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 3.526 Lectores conectados [ Comunidad de Cams +18 ]  23.748 Autores | 137.426 Relatos eróticos 
Fecha: 17-Sep-23 « Anterior | Siguiente » en Amor filial

Asesinos

Kenzie Issues
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Sea como sea él es tú hermano y deben de permanecer juntos siempre. Version para imprimir

Capítulo 3.

Los nervios me afloraron en la piel al ver como Dymitry  se marchaba de casa en la noche, era la noche, al fin era la maldita noche. 

Regresé a mi alcoba como si nada, me había duchado como de costumbre, mi cabello seguía húmedo cuando me acosté en mi cama y me cubrí con las frazadas, el día estuvo lluvioso, así que la noche era fresca... Casi fría. 

Miré la tv hasta que los ojos se me fueron cerrando, me quedé dormida. 

Mi sueño no duró mucho debido al potente rayo que hizo estremecer la tierra, abrí los ojos sobresaltada y justo en ese momento se fue la luz, solté un gritito al sentir a alguien a mi lado. 

—Tranquila bebé, soy yo. —escuché su voz, suspiré con fuerza. 

—Me espantaste, idiota. —me quejé lanzándole manotazos, se rió. 

—No sabía que te daban miedo las tormentas. 

—La lluvia no me da miedo, pero si las tormentas eléctricas. —me acomodé en su pecho, sentí que envolvía los brazos a mi alrededor, todo estaba oscuro, silencioso y tranquilo. 

—Había planeado una sorpresa, pero se fue la puta luz. —murmuró. 

—Quizá mañana, hoy solo quiero que me abraces. —me aferré a su torso.

—¿Ah sí? ¿A qué se debe el honor de dejarme abrazarte está noche? 

—No lo sé, simplemente quiero abrazos. —pegué los labios a su pecho. 

—¿Sucede algo?

—Si vas a seguir haciendo preguntas entonces vete. —lo solté, se aferró a mí.

—Lo siento bebé. —escuché su risa, lo pellizqué y volví a abrazarlo, besó mi frente y de esa manera me quedé profundamente dormida. 

A la mañana siguiente el cielo estaba negro, la tormenta seguía y yo no sabía como Dymitry había partido si el cielo parecía caerse a cántaros. 

—¿Cómo viajo? —le pregunté a Denn cuando ambos bajamos a desayunar. 

—No lo sé, quizá aún no se va y está en algún hotel cerca del aeropuerto. —encogió un hombro.

—Él odia los hoteles. 

—También odia quedarse en los aeropuertos... En realidad él odia todo y a todos. —se tomó su café, solté un suspiro y asentí. 

El día fue algo aburrido, no podíamos salir por culpa de la lluvia, la luz se iba a cada momento y curiosamente todo el personal de limpieza nos vigilaba de vez en cuando... O así lo presentía, cada vez que Denn y yo íbamos a la sala las mucamas pasaban cada 5 minutos por la puerta o nos preguntaban si queríamos algo de comer, cuando les respondíamos que no, se marchaban y regresaban casi cada 5 minutos. 

Era extraño, agobiante e incluso desesperante que hicieran eso.

Cuando Denn subió a su alcoba, yo me quedé abajo, las mucamas subían para ofrecerle algo y a las últimas él cerró su puerta y dejó de interactuar con las mujeres. 

La misma extraña rutina se repitió todo el día, hasta la cena, la tormenta había disminuido y la luz estaba estable, cenamos y cada uno se fue a su alcoba. 

Estaba viendo alguna serie en la tv cuando toda la alcoba se quedó a oscuras, solté un quejido y me arropé bajo las frazadas, escuché pisadas en el pasillo, de seguro era Denn. 

Mi puerta se abrió, me mantuve quieta al sentir que un peso extra se posicionaba a mi espalda dentro de la cama, una mano sujetó mi cadera y pasó por mi estómago antes de subir a mis pechos... No eran las caricias normales de Denn. 

Escuché que algo se rompía, me separé un poco, pero esa mano se aferró a mi cintura, estiré la mano para alcanzar el celular cuando un grito ahogado se escuchó del otro lado de la puerta. 

—¿Qué pasa? —encendí la linterna y apunté a mi espalda, la sangre se me heló al ver que Denn no estaba conmigo, sino un hombre que tenía una máscara negra que cubría completamente su rostro a excepción de los ojos y labios, vi que su mano enguantaba subía a mi cuello, grité cuando se abalanzó sobre mí, su otra mano envolvió mi cuello. 

—Es un desperdicio, eres tan jodidamente sexy. —sonrió, quise golpearlo con el celular, pero su mano libre detenía mis golpes, quise gritar, pero no podía debido a la falta de aire. 

Me removí cuando lo sentí subirse en mi cadera, hizo presión con ambas manos alrededor de mi cuello, los pulmones me ardieron, comencé a ver borroso... Quería llorar, encajé las uñas en sus brazos, pero nada resultaba. 

Los ojos se me estaban cerrando cuando vi que algo lo golpeaba con fuerza en la cabeza, el hombre cayó de la cama y las costillas me dolieron cuando inhalé profundamente antes de comenzar a toser y llorar. 

—Mierda, mierda, ¿estás bien? —vi que Denn subía a la cama y sujetaba mis hombros, seguí tosiendo, el estómago se me revolvió con violencia, quise vomitar. 

Me levantó de la cama temblando, la luz regresó y vi que el hombre se levantaba y le apuntaba a Denn con un arma. 

—Eres un cabrón hijo de puta. —sujetaba su cabeza, Denn me puso detrás de él. 

—¿Qué mierda quieres? 

—Un pajarito me contó que 2 Kennedy valen mucho dinero. 

—¿Un pajarito llamado Dymitry Gatti? —escuché la burla en la voz de Denn. 

—Algo así, ¿qué hiciste con mi amigo? 

—Supongo que se resbaló y se encajó el cuchillo en el estómago. 

—Te voy a matar.

—Ya joder, mucha amenaza y poco disparo, ¿no crees? 

—¿Qué haces? —me aferré a su chándal y casi sentí que le encajé las uñas en la cadera, mi puerta se abrió y ahogué un grito al ver como otro hombre entraba tambaleándose, con las manos en el estómago y la sangre saliendo alrededor del cuchillo. 

El otro hombre se distrajo y corrió hacía su amigo, Denn también, vi que le sacaba el cuchillo del estómago para encajárselo al otro sujeto en la garganta, la sangre aumentó al igual que mis nauseas y el mareo.

Había mucha sangre... 

Tanta sangre...

Miré aterrada como Denn sacaba ahora el cuchillo de la garganta del hombre, ambos estaban tirados en el suelo, desangrándose, las piernas me temblaban, Denn tomó el arma. 

—Todos nos quieren muertos, desde que llegamos han querido acabar con nosotros. 

—¿De qué hablas? —las lágrimas se me salieron de los ojos. 

—El hombre tenía razón, sabes que papá fue buscado por hombres poderosos, nosotros no seremos la excepción, tú no serás la excepción. 

—Denn por favor, no entiendo nada. —seguí llorando. 

—Toma algunas cosas y vámonos, no podemos seguir aquí a la espera de que nos maten, date prisa. —tomó mi mano para llevarme al vestidor, todo el cuerpo me temblaba y él veía que yo era incapaz de hacer algo por mi misma. 

Estaba en shock. 

Me costaba creer todo lo que me decía. 

¿Era verdad?

¿Dymitry nos había mandado matar? 

Vi que tomaba una maleta de mano y en ella metía algunas prendas de ropa variadas, me ayudó a cambiarme con ropa cálida, tomé algunos tenis y otra mochila en donde guardé cosas de valor y otras cosas personales. 

—No tardo, ¿bien? —besó mi frente y salió de mi alcoba mientras yo seguía mirando a los hombres muertos que estaban a un lado de mi cama. 

Regresé al vestidor al recordar que en ese lugar tenía escondida mi alcancía en donde metía mis ahorros, saqué el dinero y volví a la alcoba, una mucama y el jardinero miraron a los hombres, después a mí. 

Vi que el hombre llevaba una mano a su espalda. 

—Ni se te ocurra, idiota. —habló Denn, le apuntaba al jardinero con el arma en la cabeza, el hombre bajó ambas manos, tomé mis cosas y salí de la alcoba—. Díganle a Dymitry que se esfuerce un poco más si quiere el dinero de los Kennedy. 

Caminé por el pasillo, cuando estuve abajo escuché como Denn bajaba corriendo, él llevaba una maleta un poco más grande que la mía, tomó mi mano cuando se guardó el arma en la espalda y entramos a la cochera en donde sacó unas llaves y encendió las luces de un auto convertible de la colección de Dymitry, subimos a el y arrancó, apenas la cortina de la cochera se estaba levantando cuando Denn pasó con el auto, escuché un ruido sordo y después el motor rugir cuando salió a la calle a toda velocidad. 

El corazón se me subió a la garganta, sentía los latidos en mis oídos y la boca seca. 

—¿Estás bien? —habló minutos después. 

—No. —respondí, en ese momento estaba lo suficientemente sorprendida como para hacer o pensar en algo coherente. 

—No tendremos mucho tiempo, espero que alcancemos a llegar a Seattle antes de que Dymitry reporte el robo del auto. —murmuró. 

—Estamos en Sacramento, son como 12 horas de viaje. —hablé segundos después. 

—Quizá hagamos menos con esta belleza. 

—No puedes conducir tan rápido o te multarán. —me lamí los labios. 

—Sé que esto es una locura, pero confía en mí, no dejaré que nada te ocurra, ¿bien? 

—Sí. —asentí. 

—Te quiero bebé. —colocó una mano en mi pierna. 

—Yo también te quiero. —dejé mi mano sobre la suya unos segundos, la aparté para que se concentrara en sujetar el volante con ambas manos, la calle estaba mojada y no quería que tuviésemos un accidente. 

Dios mío... ¿Qué habíamos hecho?

"Continuará..."

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