Todavía conservo el perfume de su piel adolescente sobre mi cuerpo. Todavía guardo las impresiones de sus manos sobre mis senos. Todavía tengo grabado su rostro de felicidad cuando me penetraba.
Mis cumpleaños siempre me llenaron de hastío; en general se repiten con los mismo ritos: flores, cena y regalos utilitarios. Salvo uno que recuerdo con simpatía, mis 28 abriles!
Todas las mujeres sentimos alguna vez en el cine otra pierna que nos tocaba timidamente. La mayoría retira la pierna, yo tuve curiosidad por saber hasta dónde podía continuar eso.
Las imágenes que tenía de lo sucedido en la tranquera con mi abuelo, en vez de atenuar mis fantasías y la ebullición de mi sangre, mis deseos se habían agrandado y todo mi cuerpo me solicitaba concluir bien lo que había allí comenzado.