Aún hoy, 13 años después, recuerdo con precisión el tacto, la humedad y la temperatura, de su lengua recorriendo mi polla.
Contábamos en aquel momento con dieciséis años. Yo, pongamos que mi nombre es Luis, siempre he sido más simpático que guapo. Él, pongamos que se llamaba Manu, era muy atractivo; tenía un comportamiento sexual y una sonrisa pícara que yo, al principio, aún desconocía.
Era habitual en aquellos tiempos que Manu viniera a mi casa a pasar las tardes. Mi madre trabajaba fuera de casa todas las tardes y eso hacía que invitara a gente a mi casa casi a diario. En concreto, hubo unos cuantos meses en los que Manu venía cada tarde.
Habitualmente solo hablábamos, jugábamos a la play o veíamos alguna película descargada de emule o ares, aunque no sería capaz de recordar ahora ninguna. Eso era lo habitual.
Una tarde, ya bien entrado junio, hacía mucho calor. Habían terminado las clases y teníamos todo el tiempo del mundo por lo que Manu vino a mi casa nada más comer. Por el calor ambos llevábamos pantalón corto aunque él, ademas, llevaba una camiseta de tirantes muy ancha por todos lados que permitía que se le viera prácticamente todo el torso. Yo nunca me había fijado pero Manu estaba fuerte.
- Joder, que calor hace más insoportable-me dijo al entrar en mi casa-. Al menos aquí estás medio fresco.
Yo me reí ligeramente y le hice pasar al salón. Él se dejó caer en el sofá abierto de piernas y brazos, como tratando de obtener fresco de la mayor cantidad de espacio posible. Yo me senté también. Mientras yo me sentaba el encogió su brazo derecho para no interponerlo entre el sofá y yo pero en cuanto me senté volvió a estirarlo, dejándolo entre mi cara y el capítulo de Los Simpson que estaba viendo.
- A mi tampoco me gusta este calor, pero como verás no te quito de ver la tele- dije, al tiempo que golpeaba su mano para apartarla hacia adelante.
- Si este capítulo lo echan cada tres días- respondió mientras volvía a colocar la mano en su sitio, con el único objetivo de molestar.
Era habitual esa dinámica últimamente. El me molestaba de algún modo, yo tomaba mis represalias contra él y nos peleábamos un rato por ello, pero ese día la actitud de Manu fue ligeramente distinta. Yo no lo sentí como algo raro en el momento, pero cuando empezamos a pelear él me golpeó ligeramente la entrepierna, como parte del juego, y yo respondí agarrándole y sujetándole sin que pudiera moverse hasta que se disculpó.
Cuando acabamos de jugar, aún más acalorados de lo que estábamos, fuimos para mi habitación. Allí estaban el ordenador y mi cama. Alguna vez, antes de ese día, habíamos comentado cosas de pornografía, aunque nunca habíamos llegado a ver nada juntos. Hasta ese día.
- Oye, ¿por qué no buscas algo de porno?- me lanzó Manu, sin que yo me lo viera venir.
- ¿Ahora? ¿Para verlo juntos?-le dije yo, extrañado por la propuesta.
- Si, tío. No se si es el calor o qué, pero tengo ganas de ver algo.
- Bueno, vale. ¿Qué te va?- le pregunté girándome a mirarle.
- Yo que sé, tío. Lo que tú quieras-. Me respondió con una sorprendente timidez.
Yo entré en google, escribí: «porno» y accedí a la primera página que me salió. Así de sofisticado era mi protocolo de búsqueda.
Una vez en la página elegí algún vídeo que me resultó particularmente excitante. Supongo que alguna joven morena con una buena boca. En cuanto le di al play, puse la pantalla completa, me senté en la cama junto a Manu y nos dispusimos para ver el vídeo.
Poco después de empezar yo ya tenia la polla bastante morcillona y noté que Manu se tocó un poco el paquete sobre la ropa. Yo hice lo mismo.
- Buah tío, me está poniendo muchísimo- dijo Manu-. Voy a sacármela.
A mi me sorprendió mucho, al fin y al cabo nunca habíamos hecho nada así como pajearnos juntos, pero yo también estaba cachondo y me pareció buena idea. Unos instantes después los dos teníamos la polla fuera y nos estábamos empezando a pajear.
Poco tiempo después Manu propuso que nos pajeáramos mutuamente.
- Oye, ¿y si tú me pajeas a mi y yo a ti?
- Hostia Manu, no sé-. Dije yo con bastante sorpresa.
- Venga tío, si te va a gustar seguro.
Dudé un poco y le miré. Él me sonrió con un gesto muy pícaro que nunca le había visto.
- Venga vale, a ver qué tal está-. Dije yo, como resignado.
Apenas respondí Manu ya tenia su mano en mi pilla, aún morcillona. Yo hice lo propia agarrando la suya, que estaba claramente más dura. Empezamos, inexpertamente, a pajearnos uno al otro, despacio. Para ambos era la primera vez que agarrábamos otra polla.
Reconozco que me estaba encantando, pero concentrarme en pajearle a él no me permitía disfrutar plenamente de sus habilidades, por lo que le dije:
- Oye Manu, ¿y si te pajeo yo un rato y tú disfrutas y luego me pajeas tu a mi y disfruto yo?
- Joder, si. Mucho mejor-. Me contestó Manu, bastante entusiasmado con la idea.
Entonces el soltó mi polla y se recostó hacia atrás ligeramente, apoyando sus manos sobre la cama. Le sugerí que se bajara el pantalón del todo y se descalzó y se quitó los pantalones y los calzoncillos. Se volvió a recostar como hizo inicialmente y fijó su mirada en el vídeo. Yo empecé entonces a pajearle con mucha atención. Agarré su rabo con firmeza y suavemente comencé a subir y bajar mi mano a su alrededor. Con la otra mano le masajee ligeramente los huevos. Pude ver que le estaba encantando. De hecho, no tardé mucho en notar que me miraba más a mi que al vídeo.
Cuando ya llevaba un rato pajeandole decidí escupirle en la polla para que aquello estuviera más húmedo. Lo había visto en algún vídeo y me parecía bastante cachonda la idea. Le oí bufar de placer en cuanto mi saliva aterrizó en su rabo. Le fui pajeando cada vez más rápido mientras notaba como su respiración se agitaba y sus manos apretaban la sábana de la cama con más fuerza.
- Para, que si no me voy a correr-, Me dijo con la voz entrecortada.- y aún me toca a mí pajearte.
Tenia razón. En ese momento yo me puse en pie, me descalcé y, al igual que él, me quite los pantalones y los calzoncillos. Yo, en vez de recostarme ligeramente en la cama, me tumbé totalmente de tal modo que quedó el vídeo a mi izquierda y lo veía solo con girar el cuello.
Una vez me había tumbado me agarró la polla y comenzó a pajearme él a mí. Imitó mi idea de masajearme los huevos, y eso me puso muy cachondo. Además noté que me miraba la polla con unos ojos de vicio que me pusieron cerdísimo. Tenía el rabo durísimo.
- Buah, la tengo durísima-, dije yo constatando lo evidente.
- Ya lo noto, ya. Por lo que veo te está molando.
- Muchísimo tío. Lo único-, dije comenzando a sonreír- que si pudieras me gustaría que me escupieras en el rabo. Lo noto un poco seco.
Al oír esto Manu tuvo coló una extraña timidez, pero le pareció bien. Como yo estaba tumbado en la cama, tuvo que acercarse bastante y puso su cara encima de mi polla. Dejo caer un chorro de saliva sobre ella mientras siguió pajeando.
- ¿Así?- me preguntó.
- No está mal- respondí-, pero si pudieras escupir desde un poco mas cerca estaría mejor-. Añadí sonriendo.
El, también sonriendo, se acercó mas a mi polla, antes de dejar caer un chorro de saliva. En cuanto tocó la punta de mi rabo me miró a los ojos, y con la mayor cara de vicio que he visto en mi vida me preguntó:
- ¿Así o más cerca?
- Más cerca-. Le dije yo mirándole fijamente y jugando al juego que el planteaba.
Sus labios me rozaron la punta de la polla al dejar caer ese chorro de saliva. Pude sentir ligeramente su boca en ese instante y, sin pensarlo, antes de que se alejara puse mi mano derecha suavemente sobre su nuca y dije:
-Casi lo tienes, un poco más cerca.
Al mismo tiempo que dije eso ejercí una ligera presión con mi mano y levanté un poco la cadera. Todo junto hizo que una parte de mi polla entrará en la boca de Manu. En cuanto entró tuve una sensación inmensa mente placentera. En ese momento Manu, muy torpemente, empezó a chuparme la polla, que estaba muy húmeda a causa de toda la saliva. Yo sentía sus labios muy cerrados subir y bajar por el tronco de mi rabo mientras su lengua iba rozándome la punta. Estaba en el séptimo cielo. Manu podía escuchar mis intensos gemidos mientras no dejaba de guiarle el ritmo con la mano y con pequeños golpes de cadera.
Manu cada vez demostraba más experiencia y se iba metiendo cada vez más parte de mi polla en la boca. Cada poco tenía una pequeña arcada, se la sacaba y en cuanto se recuperaba se la volvía a meter. Claramente a él le estaba gustando.
Cuando ya había cogido habilidad tragándose mi polla, cambié de postura. Me senté en el borde de la cama y el se arrodilló en el suelo frente a mi. Cuando me fue a agarrar la polla de nuevo para seguir comiendo, yo le aparté las manos y él simplemente las retiró. Comenzó a tragarse mi polla guiado únicamente por su cabeza y mis manos agarrándosela. Manu nunca se había comido una polla pero claramente lo había deseado y había visto vídeos.
No sé cuanto tiempo duró esa mamada exactamente, lo que sí que sé es que después de un rato metiéndole y sacándole la polla en la boca yo ya no aguanté más y me corrí sin que me diera tiempo a sacársela. Varios chorros de lefa salieron disparados de mi polla a su boca. Él notó que eso estaba pasando y tampoco se la sacó. Mi primera, y gloriosa, mamada de Manu terminó conmigo llenándole la boca de lefa y el quedándose quieto mientras yo me vaciaba totalmente. Fue increíble. Aún se me pone durísima solo de recordarlo.
En cuanto deje de echarle leche en la boca se levantó y fue al baño a escupirla. Esa primera vez aún no se tragó mi leche. Cuando volvió venía sonriente y me preguntó si me había gustado. Yo le dije que me había encantado y, sin saberlo, habíamos comenzado una maravillosa tradición.
Si quieres decirme algo sobre el relato, o lo que sea escribe a lusanoviedo@gmail.com