Conocí a Mili en una fiesta de la Universidad, ella te ia 17 años y yo 18, recuerdo que bailamos toda la noche, nos besamos y luego de acabada la fiesta, me ofreci a llevarla a su casa en el coche de mi padre que me lo había prestado para ir a la fiesta; era en un club privado fuera de la ciudad. En medio camino desvíe el coche hacia un edificio abandonado y aparqué en un lugar oscuro. Ella me miraba, reía y me dijo: adonde me llevas, por aquí no se va a mi casa. Habíamos bebido lo suficiente para estar contentos, eran los años ochenta y era lo que se llevaba.
Comenzamos a besarnos, y yo a querer tocarle las tetas por debajo del escote de su vestido, ella se reía eia y se resistía; luego bajé mi mano y la metí por debajo de la falda hasta tocar sus bragas, ellá seguía impidiéndome, a la vez que se seguía riendo. Los besos continuaba por el cuello, haciendola estremecer y mis manos seguian queriendo tocar sus tetas, para lo cual cada vez ella ponía menos resistencia;
Cuando al fin las pude tocar, ella dejó de reírse y empezó a dar gemidos con cada caricia en los pezones y más cuando las llegue a chupar. Sus movimientos ya eran de exitacion y yo aproveché el momento para levantarle la falda del vestido; y ya sin la menor oposicion, llegar a sus bragas, acariciar su sexo por encima de la ropa íntima y luego separando con los dedos la parte que cubría su vagina, acariciar con esos mismos dedos los labios vaginales; produciéndose un estremecimiento mayor, a la altura de casi un orgasmo; llevando luego eso mismos dedos, uno primero y luego dos, hasta el interior de su vagina.
La exitacion de Mili era extremadamente óptima para mis propósitos, así que aproveché el momento y abriéndome la bragueta, saqué mi pene que estaba durisimo, y llevando su mano hasta él, hice que me lo tocará; ella que al principio lo toco con miedo, debido a su alta excitacion; pronto lo empezó a mover tal como yo la guiaba. El climax era tal, que ya no habia retorno; por lo que me abrí el pantalón, me lo baje junto con el calzoncillo hasta los tobillos, recliné el asiento de Mili hasta la posición más tumbada posible, le baje las bragas hasta quitársela de un solo pie, y pasándome al sito del copiloto me puse encima de ella; Mili instintivamente abrió las piernas, estaba completamente entregada y mojada; yo con más ansias de penetrarla.
Cuidadosamente, llevé mi pene hacia su vagina, y empecé a meterla despacio, ella empezó a moverse estremecida, a la vez que emitía respiraciones altas con gemidos, empezó a quejarse de dolor, yo paraba y cuando se tranquilizaba me miraba y yo seguía, así poco a poco hasta que ya con el pene dentro al menos un tercio de su longitud, y al notar cierta resistencia, paré, le acaricié la cara, le di un beso en los labios para distraerla, momento en el cual aproveché para metérsela toda de un solo golpe.
Ella pego un grito que se debió oír hasta la carretera, soltó unas lagrimilas que resbalaban por sus mejillas, y yo abrazándola y besandola la calmaba; ella sujetada a mi, en el momento de la penetracion, me metió las uñas en la espalda, haciéndome pequeñas heridas, que en esos momentos ni lo había notado. Pasados unos segundos largos, ya mas tranquila, con mi pene dentro de su coño, empecé a sacarlo y meterlo, lo que le hizo recobrar la excitacion. Ella también empezó a moverse al ritmo que yo le marcaba, le iba gustando; su cara retomó el color rosa de hace unos momentos, y juntos fuimos follando y follando; a las vez que nos besabamos y tocábamos, yo sus tetas y su culo y ella mis huevos y mi culo, llegando a rozar con sus dedos mi ano.
Después de varios minutos, cuando note que me estaba viniendo, le dije que me corría y apuramos la embestidas hasta que ella empezó a gritar que se venía, y así juntos culminamos esa noche de sexo, la primera vez para ella y también para mí.
Al dia siguiente la llamé para quedar con ella, ya que se suponía que éramos novios; aunque durante la noche que pasamos no hablamos nada de eso; pero ella, un poco seria, me contestó que lo había pasado muy bien, pero que no tenía sentido empezar nada juntos; que aunque no me habia dicho nada al respecto porque no venía al caso; su familia se Mudaba a otra ciudad bastante lejana por el trabajo de su padre, y que allí continuaría sus estudios. Me deseó suerte en la vida y se despidió.
No supe más de ella. Yo terminé mis estudios y empecé a trabajar. Ya pasados diez años de ese episodio, mi hermano mayor que se había ido a trabajar a otra ciudad cuando acabó la carrera tres años antes que yo, me llamó un día para invitarme a pasar unos días de vacaciones a su casa, yo tenia una novia con la que pensaba casarme, así que cuando le dije que me iría donde mi hermano a hacerle una visita, no le gusto mucho la idea, ya que habíamos echo planes de verano los dos juntos.
Al llegar al aeropuerto, vi a mi hermano que me esperaba junto a una chica; él no me había contado nada, pero supuse que era una sorpresa, y de verdad que sí lo fue. Al acercarme, vi un rostro conocido; al principio no la reconocí, porque estaba bastante cambiada, pero a medida que la vi más cerca, la reconocí. Era Mili, la de la noche universitaria. Ella tampoco me reconoció incluso hasta después, porque yo ahora llevaba barba y bigote; aunque me estuvo mirando, como quien quiere saber a quien se parece uno o a quien le recuerda. Las presentaciones confirmaron lo que yo ya sabia, y creo que disiparon las interrogantes de Mili, porque al darme los besos de saludo, se pegó más de lo que se acostumbra y me besó más que a un cuñado.
Nuestras miradas se cruzaron con sonrisas cómplices, ella ya sabía que le había reconocido y yo también que ella a mi. Solo dije algo que le hizo enrojecer levemente: Hermanito tu siempre al lado de chicas muy guapas. El se rió, y luego dijo, pero siempre de una en una, no como tu de dos o de tres a la vez. Ella aunque se rió también, me miró como diciendome: de la que me he librado.
Ni Mili ni yo, dijimos nada sobre que ya nos conocíamos; sin ponernos de acuerdo, los dos decidimos que era mejor olvidar ese hecho. Al llegar a casa de mi hermano, me asignaron ĺa habitación de invitados, la casa en sí era bonita, elegante y se notaba el gusto femenino en la decoración; aunque no estaban casados, vivían juntos desde hacía cinco años, aunque la casa la había comprado mi hermano antes de conocer a Mili. Ella aun conservaba su piso de cuando vivía sola, lo tenía cerrado.
Los días que precedieron a mi llegada fueron muy distraídos y divertidos para mi. Mi hermano me había convencido para quedarme los quince días de vacaciones que tenía, él al igual que Mili habían pedido una semana para irnos los tres a la playa, donde tenian alquilado un apartamento pequeño. Así fue, y aunque la distancia era corta, algunas noches, mi hermano que es médico, tenía que marcharse por alguna emergencia, quedándonos solos Mili y yo, hasta su vuelta que generalmente eran de tres horas o cuatro a veces.
Una noche de esas, después de irse mi hermano al hospital de la ciudad donde trabajaba, empezó a llover torrencialmente al estilo de esas tormentas de verano, con relámpagos, rayos y truenos a mansalva, la casa en sí estaba protegida, pero eso no basto para que Mili se asustaba; al extremo de empezar a llorar del pánico cada vez que venía el estruendo; estabamos en el pequeño saloncito viendo la tele, cuando ocurrió ello; Mili se abrazo a mi como buscando refugio, yo la acogí un poco asustado también, pues no conocía lo fuerte que era la casa.
Al ver las lágrimas de Mili en su rostro. me vino a la memoria aquellas que derramó aquella noche de sexo universitario. En seguida con la mano le empecé a secar, al igual que lo había hecho esa noche. En eso sonó el teléfono, y era mi hermano preguntándonos si estábamos bien. Yo que cogí la llamada le dije que si, no quise que notase que Mili había hasta llorado. El nos comunico que debido a las lluvias, la carretera a la playa estaba cortada, por lo que no volvería hasta mañana en cuanto la volviesen a abrir.
Mili que pudo oír el íntegro de la llamada, se abrazo más incluso, al oír que venía otro estruendo. En ese momento le acaricie la cara, y le dije que no se preocupara, que no pasaba nada y que estaba yo para cuidarla. Al oírme decir eso me miró fijamente, con sus ojos casi llorosos, y me dijo tiernamente: te he echado de menos todos estos años. Al oír eso de sus labios, en un arrebato de locura pasional, acerqué mis labios a los suyos y la besé con mucha pasión. Ella respondió a esos besos, abrazándome más fuerte y estremeciendose como aquella vez en el coche.
Nuestros besos continuaron subiendo cada vez más de intensidad, excitandonos los dos cada vez más, hasta que poco a poco fuimos despojandonos de la ropa ligera corta de verano que ambos vestiamos; y sin más preámbulos hicimos el amor, tal cual como lo habíamos hecho en nuestra primera vez, ella reclinada en el sofá, yo encima; ella con sus piernas bien abiertas, y mi pene entrando suavemente dentro de su vagina.
El ritmo sexual, inclusive fue el mismo, así cadencial, con besos, caricias, chupadas de tetas, cogidas de huevos, tocadas de culo y tocadas de ano, lo que me llevó a acelerar las embestidas. Ella me seguía el ritmo, duramos casi igual o más que la vez aquella, y cuando le dije que me corría, y apuramos aún más la velocidad, ella gritó al igual que esa vez, a voz en cuello que se venía, yo me corría, y ambos llegamos juntos, al igual que aquella nuestra primera vez.
Al terminar, nos miramos, sonrreimos, nos volvimos a besar; parecía que no había pasado el tiempo, ella estaba más madura y más guapa; no quisimos hablar nada referente a mi hermano, ni si le íbamos a decir algo o nada; no quisimos ni siquiera mencionarlo. Esa noche cada uno durmió en su cama y al amanecer cuando el sol aún no había salido, yo desperté y crei que lo de la noche anterior habia sido un sueño y segui durmiendo. Nos levantamos casi a la vez a eso de las nueve y cuando estábamos desayunando; llamó mi hermano para decirnos que a medio día abrirían la carretera y llegaría a comer.
Los días pasaron muy rápido, y al terminar la semana, después de varios días de goce y divertimento, dejamos la playa y nos volvimos a la ciudad. Ni Mili ni yo tocamos el tema, y como experimentados actores hicimos como si nada hubiese ocurrido, y seguimos haciendo a la perfección el papel de perfectos cuñados.
Ya en la ciudad; mi hermano y Mili se reicorporaron a sus trabajos; yo me dediqué a pasear la ciudad, unas veces solo, otras con mi hermano al salir de su trabajo y algunas veces tambien con Mili. Sobretodo por las noches cuando ambos salían temprano. Una tarde de esas en que yo estaba paseando por una calle, me encuentro con Mili, que había salido temprano del trabajo y se dirigía a su piso a ver como estaba, según me dijo, y además añadio: hoy tu hermano sale tarde de la consulta, así que si quieres me puedes acompañar a mi piso, y luego ya nos vamos a casa a esperar a tu hermano para cenar.
Me pareció bien la idea, aunque para mis adentros pensaba que ella también pensaba en lo mismo que yo. Llegamos al piso, que era céntrico, moderno y elegante. Entramos, me enseñó toda la vivienda; tenia tres dormitorios, un salón comedor espacioso e iluminado, un cocina muy moderna pequeña, y tres baños, uno en el dormitorio principal, otro en el pasillo entre los otros dos dormitorios y el tercero, un aseo en el recibidor.
Al llegar al dormitorio principal, una cama de matrimonio dominaba la estancia, encima de un alfombra verde, al igual que las cortinas. De pronto no sé porque me dio por sentarme en la cama, y probar el colchón, algo instintivo que provocó las risas de Mili, luego se acercó y me dijo, de verdad quieres probar la resistencia de la cama? a lo que contesté atrayendola hacia mi y dándole un beso en los labios, que de inmediato fue correspondido.
A medida que nos besábamos y nos excitábamos, nos íbamos tumbando en la cama, desvistiendonos poco a poco hasta estar completamente desnudos; ella tendida con las piernas bien separadas y yo sobre ella; siendo la primera vez que lo haríamos así: desnudos, y tumbados en una cama, la pasión fue la misma, la intensidad igual, ella empezó a dar sus gemidos, yo a respirar con fuerza, la penetracion fue de suave a fuerte y de lenta a rápida; hasta llegar a su máxima plenitud y comprobar una vez más, que nos deseábamos más que nada en el mundo.
Cuando acabamos, recién pudimos hablar. Aún seguíamos desnudos. Ella empezo diciendo que la relación con mi hermano estaba pasando un bache muy malo; que él lo quería arreglar con parches, como tu visita; no digo que te utilizace, pero aprovechó para posponer una separación que la habíamos planteado de al menos un tiempo. La casa, me dijo, la había ccompradotu hermano con otra novia que tenía; y que antes de casarse rompieron por algo que él nunca ha querido contármelo; así la decoracion que la hizo al gusto de ella, jamás permitio que yo hiciese ningún cambio.
Siempre que le tocaba el tema de casarnos e irnos a vivir a otra casa nueva elegida por los dos, vendiendo la suya y la mía, cambiaba la conversación y lo arreglaba diciendo que así estábamos bien y que no nos hacía falta nada más. Pero yo si necesitaba mucho más, tanto en el plano de la casa, como en el plano afectivo y sexual. El no quiere tener hijos, al menos conmigo y casi me obligó desde el primer momento a ponerme un díu. Yo al principio lo acepté, porque era muy bueno y cariñoso, además de un respetado médico, pero luego vi que eso no servía para nada si el no quería comprometerse conmigo de verdad.
Ya no hablamos del sexo, y te cuento en confianza, las únicas veces que lo he gozado y he llegado al orgasmo han sido contigo; tres contando la de hace unos momentos. Con él es rápido, serio, una vez por semana, el mismo día y a la misma hora. No hay pasión, y casi le da igual si yo estoy en ello o masticando un chicle. Me dejas de piedra, le dije. Y porqué no te has separado antes, pregunté; Lo he intentado varias veces, dijo ella; pero siempre tiene un pretexto para posponerlo. Llevamos asi en esto, dos años; primero que su ascenso se vería tocado, después que el doctorado correría peligro, luego que después del verano, y ahora tu visita, que estoy seguro te tuvo que convencer y hasta te rogó para que vinieses, porque me imagino que tenías otros planes con antelación.
Es verdad, le dije, se puso tan pesado, que hasta me hizo chantaje emocional. Es un buen chico, dijo ella, yo lo quiero mucho, pero no puede querer estar conmigo y con él espíritu de su ex deambulando por la casa; que estoy pensando en contarle lo nuestro; queee? dije yo, ni se te ocurra!! lo dije enfáticamente; quieres abrir un cisma familiar? sería el fin de todo, concluí. Bueno, me dijo ella, podíamos contarle solo lo de la primera vez, a ver como reacciona, dijo Mili.
No estoy de acuerdo en que me utilices para romper con mi hermano, le dije. Ella se me acercó y dandome un beso en los labios me dijo: jamás te utilizaría. Lo que siento por ti es lo más bonito que he tenido en la vida, las circunstancias hicieron que me alejase, pero en lugar de olvidarte, cada día te recordaba más. Yo también a ti, le dije. Anda mentiroso, dojo ella; tú ni te acordabas de mí hasta que me viste en el aeropuerto con tu hermano, añadió. De echo tienes una novia, o varias, después de haber tenido veinte mas; jajaja reí. En cambio, siguió ella; yo sin proponermelo solo he sido de ti y de tu hermano.
Se hacía tarde y le propuse levantarnos, y seguir hablando otro día, que mi hermano estaría a punto de salir. Si, me dijo ella, vamos cada uno por su cuenta. Yo me adelanto y después llegas tu....continuará