y quebrada me rompió el corazón.

Se acercó otra vez a mí y mientras nos acariciábamos los cuerpos posó de nuevo sus labios carnosos de adolescente sobre los míos, estaban tan suaves y tan tiernos que no pude resistirme, me dejé llevar.

Bajé hasta su entrepierna, le bajé los pantalones del pijama y masajeé su pene por encima de sus bóxer, llevaba unos ajustados de color azul marino. Los cuales bajé y de dentro saltó un pene de unos trece centímetros más o menos, era precioso, lo cogí entre mis manos y lo empecé a pajear, bajaba la piel de su pene de forma lenta y sensual, podía ver la punta de su pene rosada, ambos estábamos sin circuncidar, sus gemidos me transportaba a otra dimensión, la del placer y la lujuria, incliné mi cabeza y me introduje en la boca ese manjar que siempre deseé, lo lamí y lo degusté, estaba delicioso, le masajeaba los huevos mientras le chupaba el pene.

Mi hermanito estaba totalmente lampiño, era puro y virgen, era mío, esa noche iba a ser mío y nadie lo iba a impedir, quería sentir el interior de mi hermanito pequeño, tan caliente y sexoso, era un ángel caído que me estaba ofreciendo su cuerpo suave y sedoso.

Rubén gemía de placer y con sus manos marcaba el ritmo de mi mamada, la cual yo hacía lo imposible por darle todo el placer que podía a mi hermano pequeño. Noté sus convulsiones, acontecía lo que iba a ocurrir, me sujetó con fuerza y con un forcejeo de caderas me la metió lo más dentro de mi boca hasta que noté sus huevos en mis labios inferiores y como con cada convulsión mi boca se llenaba de un líquido delicioso, el cual tomé, degusté y me tragué, no se corrió mucho, además aún era un poco líquido, una vez que dejó de mover sus caderas, la sacó de mi boca y se tumbó exhausto en la cama, todo sudado y respirando entrecortadamente.

Le observé, se había quedado dormido y yo a mil, estaba a reventar, pero lo vi ahí dormidito que no me atreví a despertarlo, así que le subí los bóxer y los pantalones del pijama, le tapé con las sábanas, me levanté de la cama, me acerque a su cara y le bese en la frente.

—Buenas noches Rubén. —murmuré.

Dicho esto salí de su cuarto cerrando la puerta tras de mí y dirigiéndome hacia la mía para hacerme una paja recordando lo que acababa de pasar, pero entonces pise con mis pies descalzos algo líquido y espeso, miré hacia abajo y vi que era blanco, me incliné y con mi mano recogí un poco, era semen..., pero..., ¿¡cómo!?

Mi hermanito: Capítulo 2 - Juegos incestuosos

Apenas pude dormir pensando cómo habían llegado esas marcas de semen a la puerta de mi hermano, sólo había una explicación de cómo llegaron ahí..., pero no me lo podía creer o no quería creerlo, era demasiado fuerte y algo en mí me decía que a partir de esa noche iban a cambiar muchas cosas en esa casa..., cruzamos la línea que los hermanos NO debemos cruzar jamás y lo íbamos a pagar muy caro.

Al día siguiente todo era muy confuso, una parte de mí recordaba lo acontecido y otra lo rechazaba, sabía que en mi interior me daba miedo lo que pudiera pasar y no quería contárselo a mi hermano para no asustarlo, ya tenía suficientes problemas con lo de saber que era gay y el haberlo dañado ese imbécil del internado.

Al fin tomé valor y bajé a desayunar, era domingo, así que sabía que mis padres estarían en casa, bajé a la cocina a prepararme las tostadas, pero no había nadie, me las hice y me tomé un vaso de leche..., leche..., de nuevo me vino a la cabeza el semen que había en el suelo de la puerta de mi hermano, mi sospechas se dirigían hacia mi padre.

Lo único que se me ocurría es que se levantase y escuchase algún ruido que hicimos, se asoma y fue cuando vio la escena, se pajeó y se corrió, pero eso era muy fuerte, no quería creerlo, quiero decir, un padre normal entra y nos riñe e incluso nos da un par de hostias, pero hacerse una paja..., viendo como sus hijos practican sexo oral entre hermanos..., no, eso no era normal, aunque lo que nosotros hicimos tampoco, era un pecado muy grave.

Mi hermano apareció con el mismo pijama de anoche, entrando en la cocina.

—Buenos días Tomi.

—Buenos días Rubén.—tomé un sorbo de leche mientras mi hermano abría el frigorífico. —dime, anoche, ¿como dormiste?

—Bien..., aunque tuve un sueño muy extraño. —confesó mi hermanito mientras miraba que había en la nevera.

—¿Que sueño? —pregunté.

—Nada una tontería. —mi hermano cogió una manzana y se disponía a irse.

¿Realmente piensa que todo fué un sueño? No puede ser, no me lo creo...

—Oye Rubén, espera.

—¿Qué?

—¿No vamos a hablar de lo que sucedió anoche? —le pregunté y observé su reacción.

Hubo un silencio incomodo, mi hermano dudó unos instantes y por fin rompió el silencio.

—¿Hablar sobre qué?

—Pues..., sobre lo que pasó, anoche, en tu cuarto, lo de...

—No hicimos nada malo. —me cortó.

—A ver, eso de que no hicimos nada malo..., es decir... —miré a los lados y a la puerta, no quería que nadie me escuchase decir lo que iba a decir—. Rubén, anoche, te la chupé, tío, de comí toda la polla, ¿sabes? y somos hermanos.

—¿Y qué? a mi me gustó. —Rubén dio un mordisco a la manzana y acercándose a mí me besó en la boca pasando el trozo de su boca a la mía, yo instintivamente me alejé de él mientras masticaba lo que antes estaba en la boca de mi hermanito y me lo tragaba con parte de su saliva.

—¿Pero qué te pasa? —le pregunté un poco enojado y sorprendido mientras él sonreía y se comía otro trozo de manzana roja.

—Mira, Tomi, lo de anoche, me gustó, mucho de hecho, estuvo genial y no veo nada de malo en que dos hermanos se diviertan y jueguen, solo fue eso, un juego, además, bien que ayer no pusiste pegas.

—No puse pegas porque no sabía que iban a... —mis ojos se posaron en la figura que entró en la cocina, era mi padre.

Venía sudado de correr sus diez kilómetros diarios, porque sí, mi padre era un deportista nato, fue campeón del condado con el equipo regional, además siempre participa en las maratones que se organizan y a veces sale con la bicicleta.

Mi padre es un hombre de cuarenta y ocho años, bien maduro ya, cabello corto de color rubio oscuro, estaba bastante tonificado, piel un poco oscura por el sol, y mediría unos ciento ochenta centímetros.

—Uff que cansado estoy, necesito refrescarme. —dijo mi padre, que sacó una botella de agua fría y bebió de ella, quise mirar a mi hermano, pero éste ya se fué.

—Hijo, deberías hacer ejercicio, correr todas las mañanas 1 horita no te matará.

—Ya hago ejercicio con el equipo de fútbol...

—Sí, dos veces a la semana, ¿Por qué no te vienes conmigo y sudamos juntos?

—Ehhh..., no, gracias papá, prefiero quedarme en casa, tengo cosas más importantes que hacer. —dije y comencé a caminar para salir de la cocina.

—¿Tan importantes como los de anoche? —dijo mi padre, y tras esto, comenzó a beber el agua de la botella mientras me miraba de reojo.

Mi cuerpo y mi sangre se quedó helada, no pude reaccionar, mi pulso se aceleró y creí desmayarme, lo sabía, él lo sabía y me lo acaba de decir con una indirecta y yo sólo quería desaparecer.

—Yo..., no entiendo..., no sé a qué te refieres..., es decir, no... —mi voz tartamudeante demostraba que yo sabía a qué se refería.

—Pues... —acercándose a mí se posó sobre mi oído derecho y en voz baja me susurró—. Pues, tú sabes a qué me refiero, fue algo que no me esperaba de mis hijitos queridos, pero fue muy rico lo que vi, la próxima vez, avisa.

Mi padre salió de la cocina y se dirigió a la ducha, yo aun sin poder asimilar lo que me dijo me dirigí a mi cuarto, quería dormir y no despertar.

No sé qué hora sería, pero no quería despertar, solo sé que ojalá no lo hubiera hecho, me levanté y escuché unos gemidos en el cuarto de mi hermano, me acerqué y se le escuchaba agitado, como si estuviera haciendo ejercicio o algo, presentía algo malo, no llamé a la puerta y directamente la abrí, lo que vi me dejó alucinado.

—¿Se puede saber que haces? —pregunté alterado.

—¡Tomi!, ¿pero es que no llamas antes de entrar? —mi hermano estaba en ropa interior, con unos bóxer azul clarito y sudado, estaba haciendo abdominales, por una parte me excité, y por otra me sentí aliviado.

—Menos mal... —murmuré.

—¿Menos mal qué?

—Rubén, debo decirte algo, es grave.

—¿No puede ser luego?, quiero ducharme. —dijo mientras se ponía en pie, estaba todo sudado, el sudor le daba cierto brillo a su cuerpo lampiño, un poco definido para su edad, me estaba poniendo cachondo.

—No, tiene que ser ahora. —dije desviando un poco la mirada mientras Rubén con una toalla se secaba el sudor de la cara.

—Bueno, dímelo mientras me ducho. —dijo.

—¿Como? —pregunté confundido.

Mi hermano con una mirada picara se bajó el bóxer y se fué a la ducha, abrió el grifo, el agua comenzó a salir y acercándose a mí me llevó hacia dentro, cabe decir que yo no me opuse.

—Tomi, creo que te debo algo... —dijo mi hermanito Rubén mordiéndose el labio inferior.

—¿Qué?

Rubén me beso en la boca, callándome, sus labios eran tan suaves..., me fue quitando la camiseta y se puso de rodillas, me bajo el pantalón y los bóxer.

—Wow, ¿cuanto te mide?

—Pues no sé..., quince centímetros creo...

—Me fascina. —confesó.

Mi hermano se metió mi pene en la boca a la vez que masajeaba mis huevos, yo cerré los ojos para sentir el placer más grande, el que un hermano te la esté chupando es algo que no tiene palabras.

—Rubén... —sujeté la cabeza de mi hermanito y empecé a follarme su boca rápidamente sin parar, su boca me daba un placer sin precedentes, si era la primera vez que la mamaba, lo hacía como nadie.

El agua mojaba nuestros cuerpos y no pude evitar soltar algún gemido, acaricié los cabellos de mi hermano mientras me comía toda la polla. Entonces abrí los ojos y pude ver en la puerta del baño a mi padre, tenía la polla saca y con su mano derecha se estaba pajeando, yo, alterado casi se me sale el corazón.

Ahí estaba yo, con mi hermanito pequeño arrodillado chupándomela mientras nuestro padre nos observaba pajeándose con ferocidad, iba a avisar a mi hermano pero el gesto de mi padre me lo impidió, se llevó la mano izquierda a sus labios y con un dedo hizo el gesto de que callase.

Lo peor de todo es que la boca de Rubén estaba a punto de hacerme correr, mi hermano empezó a succionar mi pene y yo empecé a correrme, sujeté con fuerza la cabeza de mi hermano contra mi pene mientras descargaba mis huevos en su boca, cerré los ojos para no ver a mi padre como disfrutaba de vernos teniendo sexo oral.

Mi hermano sujetaba con fuerza mis muslos y succionaba con fuerza mi polla, no pude evitarlo, entre temblores terminé de correrme dentro de la boca de mi hermanito, una vez que me corrí y mi hermanito se tragó todo, abrí los ojos, nuestro padre ya no estaba, miré al suelo, tampoco había corrida, eso quiere decir que anoche se corrió a posta, quería que lo viese, que hijo de puta.

—Ufff joder, si que esta rico tu semen. —dijo mi hermanito levantándose y sacándome de mis pensamientos.

—¿Estás bien? —me preguntó preocupado.

—Sí, es que..., no sé, esto no está bien...

—Cálmate hermano, ¿ por qué no te duchas conmigo? —me preguntó con mirada pícara.

—No..., es que me encuentro mal...

Mi hermano se acercó a mí y besándome pasó parte de mi semen a mi boca, nos fundimos en un largo e intenso beso, al separarnos me salí de la ducha y él siguió dentro bañándose.

De nuevo miré el suelo para ver si encontraba restos de semen, pero no había nada, así que salí del cuarto, aunque temía encontrarme con mi padre, me daba mucha vergüenza.

Me fui a mi habitación y me eché en la cama, vaya fin de semana, no sabia que hacer, mi cabeza estaba hecha un lío, debería estar feliz porque mi hermano, con el que soñé estar, ahora era como mi juguete y yo el suyo, pero algo dentro de mí me incomodaba.

Quizás era la idea de que mi padre lo supiera, o de que le gustara, o peor aún, de que quisiera participar, podría chantajearnos, muchas ideas pasaron por mi cabeza esa mañana. Lo que aun no sabía es que el domingo aún no acabó y con él un acontecimiento que nunca en la vida me hubiera imaginado.

Mi hermanito: Capítulo 3 - El parque

Unos gritos me despertaron, era mi madre llamándome para almorzar, bajé las escaleras y lo hice bastante nervioso de encontrarme a mi padre, al bajarlas todas me encontré con mi hermano.

—Hola Rubén, tengo que hablar contigo urgentemente. —sujeté a mi hermano del brazo y lo metí en su cuarto cerrando la puerta, esta vez no se me iba a escapar, debía contárselo.

—¿Qué pasa? Ya puede ser importante.

—Papá sabe que me hiciste sexo oral. —solté de golpe.

Mi hermano se quedó un poco sin saber que responder, asimiló las palabras, continuó mirándome y entonces habló.

—Ok..., estás diciéndome, ¿que se lo has contado? —preguntó incrédulo y aún asimilando la información que le había soltado.

—No joder, ¡¿cómo voy a decirle eso?!

—¿Entonces?

—A ver, anoche cuando te la chupé nos pilló y...

—¿Qué? —Rubén negaba con la cabeza y sonreía irónicamente de manera nerviosa.

—Escucha, nos pilló anoche y hoy nos pilló de nuevo.

—Serán imaginaciones tuyas, si nos hubiese pillado nos hubiera reventado la cabeza, es más, creo que mi cabeza estaría enterrada en el jardín con Spyke.

Spyke era un perrito que tuvimos y falleció hace unos años, recordarle me daba pena...

—Es que..., —suspiré para coger aire y así decirle a mi hermano que nuestro padre disfrutaba de nuestros juegos incestuosos.

—¿Es que qué? —preguntó ya muy nervioso.

—Se masturbó mientras nos espiaba...

—¿Cómo?

Mi hermano quiso salir de la habitación y yo me puse en medio.

—¿A dónde vas? —pregunté.

—Lejos de aquí.

—¿Pero qué te pasa?

—¡¿Que qué me pasa?! Tío, si nuestro padre lo sabe y disfruta con ello, me largo de aquí, ¿qué le impide querer participar?

—Lo se..., pero no podemos huir.

—¿Y qué hacemos Tomi? Estoy estoy al borde de llorar.

—Tranquilízate, ¿vale? vamos a olvidarlo todo y no haremos más nada, hagamos que nunca paso nada...

—Pero a mí me gusta Tomi y quiero seguir haciéndolo...

—Lo sé, pero somos hermanos Rubén, esto está mal y lo sabes, se nos ha ido de las manos, debemos dejar de hacer cosas, se acabó, ¿de acuerdo?

Mi hermano me miró enfadado y con una afirmación se fue hacia la sala para comer.

—¿Dónde estabais?—mi madre algo preocupada preguntó a Rubén, el cual salió de casa dando un portazo.

—¿Se puede saber qué está pasando?—la voz de mi padre se dirigió hacia mí, pero yo ya no lo miraba como antes, me causaba rabia y vergüenza, ya nada sería igual entre nosotros.

—Nada, nos peleamos. —dije.

—Pues ve y busca a tu hermano, Tomi. —me ordenó mi madre.

—Vale...

Salí de casa y me puse a buscarlo, pensando en dónde podría estar mi hermanito.

Mi hermano por su parte, daba vueltas por las calles sin rumbo fijo, sin saber a dónde ir.

—Estúpido... —se maldecía mi hermanito.

Mi hermano caminaba por el parque con la mirada en el suelo, estaba enfadado y a la vez dañado por saber que algo nuevo que se abrió a él, es decir, nuestra relación incestuosa, se le cerraba de golpe.

Ya era muy tarde, el sol golpeaba con fuerza y no había nadie en el parque, se sentó en un banco y echó su mirada al cielo, que cada vez se oscurecía más.

Entonces escuchó unos ruidos cercanos a donde él estaba, se acercó a curiosear, provenían de unos arbustos, se armó de valor, se adentró y no dio crédito a lo que veía, un hombre bien gordo le estaba dando por el culo a un chico joven, el chico joven no debería tener más de veinte años, con el asombro no se dio cuenta que estaba a plena vista mientras observaba la escena, el hombre gordo tenía al chico cogido de la cintura, pegados a un árbol, de espaldas a Rubén, le estaba follando bien duro.

—¿Te gusta lo que ves? —una voz grave salió de detrás de Rubén.

Los otros dos que estaban follando miraron un momento alertados, pero siguieron follando como si nada.

—¿Eres nuevo? ¿cuanto cobras? —preguntó el hombre, que mediría uno con ochenta como mínimo, estaba regordete tambíen y tendría unos cincuenta años, en comparación con mi hermano Rubén que mediría unos ciento sesenta centímetros.

Llevaba un uniforme de operario de grúas, de color azul oscuro, con barba de varios días y cabello corto, su aliento desprendía olor a alcohol y tabaco, daba grima.

—¿Cómo? —Rubén no daba crédito, lo habían confundido ¡¡con un chapero!!

—¿No eres muy joven para estar aquí mocoso?

—¿Y a usted que coño le importa? —le recriminó mi hermanito.

—Te pago cincuenta pavos por dejarte follar. —dijo el hombre.

Rubén estaba a punto de marcharse de allí, pero no lo hizo, dentro de él sintió algo, el morbo le ganaba, sentía muchas ganas de follar y encima por dinero, le ponía mucho, muy cachondo.

—Te pago cien joder. —el hombre sacó otro billete de cincuenta ante el silencio de mi hermanito Rubén.

—Doscientos. —sentenció mi hermano.

—Eso es una exageración chaval, ni que fueras de oro.

—Soy virgen y tengo catorce.

El hombre al escuchar eso se puso más caliente, sacó de nuevo la billetera que se había guardado previamente y sacó cuatro billetes de cincuenta, se los dio a Rubén, que los cogió y se los metió en el bolsillo de los vaqueros.

El hombre sacó un condón y bajándose los pantalones y el bóxer se lo puso con dificultad por su barriga cervecera y peluda.

Su pene era pequeño, no mediría más de catorce centímetros, eso sí, era gordita y peluda, el hombre se pajeó un poco con el preservativo puesto.

—¿A qué esperas? ponme el culo, putito. —ordenó el hombre.

Rubén con duda se empezó a bajar los pantalones y los bóxer, miro hacia donde follaban los dos de antes, pero ya no estaban.

El tío sujeto a Rubén y lo dirigió hacia el árbol más cercano y allí lo inclinó al árbol de espaldas, Rubén puso sus manos en el árbol con un poco de nerviosismo. El hombre sujetó la cintura de Rubén con sus manos y le hizo inclinarse más poniendo su culo en pompa.

—Uff estoy muy caliente. —confesó el hombre.

—Con cuidado... —avisó mi hermano.

—Tranquilo, no eres el primero que desvirgo, putito.

—No me llame así...

—He pagado, te llamaré como me salga de la polla, hablando de polla, ¡¡toma!!

El hombre apuntó la punta del pene en el orificio de Rubén, apoyándose en él, lo sujeto de la cintura con firmeza y empezó a presionar su agujero con rudeza.

—Ahhh..., me duele...

—Cállate joder, me cortas el rollo. —el tío era muy desagradable.

Rubén con ojos lagrimosos notó un dolor insoportable al sentir la acometida del hombre, que le atravesó entero, con un fuerte grito que se escuchó en todo el parque Rubén aulló de dolor.

—¡¡Ahhh joder!! ¡¡sácala!! ¡¡quema!! —mi hermanito estaba arrepentido de esto, intentó zafarse pero el hombre le pegó una colleja con fuerza.

—¡¡Que te calles joder!! He pagado por follarte y voy a follarte.

El hombre empezó a bombear el culo de Rubén con fuerza y rapidez, la sacaba y se la clavaba hasta el fondo, sintiendo como los huevos del tío chocaban con su culo.

Y eso que era difícil por culpa de la barriga del tío, que Rubén sentía en su espalda, el hombre gemía como un cerdo y se pegó más al cuerpo de mi hermano, que empezó a gemir ligeramente, ayudaba que el hombre tuviese una polla tan pequeña y que la barriga amortiguaba para que no entrase tan profundo.

El hombre fue acelerando las acometidas, le daba estocadas hasta que su barriga chocaba en la espalda de mi hermanito, le follaba rápidamente, puso a Rubén inclinado contra el árbol sin parar de penetrarle el culo, con fuerza y bien duro.

—Ah..., estás delicioso joder, y tan joven, ufff como a mí me gustan joder, así así...

Rubén no decía nada, simplemente se dejaba follar con la fuerza que ese gordo le daba, el hombre estaba a punto de correrse.

Tras varios minutos follandose a mi hermano, aceleró sus acometidas y siguió follándoselo sin parar hasta clavársela entera y correrse en el condón. Se quedó dentro de él un rato y saliendo se quitó el condón y lo lanzó a un lado.

—Uff estuvo genial, tienes un culo que vale oro, ¿te veré por aquí más?

Rubén le miró con odio mientras se subía la ropa.

—Puto pedófilo. —dijo.

El hombre le intentó dar un golpe pero Rubén lo esquivó.

—No me llames eso cabrón, tú accediste y tienes el dinero. —dijo el hombre ahora alterado.

—Dame todo lo que tengas o empiezo a gritar. —amenazó Rubén.

El hombre tragó saliva nervioso, no sabía que hacer, la había cagado por sinverguenza, sacó la cartera y le dio todo el dinero, otros doscientos, Rubén también le pidió el reloj.

—Largo y que no te vea nunca más por aquí, capullo. —dijo Rubén mientras salía de los arbustos dejando al hombre allí cabizbajo y devastado.

Rubén salió del parque mientras contaba los billetes, cuatrocientos pavos, cojeaba un poco, pero cuando se guardó los billetes y miró su nuevo reloj, sonrió, sintió satisfacción de cómo salió victorioso, con el culo roto, sí, pero victorioso.

Entonces se encontró conmigo.

—¿Donde estabas? Te he estado buscando. —pregunté preocupado, miré como se ponía el reloj en su muñeca izquierda—. ¿Y eso?

—¿Qué? Ah, mmmm..., lo encontré en la calle tirado. —mintió.

—Pero, es de marca, ése reloj es de los caros...

—Lo sé, es un Tag Heuer, mínimo de mil pavos. —dijo con una sonrisa de orgullo mientras lo lucía, era totalmente negro con la esfera azul oscura, realmente precioso.

—¿No lo habrás robado no? —pregunté confundido.

—Que no joder. —enojado me apartó a un lado.

—Perdona, es que no sé..., oye siento lo de antes, no quería hacerte sentir mal. —dije.

—No importa, volvamos a casa.

Y así, ambos nos dirigimos a casa, pero no pude evitar fijarme que andaba raro y que estaba sudando, como si hubiese hecho un fuerte esfuerzo.

Mi hermanito: Capítulo 4 - El chico negro

Los días fueron pasando y con el instituto todo se fue calmando, mi relación con mi hermano Rubén se fue enfriando desde esa ultima vez y mi padre..., no hubo más insinuaciones desde ese día, pero iba a llegar el día en que mi corazón acabaría hecho trizas.

Estábamos en el cambio clase esperando que llegase el profesor cuando uno de mis compañeros se acercó y se sentó a mi lado.

—Oye, quería hablarte de una cosa...

—¿Qué pasa?

—Mira yo no quería decírtelo pero..., más vale que te lo diga yo a que llegue a tus oídos por otros.

—¿El qué? —pregunté confuso.

—Pues, se comenta que vieron a tu hermano salir del parque de los aviones varias veces a altas horas de la noche. —dijo en voz baja.

—¿Y qué tiene eso? —no entendía por dónde iba.

—Joder..., ¿no lo entiendes?

—No...

—A ver, no quería ser brusco..., pero..., el parque de los aviones lo utilizan maricones.

Me quedé callado antes sus palabras.

—Mi hermano no es maricón, ¿ok?

—No, escucha, no lo entiendes, allí se reúnen maricas con chaperos, para tener sexo a cambio de dinero y por las noches es cuando más actividad hay, y teniendo en cuenta que tu hermano es joven, pues...

Mi mente no lograba asimilar esas palabras, al menos no muy deprisa, mi compañero se dio cuenta de que me quedé sin reaccionar.

—¿No vas a decir nada? —me preguntó.

—Escucha, mi hermano no es un chapero, eso lo primero, ¿quien te dijo eso?, porque miente y si no miente se habrá confundido con otro que se le parezca.

No esperé a que terminaran las clases, me salte la valla y me dirigí a casa, por el camino me venían muchas cosas y no eran buenas precisamente, últimamente estaba distante, distraído, el día de la fuga estaba cojo y salió del parque de los aviones, y llevaba un reloj de más de mil pavos, mi corazón no quería creer lo que parecía evidente, mi alma estaba siendo torturada, no, mi hermanito no por favor.

Cuando llegué a casa subí al cuarto de mi hermano y entré sin pensarlo, necesitaba pruebas, pero por más que busqué no encontré nada. Salí y me metí a mi cuarto, llegaron mis padres y almorzamos, mentí diciendo que salí antes de clase, cuando llegó mi hermano, lo estuve observando, pero no vi nada raro en él que me dijera algo.

—Oye, ¿por qué te has saltado clases? —me preguntó al llegar.

—¿Eh? Ah..., mmmm, estaba con dolor de tripa. —mentí, aunque no del todo, porque sí que me encontraba mal con todo lo que estaba pasando.

No tenía otra opción, debía esperar a que oscureciera y ver si salía, me la pase despierto jugando a la consola en volumen bajo, entonces escuché su puerta, estaba saliendo, serian las dos de la madrugada.

Al rato salí yo, vi que ya no estaba en casa, había salido, me puse las zapatillas y salí corriendo pero no le encontraba, joder, lo perdí, iba a dar la vuelta pero...

Recordé las palabras de mi compañero sobre el parque de los aviones y me armé de valor, si era verdad que era chapero, lo encontraría allí para mi desgracia.

Sin pensarlo me dispuse a ir al parque, no había ni un alma en la calle, sólo unos tres chicos de mi edad más o menos, estaban separados, cada uno a una punta, tenían mala pinta y la verdad es que me entró un poco de miedo.

Recorrí el interior del parque con valor e indagué, pero no veía a mi hermano, me senté en el banco a esperar si llegaba, pero en vez de él llegó un hombre de unos cincuenta años y fué hacia uno de los chicos, hablo con él y se metieron entre unos arbustos, mi curiosidad era grande, aunque ya sabía lo que estaban haciendo o lo imaginaba, pero..., ¿y si estaba mi hermano allí?

Me levanté del banco y caminé hacia los arbustos, estaba bastante oscuro y se escuchaban gemidos, se notaba que habían varios follando.

Seguí adentrándome entre los arbustos y vi a dos chicos follando, la verdad es que se me puso muy dura, pero no vine a eso, me intente centrar y mirar alrededor para ver si lo alcanzaba a ver y entre la penumbra vi a mi hermano siendo penetrado por un tío de unos cuarenta años o más, lo tenía agarrado de la cintura, él no podía verme, pero yo si a él, estaba siendo penetrado brutalmente y escuchaba como gemía como una perra en celo, el hombre no se amilanaba y le daba bien duro, no se como aguantaba esos embistes.

Entonces alguien me agarro el culo por detrás, enseguida me di la vuelta y vi que era un chico de unos veinte años, era negro y muy alto.

—¿Cuanto cobras? —preguntó el chaval sacando su polla negra, era enorme, por lo menos veinte centímetro, negra y con vello en su pubis, estaba circuncidado.

—Perdona..., te equivocas. —dije intentando salir de allí.

—¿Que me equivoco? —preguntó en un tono que no me gustó.

—Si..., yo ya me iba.

—Venga tío, mira como la tengo. —y sujetando mi mano la puso en su pollón, podía sentir que la tenía resbaladiza por el líquido preseminal, en un acto reflejo aparté mi mano enseguida.

—¿Qué haces joder? No soy un puto. —dije enojado.

—Mira blanquito de mierda, yo he venido a follarme un culo y será el tuyo, aceptes o no el dinero, solo quiero follar y te voy a follar pagando o gratis, tu decides.

El chico me empezó a bajar el pantalón y yo sin reaccionar, solo pude seguirle la corriente, la verdad es que tenía miedo de que me hiciera algo y encima todos pensaran que era chapero por estar allí.

Me di la vuelta y me dispuse a ser follado por el, el chaval negro sacó un botecito de lo que parecía lubricante, se echó en la polla y luego con la mano embadurnó mi ano, estaba helada.

Di un respingo y sonrió, entonces sentí como me la metía lentamente mientras me besaba la nuca, la verdad es que lo hacía de una forma que me hizo ponerme caliente, me la fue ensartando despacio pero a la vez con ternura, algo muy extraño, pensé que sería más brusco, pero logró metérmela hasta el fondo sin hacerme mucho daño, estuvo un rato así y comenzó a moverse dentro de mí, la sacaba hasta casi tenerla toda fuera y la volvía a meter a un ritmo tranquilo, con pausa y con amor.

—Ah..., sii... —se me escaparon gemidos que él notó con satisfacción.

—¿Ves...?, te gusta...

Me daba rabia pero tenía razón, me gustaba como me estaba follando el chico negro, ¡y de qué manera!, joder.

Me empezó a bombear con más fuerza y no pude evitar gemir de placer, me estaba llevando al éxtasis, su polla negra me daba con fuerza hasta mi tripa, me inclinó más y pude ver a lo lejos a mi hermanito, el hombre cuarentón le daba por culo con fuerza, sin saber que yo estaba viendo la escena también siendo follado, los dos hermanos siendo penetrados al mismo tiempo por desconocidos.

El hombre apretó con fuerza contra el cuerpo de mi hermano, se lo follaba salvajemente y sentí los gemidos de mi hermano, en ese momento empecé a llorar de impotencia, mi hermano ya no era virgen, ya no era especial, no era mi hermanito, era un puto cualquiera.

El chico negro se dio cuenta de mi llanto y me sujetó hacia él, me miró confuso y se detuvo.

—¿Te hice daño? —preguntó con preocupación.

Negué con la cabeza y me limpié las lágrimas, al mirar de nuevo a mi hermano ya no estaba, se habían marchado, el chico negro continuó follándome y me dejé, quise centrarme en lo que me hacía, olvidarme de mi hermano, aunque el dolor que sentía era desgarrador.

El chaval siguió follandome varios minutos, me sujetaba con fuerza y yo comencé a pajearme, estaba más tranquilo y su polla me estaba dando un placer increíble, me dejé llevar y comencé a correrme sin parar, me pajeaba con furia y mientras me corría apreté los músculos de mi culito volviendo loco al chico negro.

El chico negro comenzó a correrse dentro de mí, no se cuantas veces noté sus chorros entrar dentro de mí, pero me dejo llenito por dentro, me la sacó haciéndome sentir un fuerte vacío dentro, me besó en la boca y me metió un billete en el bolsillo.

—¿Sabes?, jamás había follado un culo como el tuyo.

Diciendo esto se subió el pantalón y se marchó, por mi parte, me subí el pantalón y miré de nuevo donde Rubén era follado.

—Joder, espero que no me haya visto.

Estaba a punto de salir pero unos gemidos me lo impidieron, me eran conocidos, me dirigí hacia ellos y lo que vi me heló la sangre, me entró un fuerte temor y miedo a la vez, jamás imagine ver lo que vi.

Mi hermanito: Capítulo 5 - Mi padre, el perverso

Los rayos de luz entraban por mi ventana y yo instintivamente me tumbé boca abajo intentando evitarlos, pero lamentablemente ya me había espabilado, me puse a pensar en todos los acontecimientos que habían pasado estos días, joder, eran demasiados y no podía asimilarlos bien.

Por un lado estaba la llegada de mi hermano, el cual estaba cambiado y que me insinuó que le hicieron bullying en el correccional, esa misma noche tenemos nuestra primera experiencia sexual, la cual fue espiada por mi padre, que se corrió viéndola, todo esto sin mi hermano saber nada, aunque habría una segunda vez que nos espiaría y joder..., vaya padre...

Me giré y miré por la ventana, estaba soleado..., seguí pensando en los demás acontecimientos, mi hermano cuando se enteró que mi padre nos espiaba, se fue de casa enfadado y lo confundieron con un chapero, cuando me dijeron eso, yo no me lo creí, pero la otra noche lo confirmé, con la desgracia que también me confundieron a mí, pero al fin y al cabo, a mi me excitó esa situación, mientras me follaban, mi hermano estaba también recibiendo lo suyo..., aunque debo decir que me causa rabia que no haya sido yo el primero en su vida...

Llamaron a mi puerta despacio en ese instante.

—¿Quién? —pregunté.

Abrieron la puerta y entró mi hermano a mi cuarto.

—¿Podemos hablar? —me miró con mucho rubor y pena.

—Es que recién me desperté y...

Mi hermano cerró la puerta y se sentó en mi cama.

—Escucha..., anoche te fuiste muy furioso y lo comprendo..., doy asco.

Mi hermano bajó la mirada y sus ojos se mostraban un poco llorosos.

—Rubén yo nunca pensaría así de ti, no vuelvas a decir que das asco.

—Pero..., es que...

—¿Lo dices por...?

Mi hermano se mantuvo en silencio.

—Escucha, yo no soy un experto en esto pero puedo decirte que no das asco, muchos chicos son chaperos y pues..., no les queda de otra y encima son heteros, pero no tienen alternativa, necesitan comer y vivir, mantener a sus familias y no morir de hambre.

—Pero no es mi caso... —dijo.

—Lo sé y no te justifico, pero, si te cuidas y tienes cuidado..., yo no te detendré.

—¿Porque no? —preguntó confuso.

Me miró extrañado, incluso yo mismo me extrañe con lo que dije, pero ¿qué podía hacer?

—Porque si te gusta y te excita esas situaciones, yo no te lo impediré, Rubén.

Mi hermano bajó la mirada y se levantó de la cama.

—Entonces no te metas más, es mi vida y ya soy mayorcito.

—No lo haré, te lo prometo. —dije cabizbajo.

—¿Y qué harás con papá?

—Pues no lo sé..., hablaré con él. —mientras le contestaba me levanté también, estaba un poco cabizbajo por la conversación, mi hermano era chapero y no volvería a ser mío nunca.

—Ok... —contestó.

Mi hermano salió del cuarto y yo un poco frustrado me metí en la ducha, me pegué una ducha con agua fría, necesitaba estar despierto para lo que iba a hacer ahora. Mi hermano piensa que me fui enfadado con él..., pero no fue eso lo que pasó.

En ese momento recordé lo que vi en el parque, cuando el chico negro terminó de follarme y se largó escuché unos gemidos, me acerqué a investigar y entonces vi a nuestro padre, se estaba follando a uno de los chaperos, yo no supe reaccionar, me quedé congelado, lo peor de todo es que estaba de frente, me miró y se dio cuenta de que era yo, me guiñó un ojo y siguió follándose al chapero sin quitarme la vista de encima.

Me miraba con excitación y escuché cómo le empezó a hablar al chapero como si fuese yo el que estuviese en su lugar.

—Así joder, que buen putito eres Tomi, que culo joder.... —y me miró mordiéndose el labio inferior con placer.

Sus palabras no las logré encajar bien y salí corriendo de allí, corrí como si el fin del mundo estuviese detrás de mí.

Terminé de ducharme y salí de mi cuarto, aun recordaba lo de anoche, bajé al comedor, no estaban mis padres, lo mas seguro es que salieron a comprar, ya eran las diez de la mañana, busqué a mi hermano y tampoco lo encontré, así que me puse a jugar a la consola después de desayunar.

Pasaron las horas, ya eran las doce de la mañana, mi madre llegó de comprar, estaba en la cocina haciendo la comida supongo, mi padre sentado en el sofá del salón viendo la televisión, era el momento ideal y perfecto, me acerque y me senté a su lado.

Estuve en silencio bastante, no me atrevía ni a abrir la boca, entonces me miró de reojo, estaba viendo las carreras de caballos.

—Bueno, hijo, ¿como la pasaste anoche? —preguntó con sarcasmo.

—¿Que..?

—Digo, como te escuché llegar tarde, pues supongo que estarías en alguna fiesta o algo. —soltó guiñando su ojo derecho.

Yo le miré extrañado, pero él seguía viendo la televisión, mi silencio empezó a incomodarle.

—¿No dices nada? —preguntó.

—¿Qué quieres que diga papá?

No contestó, seguía mirando la televisión y yo me levante enojado.

—Bueno..., anoche vi algo que creo que mamá debe saber. —solté de forma amenazadora.

Mi padre me agarró del brazo enseguida y me hizo sentar, parecía que no le gustó mi amenaza.

—Ni se te ocurra. —dijo.

—Pero...

—Mira, si le dices algo a tu madre te arrepentirás, además, que yo sepa, yo no soy el que va allí a dar el culo. —dijo de manera cínica.

—¿Pero qué dices? Yo no fui a eso, lo que pasa es que...

—¿Piensas que no te vi? La otra noche me dormí en el sofá, estaba oscuro, entonces te vi salir de madrugada, iba a regañarte, pero pensé, ¿a dónde vas a estas horas?

Se detuvo y subió el volumen de la televisión para que nuestra madre no escuchara nuestra conversación, y prosiguió.

—En un primer momento pensé que ibas a casa de alguna chica a follar, o incluso a comprar drogas, pensé muchas cosas, pero..., cuando te vi entrar al parque...

—¿Me seguiste? —yo alucinando me quedé sin palabras.

—El caso es que, cuando te vi entrar dentro del frondoso parque, y decidí seguirte, uffff, vi como ese negro te follaba, joder, mi hijo follado por dinero, iba a ir a reventarle la cabeza, pero me puso a mil ver como sometían a mi hijo.

Yo me quedé de nuevo mudo, estaba más tiempo callado que hablando. En ese momento llegó mi madre.

Hola cariño, necesito que vayas al supermercado, se me olvidó comprar las patatas fritas.

—Claro mi amor, dame el dinero y que vaya Tomi.

Mi padre me miró sonriente.

—Dale tu el dinero, que no llevo suelto. —mi madre volvió a la cocina.

—Pero no me queda. —mi padre se puso nervioso.

—¿Como que no te queda? Anoche te quedaste con cincuenta euros, ¿en que los gastaste? —preguntó mi madre enojada.

Mi padre no decía nada y mi madre empezó a ponerse nerviosa, estoy seguro de que esos cincuenta pavos se los gastó en ese chapero que se folló.

—Mamá, me los dio a mí, es que anoche yo y Rubén salimos con unas amigas a una disco y pues se me fueron volando. —mentí.

—¿Qué? ¿Sabes que te has quedado sin paga no? Pues sin patatas fritas, por listos. —mi madre se fue enfadada.

Hubo un ligero silencio y mi padre habló.

—¿Por qué lo has hecho?

—Bueno, imaginé en qué lo gastaste, así que ahora me toca cobrarme este favor, ¿no crees?, te pido por ello que dejes de espiarnos, y por favor, no cuentes nada, ya dejamos mi hermano y yo todo, fue un error, estábamos calientes y pasó eso..., y no pasará más, además Rubén lo sabe y está muy mal, por eso por favor...

—Esta bien, no me meteré más..., hablaré con él y pues lo tranquilizaré.

—Gracias..., esto..., una cosa, ¿por qué lo hiciste? ¿no eres heterosexual? —pregunté con curiosidad.

Mi padre permaneció callado, respiró hondo, juntó sus manos y comenzó a confesar algo increíble.

—Escucha, cuando era joven, salí con una chica que era mi novia en aquel entonces y su hermano, el caso es que nos emborrachamos lo tres y..., bueno, llevé a mi novia a su casa, estaba muy bebida, la acosté en su cama, quedé a solas con su hermano, seguimos tomando y cuando me quise dar cuenta..., le estaba dando por culo...

—¡No me jodas...! —exclamé flipando.

—Pues sí, en ese momento supe que era biosexual, aunque me gustan más las mujeres claro, pero..., a veces, no puedo evitarlo, pienso en follarme a un chico.

—Prefiero que no me cuentes más... —confesé.

—El caso es que, hacía años que no hacía nada, de hecho siempre fui fiel a tu madre, pero cuando os descubrí a ti y a tu hermano..., pufff, no pude resistirme, es vuestra culpa, perversos.

—Bueno, ya te dije que se acabó, así que no te preocupes, no haremos nada más.

Me levanté y me fui a mi cuarto, la verdad es que me quité un peso de encima con mi padre, me incomodaba mucho que él estuviera detrás de nosotros literalmente hablando, pero ya parecía haberse aclarado, ahora solo me quedaba hablar con Rubén y decirle lo que siento por él, aunque después de lo de esta mañana no sé qué pensará..., no me gustaba que fuese chapero.

Justo lo vi tumbado en su cama leyendo un cómic.

—¿Cuando llegaste a casa? —pregunté sorprendido.

—¿Por? ¿Que pasa?

—No nada..., solo que..., mira lo de esta mañana...

—No te preocupes por eso. —dijo en tono seco.

—¿Qué quieres decir? —le miré confuso.

—Pues que ya lo pensé y no lo haré más.

—¿De verdad? —no me creía lo que acababa de soltar.

—Sí.

Yo me alegré mucho de eso, tanto que hasta lo abracé.

—¿Qué haces? ¡¡Nos van a ver!!

—Perdona..., bueno, tampoco es malo que unos hermanos se abracen...

—Eso sí... —siguió leyendo el cómic.

—Por cierto, hable con papá y pues ya está todo arreglado.

—¿En serio?

—Sí. —afirmé.

—Uff, menos mal, porque era muy incómoda toda esta situación, ¿qué le dijiste?

—Pues, que fue un momento de calentón entre hermanos, explorar y experimentar, ya sabes..., aunque quiere hablar contigo sobre esto, para dejarte tranquilo y eso.

—¿Es coña? —preguntó disgustado mi hermanito.

—No...

—Pues que guay... —se quejó mi hermano y hundió su cara en la cama.

Y así, pasó el resto del día, almorzamos y yo me fui a jugar con mi amigo Cristian al fútbol, estuve toda la tarde, cuando miré la hora me di cuenta que era muy tarde, tenía cita con el dentista, llegué a casa, mi madre estaba enojada por llegar tarde, subimos al coche y fuimos al dentista.

Fue horrible, me iban a poner brackets, lo peor es que fui sudado tras jugar al fútbol y mi madre me lo recriminó, tras el dentista, volvimos a casa, ya era de noche, mi madre entró a la cocina a hacer la cena, yo subí arriba para darme una buena ducha, entonces sentí ruido en el cuarto de mis padres.

Me acerque sigilosamente y abrí despacio la puerta, en ese momento vi a mi hermano ponerse una toalla en la cintura, estaba todo mojado.

Mi hermanito: Capítulo 6 - Un macho y dos putos

—¿Qué coño estás haciendo en el cuarto de nuestros padres así? —le miré desafiante, algo me decía mi corazón, quería negarlo...

Mi hermano, que estaba todo nervioso y casi temblando, se acercó para intentar salir del cuarto, mientras me daba explicaciones de manera entrecortada.

—Esto, a ver, es que, bueno, yo..., quería..., ducharme y..., me di cuenta que me quede sin champú, entonces vine a por el de papá...

—¿Y dónde está? —pregunté bastante dolorido.

—¿Quién? ¿Me dejas pasar? —mi hermanito estaba alterado.

—Rubén, ¿dónde está papá?

Hubo un silencio sepulcral.

—¿Y bien? —insistí.

—¿Y yo qué sé Tomi? ¿Me permites? —mi hermano intentaba apartarme de la puerta.

Deje pasar a Rubén pero iba como cojeando..., lo sabia, sabia que tuvo sexo con mi padre, pero no tenia pruebas, tenia ganas de romperle la cara a mi padre y desfigurarle, ¡¡estaba cogiéndose a mi hermano pequeño!!

—Rubén, espera.

Rubén se giró y me miró a los ojos con duda, lo noté en ese momento, ocultaba algo que lo aterraba.

—¿Qué...?

No quería dañarlo..., así que no tuve valor para decirle nada.

—No..., que te quiero mucho...

No hubo respuesta, bajó la mirada y se metió en su cuarto, me acerqué al baño, no estaba mi padre, o eso pensé...

Esa noche me costó conciliar el sueño, no pude evitarlo y lloré, lo hice despacio, apreté con fuerza mi peluche de Charmander y lloré como un bebé, en silencio, hasta quedarme dormido.

Al día siguiente fui al entrenamiento de fútbol con mi hermano, tocaba un partido muy importante, él estaba muy feliz, más de lo normal y yo solo de pensar el motivo me daba asco.

El partido lo perdimos, como era costumbre con nuestro equipo de mancos, estábamos en las duchas y solo quedábamos él, yo y un amigo del equipo, terminé de ducharme y cerré el grifo.

Me largué de allí, en la taquilla me comencé a cambiar y la cerré con fuerza, iba a salir cuando escucho una conversación que me encendió.

—Oye Rubén, te noto muy feliz últimamente.—le dijo nuestro compañero de equipo, pensando que estaban solo ellos.

—Ya ves tío, es que hace poco conocí a una..., chica, que ufff.

Claro..., una chica..., una chica con un rabo más grande que tú!!, pensé.

—¿Ves? ya decía yo que estabas bien feliz, y qué, ¿le das lo suyo? —preguntó de forma morbosa.

—¿Eh..? Bueno..., sí... más o menos. —rió nervioso.

Claroooooo, lo suyo se lo están dando a él, ¡¡pero mi padre!!, pensé, en fin..., obvio no iba a decir eso en voz alta...

—¿Y como se llama? a ver si me la presentas.

—No puedo, es muy..., tímida... —se excusó Rubén.

—Joder..., pues vaya, bueno yo ya me voy, no se te olvide cerrar los baños o el míster nos mata.

Me escondí tras la puerta y esperé a que el compañero se fuese, entonces me senté para esperar a mi hermano, quería hablar con él, estaba cansado de esta situación.

Estuve unos minutos y vi que no salía de las duchas, me asomé y no estaba.

¿Pero qué coño? Si yo estuve todo el tiempo en la puerta, no ha podido salir..., en ese instante escuché un golpe seco, era cerca del despacho del míster, tragué saliva y me acerqué en silencio.

—¿Cerraste la puerta por dentro? —preguntó el míster.

—Sí, míster.

Mi hermano sonaba muy sumiso, demasiado..., no me lo podía creer, me acerqué en cuclillas y me asomé como pude por una de las ventanas enormes del despacho, mi hermano estaba de pie frente a nuestro míster, esto era ya demasiado para mí.

—Has sido un jugador muy malo, las derrotas debes pagarlas tú, para eso eres el delantero.

—Pero míster, si no recibo pases buenos de mis compañeros no puedo anotar.

—No pongas excusas, de aquí no te vas sin tu correctivo, ya lo debes saber.

Mi hermano estaba desnudo, mojado, el míster se acercó a él y comenzó a comerle la boca, le costaba hasta respirar, se separaron y lo puso contra el escritorio, Rubén se quejó.

—Cuidado, papá.

—Perdona, hijo. —el míster lo volvió a besar en la boca.

Ah, es verdad, ¿no os lo dije? Mi padre es el entrenador de mi equipo...

Mi padre comenzó a tocar a mi hermano sin parar y sus gemidos eran evidentes, nuestro padre comenzó a lamer el cuerpo de mi hermanito de manera lujuriosa, era excitante, bajó hasta su polla, comenzó a chuparsela a mi hermanito.

Mi hermanito gemía de placer y abrió los ojos, tuve que esconderme agachandome de manera rápida, casi me ve, me quedé sin mirar un rato, escuchaba los gemidos, imaginé lo que hacían.

—Espera. —dijo el míster, nuestro padre.

—¿Que pasa? —preguntó Rubén confuso.

Nuestro padre se acercó hasta el gran ventanal y echó la persiana, mi corazón latía muy fuerte, demasiado, esperé un poco y escuche de nuevo gemidos, me alivie un poco, casi me pillan..., entonces se me ocurrió hacer algo, saqué de mi bolsillo mi móvil, apunté a ellos, donde estaba no me verían, sería difícil, mientras los grababa seguía mirando la caliente escena, costaba ver bien ahora la escena.

El míster sujetó a mi hermano y lo puso sobre la mesa, boca arriba, levantó sus piernas poniéndolas sobre sus hombros, dejando el ano de mi hermanito totalmente indefenso.

—Ten cuidado..., ayer me dolió... —confesó mi hermanito.

—Lo sé, tendré más cuidado. —mi padre empezó a meter su gran polla lentamente a mi hermano, el cual gemía con cada embestida dura que mi padre le empezó a dar bien fuerte, no paraba de metérsela una y otra vez, yo no pude resistirme..., cogí el móvil con la mano izquierda y con la derecha empecé a masturbarme..., estaba extasiado, hacia mucho calor y ver como mi padre se follaba a mi hermano me puso muy caliente, algo inesperado.

—Ahhh sí míster, joder, ¡¡dame duro!! —decía Rubén entre gemidos.

—Ufff qué hijos más putos tengo joder, vas a ser mi putita ehhh, ya me follaré a tu puto hermano, caeréis los dos ante mi polla.

Sus palabras me pusieron a mil, saber que mi propio padre quería follarme, y que lo dijese mientras se follaba a mi hermanito, ufff, es una sensación extraña de explicar, me pajeaba con tanta fuerza que estaba a punto de correrme.

Noté como mi padre empezó a correrse dentro de mi hermano al embestir con fuerza y quedarse quieto, sus gemidos también lo delataron, mi hermano se comenzó a correr también encima de su propio cuerpo, en ese instante empecé a correrme yo, mi mano izquierda se debilitó por un momento, la tenía dormida por sujetar el móvil tanto rato en la misma postura, de rodillas y pajeándome con la derecha, se me escurrió el móvil y cayó al suelo, el ruido fue estruendoso.

Mi padre y mi hermano, asustados, miraron hacia donde yo estaba y me vieron..., me la metí corriendo y cogiendo el móvil del suelo con velocidad salí de allí pitando.

Cuando llegué a mi casa mi madre no estaba, estaría en casa de alguna de sus amigas, era ya casi la hora de cenar, en una hora volvería.

Me metí en mi cuarto y me di una ducha con agua fría, así podría asimilar todo lo que pasó, lo que mi padre y mi hermano hacen es asqueroso, me repugna..., pero..., me excité, ¿¡¿por qué?!?

¿Cómo puede ser?, yo odio que mi padre se folle a mi hermanito Rubén, pero en parte me gustó verlo, y hasta en ocasiones me imaginé siendo yo el que estaba siendo follado.

No, NO, NO, NO, ¡debía quitármelo de la cabeza!, no podía pensar en tener sexo con mi hermano, mucho menos con mi padre, además, eso estaba mal, muchos odian a esas personas, no quiero ser como ellos, pero una parte si, no sé qué hacer, me voy a volver loco.

El incesto está mal, es asqueroso y repugnante, es algo que no debe hacerse, ni pensarse, joder, es mi puto hermano, y mi puto padre, joder, joder, ¿por qué? maldita sea...

Procedí a vestirme y estuve jugando un rato a la consola, intentando evadirme, pero era imposible, quería llorar, me sentía impotente, sucio, quería volver atrás en el tiempo y cambiar las cosas, volver a la normalidad, ¿qué hemos provocado mi hermano y yo?

En ese momento supe que mi hermano llegó a casa porque escuché como entraba en su cuarto, me levanté a fingir que iba a beber agua y así comprobar si estaba mi padre, debía hablar con Rubén a solas, cuando comprobé que no estaba fui al cuarto de Rubén, entré y no estaba, escuché ruidos en su baño, cerré la puerta de su cuarto por dentro y fui a su baño, seguro que estaba duchándose.

Abrí la puerta..., y era mi padre.

—¿Qué haces tú aquí?

—Es mi casa, ¿es que acaso no puedo entrar en el cuarto de mi hijito?

—¿Hijito? ¿no dirás putita?

Mi padre me miró serio y se echó a reír de manera cínica.

—Qué gracioso eres, te pareces mucho a mí de joven.

—A mi no me hace ni puta gracia. —dije con enojo.

Mi padre se disponía a salir de la ducha cuando se detuvo y me miró al decirle yo algo que quizás le dolió.

—Yo nunca me follaría a mi hijo, eso es joderle la vida, eso no es de un padre, es de..., ser un depravado.

Mi padre se acercó a mí y me puso contra la pared sujetándome del cuello con fuerza, mientras se ponía la toalla con dificultad por la cintura.

—¿Y qué es lo que hace un buen hermano? —mi padre me intentó besar en la boca y yo en un acto reflejo lo esquivé como pude y le empujé.

—¿Qué coño haces? ¡Joder!

—Te resistes..., eso me gusta, pero igual que tu hermano, tu también caerás. —dijo con seguridad.

—Eso nunca, no soy ningún puto cualquiera. —le recriminé su actitud, no se estaba comportando como un buen padre.

—Pues bien que te masturbabas mirando como me follaba bien rico a tu hermanito pequeño, ¿que? ¿eres un hipócrita?

—Es repugnante y asqueroso lo que hice, no debí hacerlo... —dije cabizbajo.

—Pero lo hiciste, Tomi, no te resista, déjate llevar, no hacemos nada malo...

—¿Cómo que no? Estas enfermo. —quise abrir la puerta y salir de allí, pero mi padre se enfadó, me sujetó del brazo y me tumbó en la cama, se puso encima de mí, me empezó a besar el cuello.

—¡¡Suéltame!!

—Déjate Tomi, te va a gustar.

Mi padre siguió besando mi cuello y fue bajando por mi abdomen, me levantó la camiseta y aunque yo quería resistirme..., una parte de mi lo estaba disfrutando.

Su cuerpo mojado empezó a mojar mi ropa y cuerpo, mi padre me despojó de mis pantalones y bóxer y empezó a chupármela, yo sujeté su cabeza para apartarlo, pero entonces sentí como succionaba.

No pude evitarlo y arqueé mi cuerpo, mis piernas se pusieron tensas, no sé qué o cómo lo hacía, pero su boca me llevó a otra dimensión, mi padre me estaba haciendo una mamada que jamás olvidaría, de hecho, a día de hoy es la mejor que recibí en mi puta vida.

Con mis manos apreté su cabeza, para que no parara o soltara mi pene, el cual estaba siendo devorado por su lengua, no sé cómo lo hacía pero chupaba mi polla de una forma espectacular, me estaba haciendo ver las estrellas, mi cuerpo comenzó a temblar, mis ojos se nublaron, nunca me había pasado hasta ese extremo, me empecé a correr en su boca y él comenzó a tragarse toda mi leche caliente, succionaba como si de un manjar se tratase, sacó mi polla de su boca y en un movimiento rápido me subió las piernas a sus hombros, apuntó su pene mojado a mi entrada.

—Espera..., ah..., no quiero esto...

—Tus palabras dicen que no, pero tu cuerpo dice que si.

Mi padre empezó a introducir su pene dentro de mí, un dolor agudo y punzante se vino dentro de mi cuerpo, un dolor que no podía aguantar, debía soltarme como fuese.

—Ah..., que apretado estas..joder... —las palabras de mi padre me excitaban.

Mi padre la metió hasta mi tripa, podía sentir su punta debajo de mi ombligo, os lo juro, no sé si ya estaba delirando, pero con mi mano sentía su punta dar estocadas, si era mi imaginación era tan real que no quería que acabase nunca, empezó a bombear con un ritmo constante, sentía un placer que jamás había sentido nunca, me empezó a invadir una sensación que no se podía explicar.

—Ah...

—Ufff, joder, que buen putito has salido Tomi, te voy a follar todos los días, vas a ser mi nenito putito el resto de tu vida, ¿a que sí?

Mi padre siguió bombeándome pero con más rudeza y rapidez, yo comencé a pajearme con furia, a los pocos segundos comencé a correrme, solo podría cerrar los ojos mientras mi padre me follaba sin parar, el placer dio paso al éxtasis y yo caí rendido ante él, me hizo su hijita.

Mi padre se restregaba contra mí y me comía la boca con lujuria y empecé a sentir grandes estocada dentro, hasta que la hundió lo más dentro de mí, sus huevos intentaban entrar en mi culo y las contracciones que sentí precedieron su corrida, su leche caliente me comenzó a preñar y me hizo mirarle.

—Tu padre acaba de correrse dentro de ti, mi pequeño, ahora vas a tener hijitos de tu padre.

Tras correrse, se separó dejándome en la cama de mi hermano tumbado, se volvió a poner la toalla sonriente y me miró mordiéndose el labio.

—Al final caíste, ¿ves? saliste tan puto como tu hermanito. —y tras sus palabras despectivas, se marchó dejándome allí.

Mi hermanito: Capítulo 7 - Hermanos de leche (Final)

Me sentía muy sucio, lo que hice fue muy asqueroso, por haberme dejado follar por mi padre, no lo permitiría más..., nunca más...

Estaba en mi cuarto con la mirada perdida..., entonces entró mi hermano Rubén con una sonrisa en la boca.

—Hey Tomi, anoche lo pasasteis bien ¿no?

—Eres un cerdo. —le contesté y le lancé un libro que esquivó.

—Perdona pero el que gemía de placer por recibirla más dentro eras tu...

—¿Estuviste espiando? Qué hijo de puta... —no reconocía a mi hermano.

—Te jodes, cuando papá descubrió que nos espiaste, planeamos esto, así que ahora te aguantas. —dijo con una sonrisa.

—No se volverá a repetir...

Mi hermano se acercó y ambos, ahora de pie, nos miramos fijamente.

—¿Que acaso no te gusto? —me preguntó con su maldita sonrisa.

—No. —mentí.

—¿Por qué no?

—Porque..., porque yo quería hacerlo contigo, estar contigo, sentía cosas por ti, ¿entiendes?

—Tomi, déjate de idioteces, el amor no existe, lo comprobé en el internado, escucha, podemos follar entre los tres, tú, yo, y papá, es muy rico. —se sentó en la cama y se bajó la cremallera del vaquero—. Y ahora cómete mi polla, que ando caliente.

—Nunca pensé en tener un hermano tan estúpido e imbécil como tú. —dije decepcionado y con ganas de pegarle un puñetazo, empecé a ver a mi hermano con otros ojos.

—¿Por qué dices eso? Venga, arrodíllate y chupamela, se un buen perrito. —se sujetó la polla medio morcillona y la meneó como si así me fuese a provocar, pero sí que lo hizo, al revés.

—Me voy de casa. —me di la vuelta y saqué una maleta de mi armario.

—¿Qué?¿Por qué??? —Rubén se levantó y me encaró evitando que metiese ropa en mi maleta.

—No quiero ver nunca más a mi padre, le odio, me da asco. —dije muy enfadado y fuera de mí.

—No seas así, él no te obligó a nada. —defendió Rubén a mi puto padre de mierda.

—Un padre abraza a su hijo y le mima, no se lo folla, ¿sabes?

—Y un hermano abraza a su hermano y lo mima, no le come la polla. —me recriminó la noche que se la comí por primera vez.

—Hijo de puta no es lo mismo, y vale, me arrepiento, mucho, muchísimo de eso, no debí hacerlo, ¡maldita sea! —grité y lo empujé—. Y..., me arrepiento de que volvieras, me arrepiento mucho, debiste quedarte en el internado, ¡¡te odio!!

Salí de mi cuarto llorando y mi hermano fue tras de mí, salimos de casa corriendo hasta que Rubén me alcanzó y me tumbó embistiendo contra mí, caímos al suelo del jardín de otra casa.

—¡¡Tomi!! ¡¡¡Para!!!

—¡Que me dejes! —intenté zafarme de mi hermano y lo empujé, ambos permanecimos sentados en el jardín respirando con dificultad.

—Escucha, tienes razón, ¿vale? a mi tampoco me gusta esta situación, ¿pero qué podemos hacer?

—Mentira, lo dices para que vuelva... —le recriminé.

—No es mentira, escucha, de verdad, volvamos a como antes, solo entre nosotros.

—Nunca hubo un nosotros, yo quería desvirgarte, pero te fuiste al parque a que te desvirgara un cualquiera y encima luego te metes a chapero, y ya ni te cuento lo de que te dejes follar por nuestro padre, la verdad si él me da asco, tu no te quedas atrás.

Volví a casa y dejé allí a Rubén, sé que lo que le dije le dolió, pero a mí me dolió más, entré a mi cuarto, cogí la maleta y comencé a meter ropa.

—¿Que estas haciendo? —preguntó mi padre, que irrumpió en mi cuarto.

—Me voy. —dije, sin dejar de meter ropa.

—¿Cómo que te vas? ¿a dónde?

—Lejos de ti y de esta familia de enfermos. —cerré la maleta y la cogí.

—Joder, ¿estás así por lo de ayer?

Mi padre se acercó para abrazarme pero enseguida me retiré hacia atrás y lo mire con lagrimas en los ojos.

—Eres un cabrón, te dije que no quería nada de esto y te dio igual, déjame ir o te juro que le cuento a mamá todo, tú decides.

Mi padre se quedó callado observándome, suspiró y empezó a llorar.

—Perdóname..., he sido un imbécil..no debí..., lo siento..., no te vayas, ya me siento suficientemente mal con verte así, no he sabido actuar como un padre..., te juro que no volveré a tocarte nunca más...

Mi padre se fue a su cuarto y cerró su puerta, enseguida apareció mi hermano.

—¿Te das cuenta?

—Déjame Rubén..., no tengo ganas de pelear...

—Tomi..., ya oíste a papa, nos dejara en paz..., déjalo pasar, ¿vale?

—No lo sé..., es que..., me duele..., yo no quería hacerlo..., no puedo olvidarlo... —sujeté mi maleta y bajé las escaleras, mi madre estaba en el salón viendo la televisión.

—¿Ocurre algo? —preguntó inocente.

—No, nada... —mentí, ella estaba sentada en el sillón de espaldas a mí, no podía ver que llevaba una maleta.

Salí a la calle y comencé a caminar alejándome de casa, sin saber dónde ir, quizás a casa de mi tía, por el momento, Rubén me alcanzó y se puso en medio.

—Quítate de en medio. —le ordené.

—Tomi..., lo de antes..., me dolió.

—Lo siento..., pero es que..., yo..., realmente sentía algo por ti..., eras especial, pero..., es que cualquiera te ha follado, ya no eres especial.

Rubén me miró triste, lágrimas comenzaron a caer por sus ojos, bajó la cabeza y se marchó a casa, me sentí mal, no podía ni caminar, me acerqué a un portal y me senté en el suelo.

Allí estuve hasta que anocheció, ya era madrugada, suspiré, miré al cielo pensando qué hacer, cogí la maleta y regresé a casa.

Entré por la puerta y todo estaba oscuro, todos dormían, subí a mi cuarto y dejé la maleta en la cama, me acerqué al cuarto de mi hermano, llamé a la puerta y entré.

—Hola...

Mi hermano estaba tumbado en la cama dándome la espalda.

—Déjame...

Cerré la puerta para que no nos escuchasen, me acerqué a su cama y me senté.

—Rubén, yo te amo, quiero estar contigo, pero solo contigo, con nadie más...

Permaneció en silencio, ignorándome.

—El día que supe que otro te desvirgó..., me dolió mucho, no..., no sé cómo explicarlo, es complicado, te amo desde hace tiempo, ¿entiendes?

Mi hermano se dio la vuelta, su cara roja indicaba que estuvo llorando.

Me tumbé a su lado y lo abracé, la habitación estaba oscura, solo la luz de la luna iluminaba parte de la cama.

—Sólo quiero estar contigo, perdona lo que dije, no quiero que estés mal, solo quiero que estés conmigo, sólo conmigo... —confesé.

Mis labios se juntaron con los de mi hermano, era un cálido beso, caliente..., ardiente..., nuestras lenguas luchaban entre sí para entrar más dentro, como si de un manjar se tratase.

Me incorporé y me quité la camiseta, mi hermanito hizo lo mismo, nos comenzamos a tocar los cuerpos, cada rincón, su suave cuerpo era de nuevo mío, sólo mío, nos fundimos en abrazos y tocamientos, lamí su cuerpo hasta su polla, que estaba ya dura, la metí en mi boca y se la chupé, podía notar su sabor y olor, succioné con mi boca, mientras emitía gemidos ahogados.

Rubén sujetaba mi cabeza para marcar el ritmo de la mamada, mi boca le daba mucho placer por sus gemidos y sus temblores, iba a correrse y me detuve.

—Espera, quiero follarte. —le sujeté y puse sus piernas en mis hombros, escupí en mi polla y comencé a penetrarlo, costó al principio acertar a meterla, pero una vez que la punta entró, solo tuve que empujar despacio, poco a poco.

Mi hermanito parecía sufrir un poco, era mi primera vez metiéndola, así que estuve un poco torpe, me incliné hacia él y comencé a besarlo.

—Te amo hermanito. —y volví a besarlo.

Fui introduciendo mi polla poco a poco hasta sentir que estaba toda dentro, era una sensación espectacular, comencé a bombearlo y follarle, miré hacia el techo mientras le follaba, era una sensación increíble, excitante, me estaba follando a mi hermanito pequeño por fin.

Estaba sudando, cansado de bombear, no iba a aguantar mucho más, arremetí con fuerza y comencé a correrme mientras pajeaba la polla de mi hermanito, que comenzó a correrse y noté las contracciones de su culito, seguí preñando a mi hermanito y volví a besarle.

Caí al lado rendido, ambos respirábamos con dificultad por el esfuerzo, le miré y él me miró a mi, sonreímos y le cogí de la mano.

—Quiero estar contigo, siempre. —confesé.

—Yo también hermano, sólo contigo.

Y así, nos dormimos, juntos, como hermanos.

Diría que las cosas mejoraron, pero mentiría, la relación con mi hermano duró mucho tiempo, pero con los años se fue enfriando, al final cada uno nos fuimos con otros chicos, nuestros propios novios, a veces quedamos y recordamos viejos tiempos.

Nuestro padre nos dejó en paz, no volvió a meterse entre nosotros y tomó distancia, algo que agradecí, aunque nuestra relación nunca volvió a ser la misma, siempre fui frío con él, no le perdoné lo que hizo.

Y hasta aquí la historia con mi hermanito, fueron momentos bonitos, pero también duros, si me preguntas si volvería a repetir aquella noche donde todo empezó, te diría que no, no merece la pena, hay muchos chicos en el mundo al que puedes darle amor, no te compliques la vida, hazme caso.

(Final...)

Espero que os haya gustado esta versión, como dije, a mí no me terminó de convencer y por eso la eliminé, para luego resubir años más tarde una versión mejor, ya me diréis que opináis, gracias por leerlo y ojalá os haya entretenido!

Tomi, (TeenBoy)

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