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Fecha: 18-Sep-23 « Anterior | Siguiente » en Amor filial

Sorpresa en el chalé de mi cuñada

Carlos Josem
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Mi cuñada, aprovechando la ausencia de mi hermano me demostró la clase de zorra que era, sin saber que mi polla había entrado ya en su casa través de su hijo. Version para imprimir

Sorpresa en el chalé de mi cuñada.

Aconsejo leer antes ‘Sorpresas en el lavadero de coches’.

La mañana estaba estupenda y había quedado con mi hermano en su casa del campo. Tenía un precioso chalé con huertos y árboles frutales, y me requirió para ayudarle con la instalación del regadío por mis conocimientos de agricultura.

Me puse un pantalón corto tipo tenis y una camiseta y me fui en bicicleta, ya que la casa no dista más de tres kilómetros del pueblo. Los olores a heno y tierra mojada del campo siempre me han evocado momentos mozos, cuando llevaba a mis ligues a cualquier trigal y follábamos sobre la hierba o bajo los árboles. 

Iba tan absorto en esos pensamientos que no me percaté de la erección provocada por los recuerdos, cosa que sí pudo observar mi cuñada en el momento de abrir la cancela de la entrada. Pensé que se me bajaría pronto por el corte que me dió presentarme así delante de Carmen pero lejos de suceder, mi polla se empinó más aún cuando la vi con el mini bikini blanco.

  • Estaba nadando un poco cuñado, te invito a que me acompañes. Tu hermano ha ido al pueblo a comprar las gomas de riego que vais a instalar, ayer no pudo hacerlo. Me ha puesto que tardará un rato, así que ve al agua mientras te preparo una bebida fresca

  • Ah, bien, ¿y Juanito está contigo?

  • No, tu sobrino se fue con los amigos, estamos solos

Por no mojar el pantalón me metí en calzoncillos, por suerte eran de esos ajustados como los que llevan los nadadores y supuse que no lo notaría.

Salió de la casa y bajó los escalones de la piscina con un vaso de cerveza en la mano. Ancló su mirada en la mía concediéndome una amplia sonrisa que me resultó entre socarrona y libidinosa. Mientras, me permití rastrear su cuerpo de mujer madura bien conservada, de piernas bien contorneadas, caderas bien curvadas y grandes pechos que sujetaban con dificultad un top minimalista. 

Aquí está, me dijo ofreciéndome el vaso que ella ya había probado pues llevaba la comisura de sus labios mojados y llenos de espuma. Noté que había aprovechado para arreglarse un poco. Se había perfumado, pintado los labios de rojo y peinado su largo cabello. Todas las señales me estaban indicando que aquella hembra quería guerra, pero era la mujer de mi hermano y eso me ponía freno.

  • Carlos, se te nota a través del agua

  • ¿Qué? dije haciéndome el tonto y dando un trago forzado a la cerveza

  • Que no es un bañador, son tus slips, además, o son muy pequeños o lo de dentro es muy grande, jaja

  • Uff Carmen, qué cosas dices, es que no traje bañador

  • Creo que es lo segundo, me dice en voz baja al oído rozando mi oreja con sus labios y pegando su pecho a mi brazo

  • Uff vuelvo a repetirte que dices unas cosas que…

  • ¿Crees que no me di cuenta cómo me mirabas? Hiciste un escaneado de mi cuerpo con tu vista y eso debió subirte la temperatura por ahí abajo. Lo mismo hiciste aquel día en el lavadero de coches. Buscabas ángulo para verme las tetas mientras charlabamos y luego desde la ventana del minibar no me quitaste los ojos. Hasta me pareció que te tocabas, si no fuera porque estaba mi hijo contigo hubiera pensado que te masturbabas

  • Joderr cuñada, cómo puedes pensar eso, dije bebiendo otro trago y dando gracias a que no pudo ver que mientras la miraba lascivamente su hijo me la chupaba bajo la mesa aquel día

  • Porque sé que eres un salido y que estás deseando pillar una buena zorra a quien darle caña, dijo poniéndose frente a mi buscando mi pene con su mano

  • Joderr, eres la mujer de mi hermano, no podría …

  • Tú no podrías, pero yo sí. Se soltó el top dejando ver sus amplios pechos decorados por unos pezones muy pequeños y puntiagudos. Tómalos, estás deseando, me dijo tirando de mi cuello hacia sus manjares

  • Uff cuñada, ¿y si se entera de esto Juan?, balbuceé entre lametones

  • No te preocupes, no se enterará y no sabes pero él es muy abierto para estas cosas

  • Si pero eso de que le pongan los cuernos… dije con voz turbada mientras me destrozaba el pene a tirones

  • No hables más y hazme tuya, dijo con furia comiendo mi boca y mi lengua desesperadamente

Me sacó de la piscina y me condujo a su dormitorio y así, mojados, me bajó el calzón y me tumbó en la cama. Soltó el triángulo del bikini y se montó sobre mí a horcajadas. Llevaba su sexo bien depilado dejando ver el tatoo en forma de corazón rojo que adornaba el centro de su pubis. Al montarse sobre mi polla el tatuaje pareció cobrar vida propia.

  • Ahh Carlos, vaya polla más rica que tienes, es como la de tu hermano pero mucho más gorda, me roza toda por dentro, ¡métela honda! -dijo gritando-

  • Carmen, así nos oirán hasta en el pueblo

  • ¡Voy a gritar lo que me salga del chocho!, tú hazme tuya con ese pollón, ¡dame duro!, dijo mientras me cabalgaba incesante haciendo rebotar las tetas en su barbilla

  • Yo ya perdí el respeto familiar, la agarré fuertemente por la cintura y le di un fuerte pepinazo que le llegó al tope de su interior

  • Ahh, ¡así me gusta, que me desgarres! tu hermano nunca me da tan fuerte como le pido

  • ¡Joder con la putita esta!, dije sin contemplación. La puse a cuatro patas y empecé a bombear su coño con vigor mientras ella, lejos de retraerse, arqueó su espalda para que la llegara hasta el límite. Empezó a recular, la penetración era tan intensa que casi sentía mis huevos en su interior

  • Ahh, qué bien Carlos, sigue pero no te vayas a correr ahí, lo quiero en mi garganta o en mi culo, lo que prefieras

  • Uff, mi mente quedó noqueada, ¿cómo elegir entre dos cosas igualmente deliciosas? 

Nada más sacársela, aquella pelandusca empezó a mover su pelvis agitando sus glúteos contra mi sexo. Metió dos de sus largos dedos por el ano resolviendo así la duda: realmente lo que necesitaba era que le follara el hermoso y redondo culo que tenía delante. Puse mi rabo duro en la puerta y ella culeó impaciente. Salivé mi punta y empecé a bombear lentamente agarrando con fuerza sus caderas. 

Por un momento pensé en Juan: qué diría si me viera a punto de penetrar por el culo a la perra de su mujer y qué pensaría viéndola extasiada al ser empalada por su hermano.

  • ¡Venga cabrón, dámelo ya!, dijo reculando y metiendo todo mi glande con ese movimiento

  • ¡Ahí lo llevas putita! Le solté una fuerte estocada tomando algo de velocidad. Aquella fulana necesitaba aprender quién era el macho que la ensartaba

  • ¡Ahh Carlos! me ha llegado muy hondo, quiero más

  • ¡Joder, toma más! Mis huevos chocaron contra los labios de su coño: ya no quedaba más por meter

Estaba tan excitado que comencé a culearla a lo bestia, tenía que llegar ya hasta el final dando leche. Ella gritaba como una posesa pidiendo más. Gritaba con fuerza mi nombre y también el de su marido como si quisiera que mi hermano estuviera allí follándola a la vez por el mismo agujero. Nunca imaginé lo cerda que era mi cuñada.

  • ¡Carmen, me vengo, ahh!

  • Ahh siii, ¡suelta toda la leche hijoputa!

Su culo rebosaba semen bajando por sus nalgas cuando en una de mis últimas embestidas soltó un chorro de corrida vaginal que nunca había visto en una mujer. Con cada espasmo se cerraba más su conducto anal y esa estrechez me hacía soltar más semen todavía. Su orgasmo parecía no terminar y su fragor llegaba al cielo. 

Lentamente fuimos perdiendo vigor. Ella se echó hacia delante y yo sobre ella permaneciendo mi verga dentro. Sus jadeos se fueron apagando aunque podía oír los fuertes latidos de su corazón.

  • Uff Carlos ha sido increíble, ya no me acordaba de la última vez que me follaron así

  • Gracias, jaja, pero supongo que Juan no te habrá defraudado

  • No, pero ya sabes, con el tiempo se pierde interés

  • Pues intenta recuperarle, tú eres una gata en celo, sabrás cómo excitarlo para eso 

  • Creo que lo que necesita tu hermanito es otro tipo de estímulo

  • ¿Cómo? ¿Qué quieres decir?

  • Si, que lo que necesita hacer es un trío

  • Joder, no lo hubiera imaginado de él

  • Si, tiene unos compañeros de trabajo que le dan la chapa tanto con eso que está obsesionado y me cuenta de todos los encuentros que tienen incluso de intercambios de pareja

  • ¿Y eso no te gustaría a ti?

  • Ya te habrás dado cuenta que no soy la mojigata que creías, pero eso de compartirme con extraños no acabo de asumirlo

Al pronto se oye ruido en la casa, es Juan que entra llamando a su mujer. Carmen se mete en el baño del dormitorio mientras yo salgo por la ventana y me meto en la piscina para no ser visto cerca de ella. 

  • Hola hermanito, ¿has llegado hace mucho?

  • Hola Juan, un par de horas. Aproveché la espera para refrescarme un poco, hace calor. ¿Has comprado los materiales de riego?

  • Si, los tengo todos pero ya se hizo tarde, mejor tomar algo mientras me explicas al menos cómo hacer la instalación. Por cierto, ¿dónde está mi mujer?

  • No sé, entró hace rato en la casa, dije esperando que no me delatara algún gesto

  • Bueno, ya saldrá, voy a por unas birras

  • Bien yo voy saliendo del agua

Esperé a que entrara para que no viera en calzón. Me vestí y aguardé su llegada. Salió acompañado de Carmen que me miró con gesto que no supe comprender. Me temía lo peor, que se hubiera percatado del charco de sudor y fluidos que quedaron sobre las sábanas.

  • Brindemos los tres por algo, di tú un motivo cariño 

  • Ah, bien, brindemos por la familia unida

  • Si, eso está bien, dije yo

  • Y bien unida, dijo Juan en tono socarrón

  • ¿Ha pasado algo en la tienda cariño, no había lo que buscabas? -dijo ella intentando ver por dónde iban sus comentarios-

  • Si, en la tienda todo fue bien, pero aquí no sé -de nuevo en tono sarcástico-

Los dos bajamos la mirada como cómplices de un delito, gesto que Juan advirtió, no era tonto.

  • Bueno, no hay mal que por bien no venga -dijo él alzando su copa-

  • No entiendo cariño

  • Si lo entiendes, jaja, lo entiendes bien, y espero que  ahora ya no tengas reparos en realizar mis propuestas, esas que te dije de mis compañeros de trabajo

  • Jaja, parece que habléis en clave -dije yo poniendo cara de poker-

  • No haceros los idiotas, sé que habéis estado liados. Y no te preocupes hermanito, tendrás un sitio en nuestra cama así podrás follar de nuevo a mi mujer y a tu hermano también

Carmen y yo nos quedamos petrificados, se hizo un largo silencio que interrumpió Juan con una burlona carcajada. Sin duda había conseguido someter a su mujer a sus deseos a través del nabo de su hermano.

FIN. 

Espero continuarlo lo antes posible.

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© Carlos Josem

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