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Fecha: 12-Ago-23 « Anterior | Siguiente » en Orgías

El Cumpleaños de Mario

Lolaviva
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Tiempo estimado de lectura: [ 22 min. ]
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Una reunión que parecía de lo más inocente, termina convirtiéndose en una velada inolvidable, y el principio de una bonita e interesante amistad. Version para imprimir

Pues entre unas cosas y otras, han pasado más de dos años desde que escribí mi primer relato.  No pensaba escribir uno cada día, pero tampoco pensaba que iba a dejarlo tanto.  

Este que os voy a contar hoy en realidad podría encuadrarse en varias categorías, pero supongo que la más aproximada es la de orgías.  Al igual que el primero y los posibles que pueda haber después, si es que sigo sacando el tiempo y las ganas para escribirlos, está basado en una experiencia real, y contado tan al detalle como yo lo recuerdo.  En este caso concreto, ni siquiera he cambiados todos los nombres.  Los participantes han leído el relato antes y están de acuerdo en que lo publique así, por lo que si algún lector cree reconocer las circunstancias de los protagonistas y algún nombre, a lo mejor no es casualidad…

Para no repetir una presentación larga sobre mí, y hacer este relato más largo de lo necesario, os invito a que leáis mi primer relato, en el cual me explayo en esa parte.  Creo que a la hora de leer precisamente un relato erótico, es importante dibujar en tu mente a las personas lo más parecido posible a la realidad, especialmente si como en este caso, los hechos contados ocurrieron.

Paso a la historia

Mi buen amigo Luis llevaba unos meses en una relación estable con un chico algo más joven, por lo que sus incontables encuentros de sexo con uno distinto cada día, hacía tiempo que no ocurrían.   Luis siempre ha tenido una actividad frenética en lo sexual, pero desde que había conocido a Mario, parecía otro.  Estaba mucho más formal, nada promiscuo pese a que seguía haciéndome comentarios de los hombres que nos cruzábamos en los bares o si salíamos a tomar una copa, pero evidentemente se había enamorado de Mario, y eso le hacía estar menos loco, menos desesperado por buscar, y le aportaba una calma en lo sexual, que le hacía incluso más atractivo de lo que ya era.  Y creedme, físicamente Luis es un pedazo de tío de 1,85 , delgado, prácticamente sin gota de grasa, y con músculos bien definidos en brazos y piernas. Además, conociendo como yo conocía (porque él me lo había contado, y mostrado en fotos) su generosa anatomía íntima, era inevitable verle con ojos de mujer, aún sabiendo que ese bombón no iba a ser nunca para mi disfrute.

Mario, su chico, es algo más joven que él.  Entonces debía tener 35, y físicamente era muy parecido a Luis.  Algo más alto y más fuerte.  Es bombero y hace mucho ejercicio, así que tiene un cuerpo contundente.  Aparte del volumen, su principal diferencia es que lleva la cabeza totalmente afeitada, pero es también muy guapo y tan encantador como Luis, aunque de modo distinto.   Luis, sin ser afeminado, es algo más femenino.  Mario es mucho más masculino.  De hecho, si no les ves juntos, nada te haría pensar que le gustan los hombres.   Aunque bueno, de hecho, Luis es bisexual.  Luis era su primera relación homosexual, o al menos su primera relación seria.  Anteriormente, todas sus relaciones serias habían sido con mujeres. 

Se acercaba el cumpleaños de Mario, y siendo su primer cumpleaños juntos, Luis quería hacerle una fiesta sorpresa con un montón de gente, pero Mario se lo olía, y como no estaba muy por la labor de grandes celebraciones, le propuso hacer algo más íntimo,  Organizaron una cena en casa de Luis e invitaron a unos amigos de Mario, y Luis nos invitó a mi marido y a mí.

Los amigos de Mario eran un matrimonio, Pedro y María.  Él compañero suyo.  Ambos en la treintena aunque más próximos ya a los cuarenta.  La verdad es que aunque su compañero no era tan alto ni estaba tan fuerte como Mario, era también delgado y fibroso, y terriblemente guapo el condenado, y claro, su mujer no desentonaba en absoluto.  Menudo pibón!!!   Morena de pelo liso hasta los hombros, además de ser muy guapa tenía un cuerpo precioso, con un culo pequeño y sobre todo unas tetas grandes, que destacaban aún más al contraste con su cuerpo delgado.  Además de tener un cuerpazo, lo lucía.  Llevaba un vestido azul ajustadito que le quedaba como un guante, y con unos tacones a juego con el vestido, de los de mirarla si querías como si no.  Estaba impresionante.  De hecho Mario no paraba de hacerle cumplidos y de bromear con ella.  Se notaba que se conocían bien y que había una tensión sexual en esa amistad.

Mi marido, por supuesto se quedó en casa.  No es que se llevase mal con Luis, ni mucho menos, pero tampoco era muy fan, así que tampoco insistí en que viniera.  Le disculpé ante Luis y Mario, y se quedó en casa con los niños, viendo el futbol, o lo que sea que se quedase haciendo.  A estas alturas tampoco me preocupaba demasiado si veía futbol o porno,  en tanto no le pillaran los niños meneándosela en el sofá.  Me arreglé un poquito, de vestido y tacones también, aunque sin extravagancias, dado que era algo en casa de Luis y con amigos, sin visos de que fuese a desmadrarse, pero el caso es que ya sabéis que, a poco que nos arreglemos las mujeres, acabas atrayendo las miradas y algún que otro comentario.  El primero fue de mi marido.

- Jóder Lola, si llego a saber que te vas a vestir así de buenorra, me había apuntado a la fiesta.  Luego cuando vengas despiértame, y te ayudo a quitártelo.

Le reí la gracia y me marché sin darle pie a nada más.   La verdad es que para que me echase un mal polvo y me dejase a medias acabando yo solita la faena con algún juguete, prefería masturbarme luego en el baño antes de meterme en la cama y descansar.

Por supuesto Luis estuvo presumiendo de lo buena que estaba su amiga, y la verdad es que ninguno de los otros asistentes le llevó la contraria.  Mario y Pedro no se cortaron tampoco y me dijeron lo buena que estaba, y María, la mujer de Pedro también alabó tanto el vestido como mi cuerpo, lo cual siempre resulta especialmente agradable.  Los cumplidos de otra mujer normalmente son falsos, pero cuando son sinceros, y en este caso lo parecían, son incluso más agradables que los de los hombres.  Al menos a mí así me lo parece.

Total, que el ambiente de la reunión era muy agradable e informal.  Como la casa de Luis es de las de cocina americana con una barra amplia y banquetas altas, la reunión era más viva que si hubiese sido de estar sentados alrededor de una mesa.  Aunque todos teníamos una banqueta en la que apoyar el culo, no parábamos de levantarnos y hablar unos con otros

Yo tenía una conversación muy entretenida con María, que me estaba contando algunos detalles de la vida de Mario, previos a su “salida del armario”, mientras los chicos hablaban de futbol, para variar.  En un momento de la velada, María les recriminó que hicieran el típico corrillo del futbol, y ya nos pusimos a hablar todos juntos.

María – Chicos, no me puedo creer que en un grupo con estos dos pibones a este lado de la barra, vayáis a acabar hablando de futbol, como si estuvieseis solos en un bar…

 

Pedro – Joder cariño, ¿ya nos estás dando caña?

 

Mario – La verdad es que tienes razón María.  No tenemos perdón de Dios.  Aunque no te olvides que por muy buenas que estéis, no todos aquí estamos interesados en vosotras… jajajaja

 

Luis – No, todos no, desde luego.  Y tú cuidadito con lo que dices, maricón, que estoy yo delante.

 

Yo – Jajajaja, pero bueno Luis!!!   Si tú no eres celoso.

Luis – Lola cariño, ¿pero tu has visto lo buenísimo que está este tío?  Celoso sabes que no soy, pero como el maricón hace tanto a pelo como a pluma, si me descuido descarga la escopeta con vosotras y luego no tiene munición para mí.

 

Yo – Jajajaja, no caerá esa breva…   Por si acaso no bebas mucho, que hoy he venido sin mi marido, y como te descuides le pongo a Mario en un compromiso.

 

Luis – Mira que eres zorra…   Jajaja

 

Mario – Eso, no bebas mucho, que según han venido hoy de buenas estas dos, como se descuiden les pongo la vacuna.  Pero no te preocupes, que ya sabes que para ti siempre tengo.

Y para corroborar que era cierto que su principal interés era Luis, le dio un beso, que empezó como un piquito en los labios, pero que Luis continuó agarrándole del cuello y dándole un buen morreo, que acabó con los demás silbando y aplaudiendo.

María – Bueno, bueno, chicos, un poco de orden, que los demás no somos de piedra.

 

Luis - ¿Ves maricón?  Estas lobas, como me descuide te follan.  Además María que ya lo ha probado, seguro que no le importa repetir.

Yo me quedé un poco de piedra en ese momento, y miré a María con cara de sorpresa y una sonrisa

María – Jajajaja, que cabrón eres Luis, si no lo sueltas revientas.   Mira la pobre Lola la cara que se le ha quedado.  Que no sé si es de sorpresa o de envidia…   Jajajajaja

 

Yo – Jajajaja, pues mira, ya que lo dices, de las dos cosas, porque mi Luisito es un bombón y un encanto, pero hay que ver lo bueno que está Mario.  Jajajaja.

 

María – Sí que lo está, sí.  Y no veas el arte y el aguante que tiene el tío cuando se pone al asunto.   Pero conoció a Luis, y se lo llevó al lado oscuro, así que las chicas ya nos quedamos con las ganas.

 

Mario – Joder María, en qué buena estima me tienes.  No hagas caso Lola, que tampoco es para tanto, todo muy normal.

 

María – Lola, hazme caso, que cuando se trata de hombres sé de lo que hablo.  Cantidad y calidad.

Yo no salía de mi asombro.  No tanto por la confesión sobre las habilidades de Mario, que desde luego resultaba muy interesante, sino por el hecho de que María las conociese.  Por puro pensamiento racional, di por hecho que se debía a una relación previa a su matrimonio con Pedro, pero la noche no paraba de ofrecerme sorpresas, y Luis siguió tirando de la cuerda.

Luis – Ahora explícale a Lola por qué lo sabes bonita  ¿o no ves la cara de sorpresa que se le ha quedado?

Todos reímos como respuesta al comentario de Luis, pero nadie explicaba nada, así que tuve que insistir ahora yo y pedirles la explicación.

Pedro – Pues por qué va a ser Lola, porque mi mujercita es un putón de mucho cuidado.

 

María – Sí claro, quién iba a ser la responsable sino yo, no te digo, jajajaja.   A ver, que putón soy, no lo voy a negar, pero es que hija, si te propone tu marido follarte a su mejor amigo, que está como un queso de bueno, pues tú me dirás…   tonta debía de ser para no decirle que sí  ¿no te parece?

 

Lola – Ah, ¿que encima te lo propuso él?

 

María – Sí claro, fue él, que tiene esa mente enferma, que nada más que piensa en sexo, fue el que empezó con el rollito.  Que no te digo que no tengamos todos nuestras fantasías, pero es que mi maridito no descansa, y ya llevaba tiempo que cada vez que follábamos me empezaba con el rollo de que si me gustaría hacer un trío con otro tío, que si te imaginas esto, que si te imaginas lo otro…  y claro, nos poníamos como motos.  Hasta que un día además de imaginar, me preguntó que si querría hacerlo realidad, y joder, si estás cachonda y te preguntan esas cosas, pues la respuesta sólo puede ser que sí.  Pero claro, una cosas es hablarlo en ese momento que no te da el cerebro para pensar, y otra hacerlo realidad….      Total, que al final ellos lo hablaron, se pusieron de acuerdo y una noche mi marido me preparó una encerrona, y chica, que una no es de piedra, así que cuando me quise dar cuenta, estaba en el salón de mi casa, con uno delante y otro detrás, los dos rozándose conmigo y comiéndome cada uno un lado del cuello….     Te puedes imaginar el resto.

 

Yo – Joder María, afortunada tú, bonita, que tienes un marido que te organiza esas cosas.

 

Pedro – ¿ves cariño?   Afortunada tú.  Además, que anda que te lo pasaste mal.  Mario abrió la caja de los truenos, pero es que ahora ya no hay ya quien la cierre.

 

Luis – Y tú, maricón, tampoco te lo pasaste mal ¿no?  Aunque te quedarías con las ganas de follarte también a Pedro.

 

Mario – ¿Y a ti quién te ha dicho que me quedé con las ganas?

 

Pedro – Jajajaja, te lo digo yo Luis, jajaja, se quedó con las ganas.  Chupármela sí que me la chupó el muy cabrón.  Aprovechando que María estaba en ello, se arrimó con la excusa de comerle la boca, y acabaron los dos chupándomela juntos.  Pero el culo ni tocarlo.

 

Yo – Joder María, insisto, que suerte tienes.  No sólo te organiza un trío, sino que además con un tío bísex, que da mucho más morbo

La conversación ya se fue animando entre todos, y mientras comíamos y bebíamos, el alcohol fue haciendo su efecto habitual, así que todos nos fuimos desinhibiendo, y entre las parejas sobre todo empezaban a sobarse mucho, a darse besos, y la verdad es que yo andaba un poco desubicada.  María que se le empezaban a notar tablas en estas situaciones, hablaba mucho conmigo y teníamos mucho contacto físico.  La verdad es que empecé a tener la sensación de que le apetecía también jugar conmigo, no sólo con su marido.

Yo hasta ese momento no había hecho nunca nada con otra mujer, pero entre que María me había caído tan bien y que además estaba muy buena, sumado supongo al efecto del alcohol, la verdad es que me sorprendí pensando que no me importaría probar con ella.

Como estábamos medio de pie en aquella banquetas, era fácil levantarse y acercarse a uno u otro lado de la mesa.  En un momento que Pedro había venido a mi derecha para hablar con Luis, no recuerdo muy bien por qué, pero en esa conversación le dijo algo María y él se rió y se cruzo por delante de mí apoyándose en la mesa para darse un besito, un piquito, y como María estaba a mi izquierda al final el beso se lo dieron a menos de un palmo de mi cara.

Yo – Eso, encima restregármelo por la cara, que como soy de piedra…

 

María – Jajaja, tienes razón Lola, no es justo.

Y para mi sorpresa, María me agarró la cara con sus dos manos y me plantó un beso en los labios.  Fueron sólo labios y fue cortito, pero al separarse no me soltó la cara y se me quedó mirando a los ojos.   Los chicos empezaron con silbidos y risas, y María me sonrió, me guiñó un ojo y me volvió a besar.   Esta vez fue más largo, y enseguida abrió la boca y me metió su lengua.    Yo me dejé hacer al principio, pero tras la sorpresa inicial pasé de pasiva a activa, y también yo empecé a besarla a ella, por lo que el beso se alargó más de lo que parecía que iba a ser al principio.

De repente, un mundo de sensaciones nuevas se despertó en mí, y sin pensarlo siquiera, notaba mi coñito mojarse y mi clítoris palpitar.

María – Mmmmmm, joder Luis, no veas cómo besa tu amiga Lola.  Coño, me ha puesto cachonda y todo.

 

Pedro – Joder, me ha puesto cachondo a mí también y eso que el beso te lo ha dado a ti.

 

María – Pues cariño, si la besas flipas.  Madre mía que boca…  

Yo sólo sonreía, todavía un poco en shock, sin saber muy bien qué hacer o qué decir, cuando Luis dijo

Luis – Pues no te quedes con las ganas Pedro, si este zorrón no cuenta nada, pero también hace sus cositas de zorrón… 

Pedro miró a su mujer, que vi por el rabillo del ojo cómo le hacía un gesto con la cabeza, y automáticamente me agarró la cabeza metiendo su mano derecha por detrás de mi pelo y tirando de mí hacia él me besó.  Al principio sólo labios, igual que su mujer, pero enseguida abrió la boca y me metió la lengua buscando la mía, que no le negué.  Nuestras lenguas iniciaron un baile lento y sensual, pasando de mi boca a la suya.  Cuando separó su boca de la mía volvió a hablar

Pedro – Ufff, joder, sí que besa bien, sí.

María, que no había perdido detalle a un palmo escaso de nosotros, se acercó y empezó a besar a su marido.  Mi cara estaba a escasos centímetros de las suyas.  Pararon de besarse y me miraron los dos, y entonces María me volvió a besar.  Tampoco ahora rechacé su beso, y mientras nos besábamos, noté como Pedro apartaba el pelo de mi cuello y me lo empezó a comer, suave, con mucha lengua.  Eran besos muy húmedos y cálidos por mi cuello que junto con el beso de María terminaron de encenderme.

No sé el tiempo que duró aquello, pero en un momento determinado me acordé de que Luis y Mario estaban también allí, y paré el beso con María y les miré.  Pensaba que nos estarían mirando sorprendidos, pero para mi sorpresa, también se estaban comiendo la boca.

Aunque Luis era mi amigo desde hacía muchos años, y le había visto muchas veces con otros hombres, siempre había presenciado besitos más o menos inocentes con sus amantes, nunca el beso apasionado que le estaba ahora viendo darse con Mario, y mucho menos, en las circunstancias que estaba yo ahora, excitada y con una pareja súper atractiva compartiendo mis besos, claramente con la intención de hacerme partícipe de su intimidad.

La situación era totalmente nueva para mí, pero de un erotismo salvaje.  Estaba tan excitada que casi tenía ganas de gritar.  Ahora era María la que me comía el cuello por el otro lado, y Pedro me volvió a besar y de repente mi cuerpo se llenó de manos acariciándome.   Pedro puso su mano en la cara interna de mi pierna derecha y fue subiendo despacio hasta llegar al límite de mi braguita.  Acarició mi coñito muy suavemente por encima del tanga y al notarlo mojado, separó sus labios de los míos, me miró con una sonrisa y sin dejar de acariciarme el coñito me dijo:

Pedro – Joder Lola, estás empapada.  Y claro, ahora se me ha antojado saborear toda esa humedad.

María dejó de besarme el cuello y habló

María -   ¿Y a qué esperas?  ¿No ves que ella también lo está deseando?  ¿Verdad que sí Lola, a que lo estás deseando?

La situación se me empezaba a ir de las manos.   Ya lo creo que lo estaba deseando, pero nunca había tenido sexo con más de una persona, y desde luego nunca delante de otra gente.   Claro que tampoco me había besado nunca con una mujer y acababa de hacerlo.  Volví a mirar a Luis y Mario, que estaban ahora aún más acalorados en su beso, acariciándose lascivamente sus erecciones sobre el pantalón, mirándonos de reojo.  Aquello terminó de activarme.  Verles a ellos en una actitud claramente sexual y buscándonos con la mirada me pareció la situación más erótica y morbosa que había vivido nunca.   Evidentemente ellos también se excitaban mirándonos a nosotros, y Luis me hizo un gesto de aprobación, me guiñó un ojo y se concentró en desabrochar el pantalón de Mario.

Ante mi atenta mirada, mientras María y Pedro se besaban junto a mí y sin dejar de sentir las caricias de Pedro sobre mi tanga, fui testigo de cómo Luis sacaba la polla de Mario del pantalón.   La tenía muy dura ya.  Era una polla grande, sin prepucio, con un glande rojo y enorme.   Luis le masturbaba despacio mientras se besaban, y de repente apartó la banqueta en la que estaba sentado, se arrodilló en el suelo y se la empezó a chupar.  Nunca había visto a un hombre chupar una polla, menos aún a Luis, pero aquello me pareció de un erotismo salvaje.

María – Pídeselo Lola, pídele a mi marido que te lo coma, verás lo bien que lo hace

Y sin pensármelo más, se lo pedí.

Yo -  Cómemelo Pedro, cómemelo por Dios, que no sé qué me habéis hecho pero no he estado así de excitada en toda mi vida.

Una sonrisa malévola se dibujó en la cara de Pedro, y antes de bajarse a comérmelo, volvió a besarnos a María y a mí, prácticamente a la vez, porque nuestras caras estaban muy juntas y nuestras lenguas iban de la boca de uno a la de los otros.   Cuando se separó para ponerse de rodillas ante mí, María ya tenía el terreno preparado.  Sus manos habían desabrochado mi vestido por detrás y poniéndose detrás de mí me ayudó a sacarlo por delante.  Me puse de pie y lo dejé caer a los pies, donde Pedro lo recogió y lo apartó a un lado.  Abrí mis piernas y antes de que Pedro iniciase su labor, María me desabrochó también el sujetador liberando mis tetas, que lucían ya los pezones totalmente erectos.  María los agarró por detrás, me los acarició suavemente, jugando con ellos.  Yo estaba en la gloria.  Giré mi cabeza buscando su boca y mientras nos besábamos, ella acariciaba mis tetas, amasándolas y jugando con los pezones, mientras Pedro finalmente apartó mi tanga empapado y hundió su boca en mi vulva.  Con mi culo apoyado en la banqueta, subió mis piernas sobre sus hombros y su lengua me recorría por completo, desde el ano hasta el vértice del clítoris, allí donde el botón del placer convierte el tacto en esa sensación de placer casi insoportable.  Se deleitaba, suave, sin prisa, hundía sus dedos en mi interior y hábilmente buscaba mi punto G.  Su lengua y sus dedos eran un arma poderosa en mi sexo.  Estaba rendida al placer que me daban entre los dos, apoyaba mi cabeza en el hombro de María y miraba como Luis succionaba con lujuria la polla de Mario, que mordiéndose el labio inferior me miraba a los ojos con la mirada encendida.  Agarraba la cabeza de Luis, se follaba su boca mirándome a mí a los ojos, y sin emitir ningún sonido, sus labios claramente gesticularon una grase dirigida a mí

Mario -   Te voy a follar

En ese justo momento alcancé el orgasmo.  No podía controlar mis piernas, que temblaban sin control sobre Pedro.  Intenté cerrarlas, pero su cabeza estaba en medio, su boca en mi sexo no daba tregua y sus dedos martilleaban mi punto G sin piedad.  El orgasmo no cesaba, los temblores tampoco.  María me sujetaba desde atrás y me susurraba al oído mientras seguía masajeando mis tetas.   El cúmulo de sensaciones era tan intenso, que por un momento creí desvanecerme.  Cuando por fin mi orgasmo empezaba a remitir, Pedro disminuyo la intensidad, y poco a poco fue parando.  Parecía que me iban a dejar descansar, y entonces María, que había visto a Mario gesticular aquella frase, le llamó.

María -   Ven Mario, fóllatela.

Mario, que no había apartado su mirada de mí en ningún momento, apartó a Luis con delicadeza, le besó y le susurró algo que no pude escuchar.   Acto seguido se acercó a mí.  Pedro se levantó y cedió su lugar de honor a Mario, que con su enorme polla, durísima y brillante aún por la saliva que Luis se situó justo entre mis piernas.

Yo lo miraba sin decir nada, sin gesticular.  Él se deleitaba mirándome, acarició mis tetas apartando las manos de María, se acercó y me besó, me sonreía al separar su cara de la mía, y seguía acariciándome con sus manos, mi tripa, el clítoris, las piernas…    Parecía que no iba a penetrarme nunca, sólo acariciarme.  Notaba mi corazón latir con fuerza esperando que ese hombre casi perfecto entrase en mí.

Luis -  Vamos cariño, fóllate a esta puta, que sepa lo que es una buena polla.

Y sin siquiera utilizar las manos, se agachó un poco, lo justo para que su glande se apoyase en la entrada de mi vagina, y de un solo empujón la hundió entera en mi interior.    La sensación fue a la vez de placer y dolor.   No estaba preparada para la profundidad que esa polla alcanzaba dentro de mí.   La sentía llenarme por completo.    Mis gemidos de dolor y mis manos empujando en su vientre para que saliese parecieron divertirle.  Con una gran sonrisa en sus labios volvió a hablarme

Mario -  Te dije que te iba a follar ¿no?   Pues aquí la tienes, entera dentro.  ¿Es que no la quieres? ¿Prefieres que me folle a Luis o a María?  Y la sacó entera, dejándome de repente con una sensación de vacío y necesidad que se hacían desesperantes.

 

Yo – Eres un cabrón, en el fondo todos los tíos sois unos cabrones.  Os encanta que os lo pidamos ¿verdad?

 

Mario – ¿Quieres que te folle o no?

 

Yo – Sí, joder, fóllame, métemela entera otra vez, fóllame!!!

Decirle aquello a Mario fue como echarle gasolina al fuego.  Intensificó esa sonrisa casi malévola que tenía y volvió a apuntar el glande en la entrada de mi vagina.  Esta vez me agarró de la cadera con sus manos y volvió a empujar violentamente hasta el fondo.    Volví a emitir un gemido de dolor, aunque esta vez no fue tan intenso como la primera vez.  La mantuvo dentro, inmóvil durante unos largos segundos, y cuando mi gemido cesó, empezó a follarme.  Al principio despacio, sacándola entera y volviendo a entrar hasta el fondo, una y otra vez.  Ahora con mucho más cuidado esperaba a que mi útero se acostumbrase a su tamaño, que llenaba cada rincón de mi interior.  Cada vez aceleraba más el ritmo, cada vez más deprisa.  Al poco tiempo me estaba follando a un ritmo frenético, haciéndome gritar de placer a cada embestida.  María me seguía sujetando desde atrás, aguantándome a mí y recibiendo indirectamente también las embestidas de Mario mientras Pedro la besaba y la masturbaba.  Luis se masturbaba a mi lado mientras con la otra mano acariciaba los pectorales de Mario, que se tensaban a cada embestida que me daba.

No sé el tiempo que me estuvo follando, pero fue bastante.   Como había dicho María al principio de la noche, Mario tenía cantidad, y calidad.  Su aguante estaba ya más que demostrado, y a esas alturas yo ya había perdido la cuenta de los orgasmos que llevaba con su polla dentro.  Su cara empezó a dar señales de que su orgasmo se acercaba, y se lo dijo a Luis, que seguía masturbándose junto a mí y le incitó a que terminasen juntos sobre mí.  Me miró como pidiéndome aprobación para correrse.

Yo -   Sí, córrete Mario, córrete donde quieras. Dámelo donde tú quieras

Y de repente extendí mi mano y agarré la polla de Luis, que sorprendido retiró su mano y me la cedió.  Tiré levemente de él para pegarle a mí, y le empecé a masturbar, apuntando su polla a mi vientre y a mis tetas.

Mario al ver aquello estaba tan sorprendido y excitado como Luis, y aceleró aún más el ritmo, hasta que la sacó de mi interior y empezó a masturbarse y con un gemido profundo empezó a descargar su semen sobre mi vientre.  Luis no pudo aguantar más tampoco y también empezó a soltar salpicones abundantes de semen sobre mí.  Notaba muy caliente el semen de los dos mezclarse en mi vientre y en mis tetas.   Cuando ambos terminaron de correrse y empezaban a recuperar el aliento, Pedro, que había estado también masturbándose  mientras miraba y jugaba con María, se acercó por el otro lado y también empezó a correrse sobre mí emitiendo un gemido intenso.  Esa parte no la había visto venir, pero el pobre bien se había ganado el derecho a echármelo encima después del fantástico orgasmo que me había regalado con su boca. 

Cuando Pedro terminó, tenía semen chorreando de mi cuerpo por ambos lados.  Tres hombres se acababan de correr sobre mí y María me seguía besando el cuello y sujetándome desde atrás.

La noche continuó con más vino, y mucha conversación.  Pese a mis sospechas, me dijeron que no era algo que tuviesen preparado, pero que se alegraban mucho de que mi marido no hubiese querido venir.  Fue el principio de una bonita amistad con Pedro y María.

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