Mi padre que era muy gracioso siempre me decía Joans, Joseps i ases n’hi ha en totes les cases, que en castellano quiere decir Juanes, Josés y burros hay en todas las casas, en este caso el burro era yo. Tuve una llamada de mi madre para saber si tendría al final vacaciones y le repetí nuevamente, que ya le había dicho que si, lo único que antes no sabía los días y ahora sí. Le dije que ella fuera viendo donde quería ir, que si no elegiría yo. La rareza que encontraba en mi madre es que no quería salir de vacaciones porque sobre todo pensaba que me estropeaba las mías y no era así, porque además ya me había hecho a la idea de pasarlas con ella, fuera una semana o un mes. Todo lo empiezo a entender cuando me llama otra viuda del pueblo y que es la que más anima a mi madre contándome que algunas mujeres de la asociación habían preparado un crucero para septiembre y que mi madre que ya estaba convencida, decía ahora que no porque iba a pasar sus vacaciones conmigo. Les dije que la llamaría para convencerla y así lo hice, no hubo manera, luego dicen que el tozudo de la familia soy yo. Llamé de nuevo a la amiga de mi madre y le dije cómo estaba la situación, que insistieran. Nueva llamada, la amiga me dice que mi madre está dispuesta a ir si voy yo. Intento escabullirme porque que hago yo con las “Marías” del pueblo. El caso que por bocazas me lían y al final acepto, aquí recuerdo también a mi padre cuando me decía constantemente, La boca és per a menjar, per a beure i per a callar y en castellano, La boca es para comer, para beber y para callar. Cuánta razón tenía.
Me tocaba hacer un crucero con tres amigas de mi madre y mi madre. Pintaba a ser unas vacaciones locas, porque además conocía de sobra a las otras tres mujeres y para darse cabezazos. Aquí no acabaron las sorpresas, porque la más grande fue la que me encontré cuando, al llegar para embarcar no eran tres mujeres y mi madre, NO, NOOOOO, eran 17 mujeres y mi madre. Viudas, divorciadas y cuatro casadas. Mi madre al ver a todas las demás, lo arreglo como siempre, dándome un beso en la cara y una caricia en la cabeza. Ya se tenían hasta repartido los camarotes, menos mal que a mí me tocaba uno solo, que estas serían capaces de todo y a excepción de tres, las demás no me atraían físicamente nada. A ese crucero me había llevado mi portátil, algo para leer y la música de mi móvil. El portátil estuve dudando en traerlo, al final fue un acierto, porque las horas se me iban a hacer muy largas. No mucho después me sentía un “guiri” porque el barco estaba lleno de extranjeros, la mayoría nórdicos. Conocí rápido a los que ocupaban los camarotes que daban al mío. Una rubia voluptuosa de 35/40 años y el que supongo que era el marido, que era un alfeñique al lado de ella. Al otro lado una castaña que aparentaba estar muy bien y su marido era un mazas super tatuado con tripón cervecero. Las dos parejas se conocían por lo que intuí. Mi camarote tenía un balcón pequeño y lo tenía abierto, ya estábamos navegando y oigo algo, no sé si era que hablaban o que, porque su idioma era raro.
Me asomo y veo una cara que me mira, la castaña, que su marido o pareja se la está follando sin cortarse un pelo, ni ella tampoco cuando me ve, porque se me queda mirando con cara de salida. Me vuelvo a meter en mi camarote y me digo que sí que empiezan bien el viaje. El primer encuentro con el grupo de mi madre nos toca comer en dos mesas, me ahorrare detallar cómo son las amigas de mi madre porque no merece la pena a excepción de tres de las cuatro casadas. Carmen no más de 35, 1.60, delgada, culo pequeño y tetas al estilo de una tal Fox, rubia y melena corta, cantante o actriz. Porque así se referían a ella, aunque otras veces se referían las amigas de otras formas menos respetables y haciendo siempre referencia a sus tetas. Llucinade 40 recién cumplidos, 1.70, delgada, culo de tamaño normal pero bonito, tetas medianas grandes, melena larga, de color moreno. Su madre iba también en el crucero. Manuela no más de 35/37, casi 1.70, físicamente la mejor de las tres. Tetas pequeñas, culo pequeño, pero con muy buena forma, rubia y el pelo siempre recogido con un moño. Las tres tenían algunas cosas en común, poca confianza daban a los hombres, por lo menos lo que podía ver en el pueblo y según las veía, sus maridos no encajaban con ellas. Ellas eran mujeres deportistas, los maridos eran mayores que ellas, se les notaba y el único ejercicio que hacían era el levantamiento de vidrio, el mus, el dominó y el julepe.
No me tocó con ninguna de ellas en la mesa, porque en mi mesa estaban las más mayores, un aburrimiento de mesa. Si tuvo algo bueno la situación de la mesa, es que quedé de frente con la pareja que vi follar, que estaba junto a la otra pareja vecina. Ella habla con el fortachón, se me queda mirando y el tío con cara de sorna, levanta la copa de vino y brinda en el aire. Durante toda la cena no dejan de mirarme y hablar la pareja y la mujer con la otra mujer, el que estaba fuera de juego era el alfeñique, que parecía un convidado de piedra. Después de la cena a la fiesta nocturna. Aquí pusieron todo tipo de música. En las que eran lentas, baile con Llucina, Carmen y Manuela, con las tres bailé bien el primer baile con cada uno, no de forma muy efusiva pero cercano. En la segunda ronda y con alguna copa de más, el roce fue más generoso lo que provocó que me empalmara, no quitando ninguna de las tres, todo lo contrario. No me podía pasar tampoco porque mi madre estaba presente y si se daba cuenta me hacía volverme a nado. Después de ese primer acercamiento, no quise confraternizar mucho más. Por la mañana en el desayuno me encontré con la mayoría y empezó el turno de que, si era muy buen hijo por acompañar a mi madre, que pocos lo harían, etc, etc, un momento de lo más aburrido para mí. Sin embargo, Carmen, Llucina y Manuela llevaban otro rollo distinto, más agradables. Por eso empezaba a estar más con ellas que con las demás.
Esa noche fue todo más o menos igual, aunque estreché más la relación con mis tres nuevas amigas, que eran muy diferentes a como las había tratado siempre. Aunque Llucina era la más comedida, tal vez porque tenía al marido más celoso, que decirle celoso es quedarse corto. Por la mañana vino mi madre a mi camarote y me contó que no estaba muy cómoda en este viaje, que se había equivocado al aceptar y luego me confesó que algunas de sus amigas estaban tonteando más de lo debido y le dolía más por las que estaban casadas. Sabía perfectamente que eran paranoias de mi madre por verlas alegres, porque a ninguna le vi con ninguna actitud extraña. Esa noche mi madre y un par de ellas más, dijeron de irse pronto a dormir, diciéndolo de tal manera, que arrastraron a las demás a irse, a excepción de Carmen y Manuela, que compartían camarote que dijeron que se acababan de pedir una copa y que cuando se la terminaran se irían a dormir. Quedándonos los tres solos y divirtiéndonos a tope, pero sin ir más lejos. La diversión era con mucha moderación. Para disgusto nuestro nos teníamos que ir porque así nos lo indicaron. Propusieron que como no tenían sueño, conseguir alguna botella de algo e irnos al camarote, tarde poco en conseguir una botella y siempre pensé que al ir los tres no podía suceder nada. En principio íbamos a ir a su camarote, pero decidieron que era mejor el mío para que después mi madre y el resto no pudieran decir nada.
Pues camino a mi camarote y mientras íbamos una le dice a la otra —anda si nos vieran nuestros maridos, JA JA, la que se liaba, JA JA— y salió lo de la edad, no recuerdo bien el motivo y me dijeron que tenía una 41 y la otra estaba a punto de cumplir los 41 también. Entramos en el camarote y va primero una al aseo y luego la otra. A los diez minutos de estar riéndonos por tonterías, Manuela le dice a Carmen—que buenos recuerdos me trae esto de estar así, sin acordarse de problemas, de hijos ni de historias, como cuando éramos crías y jugábamos a la botella, cuando echo de menos esos días— y Carmen le dice —jajajajajaja, es verdad, lo único que éramos muy ñoñas en esa época, con lo que sé ahora, haría lo mismo, pero de distinta manera— se reían entre las dos y me preguntaron si había jugado alguna vez a la botella. Habría jugado no más de cinco veces y fue un rollo, pero les dije que nunca. Se miraron y como si se hubieran puesto de acuerdo las dos dijeron a la vez —eso no puede ser, hay que solucionarlo— me propusieron jugar y después de explicarme las reglas, empezamos. Iba a ser muy divertido. En un momento dado después de muchas memeces, me toca dar un beso a Carmen, por cómo se ha colocado piensa que va a ser un piquito y ya está. Me acerco y le doy un morreo metiéndole la lengua hasta la garganta, ella no se queda atrás y responde con muchas ganas. Al terminar dice —NENE que era un pico— y decía que se había asustado. Trataba de ocultarle a su amiga que ella había colaborado plenamente en el muerdo.
Manuela nos miraba mordiéndose el labio inferior disimuladamente, su cara era de estar cachonda. Tanta “protesta” por parte de Carmen hizo que todo se calmase un poco más. No se le ocurrió otra cosa que decir que en vez de tener que hacer cosas, jugaremos como se debería de jugar, con prendas. En concreto yo llevaba tres prendas nada más y sin ningún tipo de trampas ellas se quedaron en sujetador, yo perdí el polo y el pantalón, al perder de nuevo me tenía que quedar desnudo, ellas pensaban que no me atrevería y di más emoción, mientras ellas reían y me animaban. Me puse de espaldas y me fui terminando de desnudar. Cuando me di la vuelta mi rabo estaba a medias y ya se notaba grande. Me clavaron la mirada y dejaron de hablar. Estoy convencido por sus caras que no habían visto nada parecido. Les llamó mucho la atención que estuviera depilado, porque me lo dijeron. Las dos con tetas distintas, Carmen unas tetas bien grandes y Manuela pequeñas pero muy bien puestas, ahora sus pezones parecían querer atravesar los sujetadores. Solo les quedan las bragas y al final se quedan desnudas, no pusieron muchas pegas. Las dos con vello en el pubis. Carmen no tenía nada de rubia porque era bien morena abajo. Esta vez es Manuela quien tiene que besarme, se acerca en plan recatada, pero se sienta encima y me da lo que se dice un muerdo del 15. Mi rabo, que no le quedaba nada para estar erecto del todo, se puso como el granito cuando noté el vello de su coño rozando mi rabo.
Carmen nos dijo —pero respirar y vamos a tranquilizarnos que esto se nos va de las manos— Manuela fue contundente respondiendo —Carmen no seamos hipócritas, que esto se nos fue de las manos desde que os besasteis y el remate fue ver aquí al “niño” con ese cipote, que me da igual lo que digas, si él quiere me lo tiraré, paso de madres y de rollos— entonces esta vez fue sincera Carmen —Okey, pienso lo mismo, pero teníamos que echar a suertes quién es la que se va o que elija el— se quedaron mirándome y les dije que no iba a elegir, que se podían quedar las dos y pasarlo bien. Se miraron extrañadas y Manuela con cierta inseguridad —es que nunca he estado con otra mujer ni se me ha pasado por la cabeza. Aunque pienso que si vamos con cuidado entre nosotras... lo mismo... podemos intentarlo ¿a ti qué te parece Carmen?—no tardó nada en dar su respuesta —estamos igual, tampoco he tenido nada con ninguna mujer, aunque si he tenido el gusanillo, algo de curiosidad, pero solo eso curiosidad. Pero podemos intentarlo— no hizo falta decir más, nos tumbamos en la cama quedando yo en medio.
Me besaba con una y luego con la otra, iba metiéndoles mano y hasta aquí todo iba bien. Como Carmen si había dejado claro que en algún momento de su vida si había tenido “curiosidad” lo que hice fue comerme su coño, mientras la boca de Manuela se había apoderado de mi rabo. Mi boca se llenó con los jugos del coño de Carmen y entonces me fui a besar a Manuela, quien quiso con la mano limpiar mis labios, no se lo permití y la morreé, al principio quiso apartarse y luego me morreaba con mucha pasión. Puse en mi aplicación de música una de estilo lento, luego les dije que tenían que bailar entre las dos para que desapareciera la tensión que tenían entre ellas. No tuve que decir nada más, fue muy fácil y desnudas se pusieron a bailar las dos. Eran dos físicos completamente distintos, Carmen con tetas que al ponerse junto a Manuela se veían enormes y Manuela con unas tetas pequeñas, pero muy apetecibles, con unos pezones muy llamativos y más grandes que los de Carmen. Al principio se cogieron con mucha prudencia y guardando las distancias, luego Manuela agarraba la cintura de Carmen y esta su cuello, la forma de bailar ahora era más natural, aunque seguían algo tensas.
Carmen fue un poco más lanzada, cambió sus manos poniéndolas en la cintura de Manuela y poco después las llevaba a las nalgas de ella, balanceándose con la música. A pesar de eso no terminaban de entenderse por eso me levanté, me puse detrás de Manuela y mi rabo se colocó entre sus piernas. Mi rabo se fue mojando por segundos, era como si fuera un serrucho entre sus muslos. Mire con complicidad a Carmen, quien me entendió a la primera y le dio un beso en la boca a Manuela que segundos después apartó su cabeza. Esta vez quien la beso fui yo, a mí sí que me respondió bien, nuestras lenguas estaban como locas, atraje la cabeza de Carmen y se unió a nuestro beso, convirtiéndose en un caliente beso a tres y que esta vez Manuela si participaba activamente, me aparté y ya siguieron ellas dos plenamente. Seguía abrazándolas y dejé de hacerlo para coger la mano de Manuela y llevarla al coño de Carmen, que abrió un poco más sus piernas para dejarnos vía libre. Manuela tardó un poco, pero al final acariciaba a Carmen, que empezó a devolverle el placer que le estaba dando. Fui llevándolas suavemente hacia la cama y esta vez Manuela una vez que vio a Carmen tumbada se fue a comer sus tetas y lo hacía con muchas ganas.
Ahora sí, nos tumbamos en la cama los tres y no tardaron en agarrarme mi rabo entre sus manos, se notaban que eran dos mujeres maravillosas y versadas en el placer sexual, Carmen fue la primera en ponerse a comer mi rabo, lo hacía de maravilla y se penetraba ella misma la boca de manera exagerada, lo curioso que notaba su garganta y no daba ninguna arcada. Manuela me comía los cojones como podía, porque Carmen, aunque era pequeñita ocupaba casi todo el espacio. Manuela cambió de postura, se puso por detrás de su amiga y agarraba sus inmensas tetas, lo que hacía que Carmen comiera mi rabo mucho mejor. Manuela le dije —vamos amiga déjame a mí un rato— se aparta y manuela empieza a comérmelo y casi atragantándose le dice a Carmen que no sabe cómo se ha metido ella mi rabo, porque le es imposible meterse tanto y luego se mete entre las piernas de su amiga, que al darse cuenta quiso frenarla —CARMEN, ESO ¡NO! Que ya es pasarse— y Carmen se pone a comerle el coño, agarro la cabeza de Manuela para que siga mamándome el rabo y al final se deja hacer, que tampoco es que tuviéramos que hacer mucho esfuerzo, porque enseguida gemía como una gran zorra.
Esa situación transformó a Manuela, su timidez desapareció, era puro desenfreno, quiso que me diera la vuelta y en esa posición me acariciaba el rabo, los cojones y mientras me comía el culo, que lo hacía genial. Manuela parece que toma el mando diciéndole a su amiga —vamos puta cómeme bien el bollo, que seguro que lo deseabas— y Carmen lo admitía. Mientras me comía el rabo, la cabrona me metía un dedo en el culo y sabía dónde tocar. Era todo frenético y Manuela ya se metía dentro de su boca casi todo mi rabo. Nunca me habían hecho nada igual entre dos mujeres y eso me llevó al borde del paroxismo y se lo avise, poco más y me pegue una de mis mejores corridas llenándole la boca a Manuel, que lo engullo todo, luego se fue hacia su amiga y se morrean de lo lindo. Acabaron el morreo y fue Carmen quien hizo tumbarse a Manuela en la cama, luego se puso encima de ella y siguió comiéndole el coño, abrió sus piernas y le puso su coño a Manuela cerca de su cara. Manuela dudó un poco, empezó a lamer prudentemente y a la cuarta o quinta lamida, se comía con desesperación el coño de Carmen, que más que gemir gritaba.
Verlas con tantas ganas y gozando tanto, hizo que mi recuperación fuera rapidísima. Se corrieron desaforadamente las dos al unísono. No se dieron tregua ni me la dieron a mí, primero me beso una y luego la otra, fueron unos morreos deliciosos con el sabor especial de sus bocas. Carmen no quiso ni que me pusiera condón, se subió encima y se clavó mi rabo exclamando —¡HOSTIAS! Manuela, esto sí que es que te follen, es como si me la metieran por primera vez, AHHHH, es una pena que tu no puedas— y Manuela subiéndose sobre mi cara y pegando su coño en mi boca le decía a Carmen —tú que eres muy clasista, porque hay otros sitios por donde ten den gusto— y las dos no dejaron de moverse, podía darme cuenta de que se tocaban y se besaban, quien se corre salvajemente “destrozándome” mi rabo, Carmen está demostrando que le da igual todo cuando se corre, porque es muy escandalosa. Manuela le dice que se quite y me pide que folle su culo, me dice que a ella le gusta de pie y agachada. Con la cabeza le hago una seña para que se ponga como quiera. Se apoya en una mesa fija y deja su culo en pompa, no me resultó difícil meter mi rabo en su culo, ya tenía práctica y cuando mi rabo va entrando Carmen le dice entre sonrisas —que puta que eres y decías que nunca te habían follado el culo— y ella con la voz tomada por la excitación le responde —tampoco he mentido tanto, porque pollas un par de veces, el resto un consolador con el que me da mi marido— no dejo que termine, porque me pongo a follarla bestialmente, suenan los golpes de nuestro cuerpos al chocar y Carmen se toca en plan poseso. Lleno su culo con mi corrida y ella se corre a la vez tocándose su clítoris, fue una sincronización perfecta y sin buscarla. Nos quedamos relajándonos y hablando.
M— Y después de todo esto ¿Qué toca?
Y— Por mi parte no cambia nada, salvo que ahora me caéis de puta madre, jajajajaja.
C— Qué morro, claro, te has tirado a dos maduras, casadas, que conoces a sus maridos, que te conocemos de crío y encima amigas de tu madre.
M— Pues estoy con Pelayo, tenemos que darle normalidad y ya de paso Carmen cuando vengas a tomar café algún día a mi casa, pues que quieres que te diga, repetimos entre nosotras que eso no llamara la atención en el puto pueblo.
C— Jajajajaja, que putón que eres. Tan tímida y mira ahora, jajajajaja, pero me parece muy buena idea.
Y— Lo único que espero es que me invitéis algún día de los que vaya a café. Jajajajaja.
C— A café, copa y puro, ¿verdad que sí Manuela?
M— Mientras él ponga la leche... JAJAJAJAJA
Quiero hacerlo discretamente y sin que se den cuenta, hablo de Llucina como si fuera algo casual y la primera que salta es Manuela —no te vale con nosotras dos, ¿también te la quieres tirar?, que golfo— trato de decir que no, que es curiosidad y ellas dos me cuentan algunos comentarios que ha hecho Llucina de mí y resumiendo les decía que yo tenía un buen revolcón. Carmen salió en mi defensa ante Manuela, —tampoco me extraña que a Pelayo le guste, porque Llucina ha sido una de las mujeres que más me ha atraído de siempre, es muy sensual y debe de ser putísima— Manuela le decía que alucinaba con ella. Les propuse tener una “fiesta” con ella, Manuela se negó en redondo, porque decía que no se atrevía a que se montara un gran follón. Carmen de pronto me dice —tú camélatela un poco y me apunto— Manuela nos desea suerte y ya es hora de irse porque clarea el día. Estaba totalmente dormido cuando llaman sin cesar, es mi madre y le digo que me espere desayunando que ya voy. En el desayuno me pregunta por la noche y le respondo que me acosté al ratito de irse ella, porque me sentó algo mal y no había pasado muy buena noche. Me cuenta en confidencia que le parecía que bien Carmen o Manuela, habían estado con alguien en la noche y luego añade o las dos. Su única prueba que le parecía haber oído a alguna de las dos entrar tarde en su camarote. No le di más importancia a su afirmación y como no le di importancia eso disipó sus dudas.
Desayunamos y nos fuimos a dar un baño a la piscina, luego nos quedamos tumbados tomando el sol y yo tratando de dar una cabezada, pero como mi madre no dejaba de hablar me era imposible, hasta que llegaron algunas de sus amigas. Estoy tratando de dormir un poco y me llega un wasap, en principio no lo iba a leer, pero como mi madre y sus amigas no paran de hablar y me cuesta, decido leer el wasap, quien me lo envía es Silvia (Encuentro con una EX que está casada – relato del 10/08/23, infidelidad) que me dice —ya sé que te dije que no me enviaras mensajes, pero creo que este es necesario. Le he contado a Josep (su marido) todo lo que ocurrió, todo lo que hicimos— si su marido y yo nos conociéramos personalmente ese mensaje podía tener su lógica, sin conocernos no lo entendía y por eso le contesté —¿¿¿¿Y...????— pude ver que lo había leído y aunque se veía que está escribiendo, se debió de arrepentir y no me contestó. No pensaba insistir. Tenía gafas de sol y ya estaba bastante relajado cuando llegaLlucina, con un pareo que la cubre desde el pecho a un poco más debajo de las rodillas. Sandalias con cuña alta, que hace que su 1.70 sea más espectacular, se queda de espaldas, es un modelo distinto al de otros días. Se quita el pareo y solo la veo de espaldas, ya que está hablando con mi madre y las otras amigas. Los demás días ha llevado bañador.
El bikini es de color amarillo limón, tipo tanga, pero sin ser un tanga puro, pero si realza sus nalgas que quedan a la vista y levantadas. Se recoge su morena melena en un recogido alto. Una de las amigas le dice que, si eso se lo pone en la piscina del pueblo, se carga a la mitad de los hombres, se ríen todas y ella dice que el primero su marido. Se da la vuelta y entiendo a qué se referían. La cintura del tanga es bastante baja un poco más y se vería el inicio de su coño, además se le marcaba totalmente. Tenía que controlar mi rabo, porque entre otras cosas se suponía que estaba dormido. Llucina se tiró al agua y mi madre me llamó, pero fue una llamada para comprobar si dormía. Al no mover ni un músculo ni contestar, hablaron entre ellas en voz baja, pero que escuchaba perfectamente. Me enteré en pocos minutos de la vida y milagro de las casadas. De la que me interesaba en ese momento de Llucina, por lo que decían las fuerzas vivas, el marido era eyaculador precoz y darle a la bebida no le ayudaba nada. Eso era verdad, me refiero a lo de la bebida, porque para algunos del pueblo era un deporte nacional. A pesar de ello Llucina no tenía ningún tonteo con nadie y así lo confirmaban las “amigas” era muy discreta.
Salió del agua y todo se medió transparentaba, recibiendo todo tipo de opiniones, a unas les gustaba, a otras no, lo criticaban y digamos que quedó en un empate. Por megafonía dijeron algo que no preste atención y se levantaron para ir a algún sitio, llucina que todavía no se había secado dijo que en cuanto se secara iría, mi madre le dijo que si me despertaba me lo dijera. Nada más irse, me quité las gafas y dije —que alivio— y ella después de reírse me pregunta —¿me han criticado mucho por mi bikini? Y ya de paso ¿estás en el grupo de las que les gusta o en las del no?— mi respuesta —tú las conoces lo mismo que yo o más, que quieres que te diga y con respecto al bikini no estoy ni con unas ni con otras— ella sonriendo me replica —Ohhh, creía que serías más valiente, que no me hubiera molestado, pero no te hacia quedándote en medio— y un poco más serio —la prudencia no es ser cobarde. Porque la verdad que en seco te queda de puta madre y cuando lo he visto mojado, me has vuelto loco y no te digo de donde— estaba claro que ella como mucho hubiera esperado un comentario agradable y no el comentario que hice, se excusó se levantó y se fue con las demás, pero estaba viendo su culo al caminar, cuando se da la vuelta, está mordiéndose el labio y regresa a donde estoy. Se queda de pie, su respiración es agitada —¿en verdad te inspiro?— le sonrío y le respondo obscenamente tocándome el rabo, haciendo que se marque el tamaño —inspirar precisamente inspirar no, pero muy cachondo si, MIRA— miró hacia mi rabo y me dijo pareciendo enfadada que me había pasado y que había pensado de ella, con una indignación fingida.
Se quedó quieta esperando que dijera algo, no se marchó y por eso continué con mi “ataque” —lo que me he creído, que a ese culazo que tienes le hacen falta unos azotes contundentes y después algo más “duro” que aguante que aplaque su apetito— abrió los ojos y la boca que parecía que se le iba a desencajar. Lo único que fue capaz de articular —no me esperaba que me dijeras nada parecido— y esta vez sí se fue, pero su cara me decía que no le había molestado, tal vez sorprendidao es que yo era muy positivo. Me encuentro con Carmen y Manuela, están desayunando y me siento con ellas, están normal y es Carmen quien recuerda lo de la noche anterior, cuando ve que la vecina extranjera me hace ojitos y me regala una sonrisa perversa, —ya le puedes decir a esa guarrilla que este crucero estas más que comprometido por dos tigresas que le pueden sacar los ojos, ¿verdad Manuela?— y se ríen a carcajadas las dos. Aprovecho para decirles que le he soltado la primera andanada a Llucina pero que no se, Carmen dice que quien lo puede averiguar es Manuela, ya que ellas se cuentan todo, todo, toooodo. Al final convencemos a Manuela para que vaya a hablar con ella y la convencimos también para que llamara a Carmen y poder escuchar lo que hablaban. No estaba muy conforme, pero al final cedió. Carmen me decía que poco íbamos a saber, porque Manuela era como era y se cortaba mucho, más sabiendo que la estaríamos escuchando. Lo que hablaban era un rollo por parte de las dos, se notaba que manuela quería llevarla a su terreno, pero lo hacía muy mal, porque se andaba por las nubes, hasta que sin venir a cuento:
— Me he enrollado con Pelayo.
— Vamos a ver amiga, TRADUCE enrollado.
— Pues eso que me lo he trajinado.
— AHÍ VA... y... bueno... ¿QUE TAL?
— Incansable, inagotable, con una capacidad de recuperación asombrosa y... de LOCURA, INOLVIDABLE.
— ¿Cómo pasó?
— Por la noche entre copa y copa... Bailando noto algo fuera de lo normal y la necesidad, mucha necesidad.
— El “hambre” que es muy mala, jajajajajajaja. Ya te has quitado las telarañas para una temporada o acaso piensas ¿repetir?
— Si puedo si, ya que estamos...
— Pues no se si me creerás, pero me ha pasado algo con él, que me ha dejado un poco en shock. Nos hemos quedado solos en la piscina, le he preguntado por mi bikini y si no me ando con cuidado ese me hubiera follado allí mismo. Pero no contento con eso, me dijo hasta que mi culito merecía azotes y... pero lo dijo agarrándose sus partes y madre mía lo que aparentaba su paquete, más paquetón. Es que parecía muy gordo.
— Solo gordo no, es algo deliciosamente monstruoso. ¿Seguro que te ha dejado... cliente?
— No sé si caliente, pero fría ya te aseguro que no.
— Chica pues aprovecha el viaje, que nadie se va a enterar, que si yo tenía telarañas tu... jajajajajaja.
— Que guarra. Pero no voy a ir a decirle a Pelayo necesito un polvo. Que también te digo que con esas manos que tiene me da un buen azote y tiene puta asegurada, jajajajajaja.
— Jajajajajaja, ya te digo que está por domar es muy primitivo.
— No me digas esas cosas que me pongo... buf, buf... que yo no tengo freno, que una vez que empiezo no paro, jajajaja, soy como un coche sin frenos cuesta abajo.
Escuchamos a mi madre y a otras hablando con ellas y preguntado por Carmen, por lo que me dejó y se fue ella encuentro de las demás. Estoy relajado y me llega un wasap nuevamente de Silvia diciéndome —¿Qué pasa que te da igual que se lo haya contado a mi marido?— y mi contestación fue clara diciéndole que no era nada mío, que tampoco lo conocía y que si ella había decidido contárselo me parecía muy bien, esperando que no le hubiera ocasionado ningún conflicto en su pareja. De nuevo se veía que escribía, paraba y no enviaba nada. Al final me llama y desde el primer segundo me doy cuenta de su nerviosismo e inseguridad, algo que me extrañaba y tuve en ese mismo momento la sensación de que su matrimonio se había hecho trizas
— Pelayo no tengo mucho tiempo y es una llamada embarazosa. Se lo conté todo a Josep, no me guarde nada, porque creo que se lo debía y porque no podría vivir ocultándole algo tan trascendental.
— Perdona que te interrumpa, solo quiero decirte que, si considerabas que tenías que decírselo, por mi como comprenderás ninguna objeción y lo importante que tú no te sientas mal. Si al decírselo te ha ocasionado una desestabilización en tu matrimonio, créeme que lo siento.
— No ha sido desestabilizador, si complicado, raro y entenderás porque te lo digo. Josep quiere que este próximo fin de semana vayamos a Valencia, porque quiere conocerte en persona. Por lo demás ha sido muy comprensivo, ya te dije que es un amor de hombre. Así que esta es la pregunta embarazosa ¿quieres comer o cenar con nosotros este fin de semana? Te puedo asegurar que Josep es muy tranquilo y no va a montar ningún escándalo. Ya lo sé, tampoco entiendo porque quiere conocer al hombre con el que su esposa le ha sido infiel, tampoco me entra en la cabeza.
— Me es imposible porque voy en un crucero con mi madre. Que ya sabes que está muy fastidiada y me comprometí con ella en ir de vacaciones este año. No es una excusa, en cuanto regrese si quieres y me dejas te envío un wasap y yo tengo la respuesta por la que tu marido quiere que comamos o cenemos.
— ¿Siiiii? Pues dime el motivo y no te enrolles, se breve y preciso.
— Tan sencillo como que quiere verte follar conmigo. ¿he sido breve y preciso?
— Que animalada acabas de decir y te digo que es una animalada porque él sabe que yo nunca aceptaría eso.
— Ya verás cuando le digas que he aceptado vernos una vez que lleguemos de viaje, como va a empezar a fantasear cuando tenga sexo pidiéndote que le detalles lo que hicimos, eso si no lo ha hecho ya. A continuación, empezará con ciertas insinuaciones de alto contenido sexual, empezará poco a poco y si no te lo propone directamente, esperará a última hora y en ese momento también querrá que vayas vestida de forma muy provocativa, tal vez hasta quiera comprarte algún modelo especial igual que la lencería.
Ya no quería hablar más se había quedado en parte bloqueada, me decía que como se notaba que no conocía a su esposo y que como siempre mi mente era un foco infecto de sexo. Terminamos la llamada y le hice una videollamada para poder mostrarle que iba de crucero, porque sé que tenía dudas de que en verdad estuviera de crucero. Con otra persona me hubiera dado igual lo que pensara, pero ella no era cualquier persona. Minutos después me llegó un wasap de ella diciéndome —no se puede ser tan mal pensado y opinar de esa manera sobre una persona que no conoces— y fui un poco más caustico —pues te podía haber dicho mucho más, por ejemplo, que, si no me equivoco, necesitará que en ese momento no seas tan bien hablada, tan formal y te conviertas en una mujer más vulgar con tus actos y con tu lenguaje— no hubo ninguna respuesta ni intento. Además, tuve que dejarlo porque apareció Carmen y delante de Manuela me dijo —no pasa de esta noche, Pelayo nos follamos a esa guarra, que me ha puesto... y tú Manuela ahórrate criticarme—
Durante el resto del día y cada vez que podía entraba a saco con Llucina. En la comida Carmen fué tan taimada, que hizo que me sentara al lado de LLucina, moviéndose ella y quedando Llucina en medio. Mi pierna rozaba la de Llucina que en un primer momento apartó la suya pensando que era un “accidente” pienso yo. Pero cuando se repitió ya se dio cuenta de que no era una casualidad. Esta vez aguantó y cuando fui más descarado, fue cuando Carmen me dijo una cosa y me incliné hacia un lado para poder escucharla mejor y apoyé mi mano en el muslo desnudo de Llucina. Al recuperar mi posición acaricie su muslo descaradamente y lo siguiente fue notar que era ella la que esta vez pegaba su pierna a la mía. De nuevo Carmen, que se está dando cuenta de todo me habla de nuevo y esta vez hago lo mismo, con la única diferencia que mi mano ha quedado más arriba que antes y al retirarla acaricio su coño por encima de sus bragas. Aguantó, pero se le notó un poco alterada. Lo siguiente que hace es decir que va al aseo y Carmen dice que ella va también. Termina la comida y nos vamos todos juntos a otra zona. Carmen dice que tiene que ir a su camarote y lo que hace es llamarme.
— Te resumo Pelayo. Esta como las ascuas y cuando le he dicho que me tienes cachonda perdida, que me eche una mano para poder follar contigo, me ha dicho que me busque la vida. He insistido y me ha dicho que ella quiere lo mismo. Por lo que le he dicho que he sido la primera en decirlo.
— ¿Entonces no hay posibilidad de un trío?
— Espera, es que me dice la muy cerda que le has estado metiendo mano y eso deja claro con quien quieres estar. Por lo que le he dicho que en el desayuno nos hemos estado besando y se ha quedado compungida.
— Joder Carmen, la has liado, ahora será casi imposible.
— No porque he llegado a un acuerdo con ella. Que te ataquemos las dos a la vez, que te pongamos “burrote” y que la que mejor sepa hacerlo te lleve al huerto.
— ¿Qué ha dicho ella a esa idea?
— Que nada de enfados, porque iba a perder yo. Ahora te toca a ti. Ponerla muy cachonda y proponer que las dos vayamos a tu camarote.
— Eso déjamelo a mí y (cruzó los dedos) que Manuela no lo estropee.
La cena y la post cena fue como las otras noches, lo único que esta vez tuve un especial trato con Llucina y Carmen además de colaborar provocaba constantemente para que Llucina tuviera más interés y daba resultado. Al final nos quedamos Llucina, Manuela, Carmen y yo. Las demás se habían retirado, Manuela lo hizo un poco rato después, aunque me pareció que se hubiera quedado de buena gana. Hago la proposición de ir a mi camarote los tres, Llucina responde con un no rotundo y nada de ser un paripé. Trate de convencerla y estaba anclada en el no. Hasta que Carmen con mucha maldad la malmete hasta que dijo que no pasaba nada por ir a tomar una copa. Estábamos los tres dentro de mi camarote bebiendo, tranquilo y en el aire había un aroma de excitación. Tuve que hacer una seña a Carmen para que nos dejara solos y se fue al aseo. Lo que proveche para un “ataque” directo a Llucina, que se entregó de inmediato, me morreaba como si de una victoria se tratara. No me hizo falta hacer mucho, porque si mis manos estaban ajetreadas acariciando su cuerpo, ella agarraba mi rabo con decisión, ganas y deseo. Fue más rápida que yo, me había sacado el rabo en un chasquido de dedos. Al sentir sus manos, dejó caer su vestido y se quedó en sandalias, tanga y no llevaba sujetador. Su tanga cayó al suelo con su ayuda y en ese momento salió del aseo Carmen, que sin saber lo que pasaba salió desnuda, solo con su calzado. Llacina no se enteró. Ella misma se colocó mi rabo entre sus piernas, acariciando mi rabo su coño.
Su respiración era profunda, semejante a un suave ronquido contenido. Cada vez se mueve con más intensidad. En el momento que la morreaba, Carmen que es más baja que ella y se nota la diferencia, abrazo a Llucina por detrás, acariciando sus tetas. Al notar ella las manos de Carmen, empezó a decir un no, repetido varias veces de forma lastimera. Carmen besaba su espalda y seguía acariciando sus pezones. Carmen no se anda con tonterías y lleva una de sus manos a su culo y al notar que me toca el rabo, me echo un poco para atrás para dejar que acaricie libremente a Llucina. Tal como estamos los tres, sé que ya no hay marcha atrás. Pero para que sea así, doy la vuelta a Llucina, para que se apoye en Carmen y en ese momento, en esa posición le meto mi rabo hasta el fondo, entra como un hierro al rojo vivo atravesando manteca. Carmen que la desea mucho besa su boca, primero tiernamente, luego con algo más de intensidad y luego se comen la boca con salvajismo. Los gemidos de Llucina son más altos y quiere ir a la cama, que dice que se va a caer. Al irnos a la cama dejamos de follar y al tumbarse ella quería comerme el rabo. Mientras me devoraba el rabo, Carmen se tiró entre sus piernas, Llucina las cierra, pero el buen hacer de Carmen hace que Llucina las abriera. Tuvo un orgasmo como pocas veces se tienen y casi me destroza el rabo con su boca.
Por lo que se ve llamaron a la puerta, ni Llucina ni yo nos enteramos. Carmen es quien abre y es Manuela, en ese momento si la veo, trae los ojos encendidos y se morrea con Carmen, segundos tardó en estar desnudos como los tres. Cuando Llucina nota que están acariciándola y lo que es algo más que caricias por parte de Manuela y Carmen, monta en cólera y empieza a darnos voces, tratamos de que se calmen y lo más suave que nos dijo fue llamarnos degenerados. Que la habíamos engañado, que era una mujer decente... En un principio de verdad pensé que le había dado un ataque de lo que fuera, que se le pasó cuando apareció el oficial de seguridad del barco, que acudió por si pasaba algo. Lo curioso es que fue la propia Llucina quien dio las explicaciones y pidiendo disculpas por el “ruido” como decía ella. Se marcharon las tres y a mí me dejaron a medias y el resto del viaje estuve varias veces con Carmen. No siempre termina todo bien, aunque tampoco es que terminara mal, porque sé que quedaron tres puertas abiertas.